Hasta ahora los presidentes y sus gobiernos de los últimos 30 años mantuvieron el decoro a la hora de las elecciones. Nunca faltó una acusación aquí y allá, pero en general hubo sana prescindencia en el uso del aparato estatal para favorecer la opción del incumbente.

La máxima maldad eran los funcionarios públicos haciendo campaña después del horario laboral, tema recurrente elección tras elección. En la última elección presidencial, la subsecretaria Paula Daza pidió algunas semanas sin goce de sueldo para dedicarse a la campaña de su candidato, pero la presión política de la oposición hizo que finalmente terminara renunciando a su cargo, ese era el estándar que nos autoimponíamos. Hasta ahora.

Un plebiscito que divide al país en temas fundamentales nos pilla con un gobierno totalmente jugado por una opción y utilizando todo el poderío del aparato estatal para tratar de dar vuelta la realidad que marcan las encuestas. El bono invierno es una bicoca al lado de lo que está ocurriendo día a día con el Estado.

El Presidente y sus ministros utilizando La Moneda como cuartel del Apruebo es el símbolo máximo del desparpajo y el desempacho con que el oficialismo se ha involucrado en esta campaña. Es natural que los gobernantes tengan su opción, incluso que busquen influir sutilmente, pero es incómodo, tratando de ser elegante, constatar que el Presidente pareciera no tener dentro de sus prioridades el gobernar para todos los chilenos como algún día no tan lejano prometió con voz vibrante.

Las redes sociales de los distintos servicios del Estado son manejadas con liviandad y desenfado, la última gracia fue hostigar a un visible y locuaz vocero de la opción Rechazo como el ingeniero Mario Waissbluth desde un servicio estatal. Esto simplemente es correr el límite de lo admisible y si no se le da la entidad que tiene lo veremos repetido en el tiempo.

En paralelo, se mandan a imprimir cientos de miles de ejemplares del proyecto de nueva constitución  para informar a la población. Los ciudadanos de alma blanca dirán: “fantástico, así los chilenos y chilenas votarán debidamente enterados de lo que está en juego”, pero también hay de los otros, los de alma negra que dicen. “detrás de esto lo que  hay es un puerta a puerta encubierto financiado con ingentes recursos fiscales”. Estimado lector, lo invito a la reflexión e introspección para conocer el colorido de su alma.

Frente a todos estos hechos el silencio de Contraloría es preocupante. Si hay un momento en que el organismo estatal tiene una función clara que cumplir es éste, pero salvo alguna tímida acción pareciera estar tan sorprendida por la magnitud de la intervención estatal que ha quedado muda.

Esta semana tuvo que salir el cantante Chayanne a amenazar con acciones legales por el uso de su imagen para promover la opción Apruebo, acción que fue realizada entre otros por el Presidente de la República de Chile.

En esta película de bajo presupuesto que estamos viviendo, frente a la parálisis e inacción de Contraloría a los ciudadanos nos queda el cantante puertorriqueño para reestablecer un mínimo decoro. Provócame es el nombre del sexto álbum de Chayanne, y uno de sus grandes éxitos, pero a esta altura sería bueno por el país que tenemos que seguir habitando juntos después del 4 de septiembre que dejaran de hacerlo.