Opinión
J.J. Jinks: "La oposición debe tener la seriedad de enfocarse en aquellos temas que claramente están al debe, orden público, educación, inmigración"
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En gloria y majestad volvió la farándula esta semana a los matinales de nuestros canales de televisión. El triángulo amoroso entre una combativa diputada, un futbolista retirado famoso por sus regates dentro y fuera de la cancha y su extrovertida y locuaz ex pareja han hecho la delicia de los copuchentos de este mundo, es decir, casi todos nosotros. Usted no, por supuesto.
Como buena serie por capítulos, cuando pareciera que la trama se empieza a agotar aparece un nuevo giro impredecible y hoy tenemos a la diputada autodenunciada frente a la Fiscalía por un posible tráfico de influencias. Si lo hubiésemos visto en Netflix, habríamos dicho que al guionista se le pasó la mano.
¿Tiene alguna importancia este cotilleo amoroso? No y sí. No, porque naturalmente estamos frente a un ejercicio circense, y no mucho más, el cual se evaporará apenas al guionista se le acaben las ideas o aparezca otro chisme en su reemplazo.
Por otro lado, no podemos olvidar que los matinales han llevado -para bien o para mal (casi siempre para este último)- un buen pulso de los ánimos de la sociedad. Atrás parecen haber quedado los tiempos donde los conductores de televisión eran la caja de resonancia de la revolución anticapitalista paradojalmente atizada desde canales privados cuyos dueños eran demonizados por sus propios empleados.
Si el público hoy demanda evasión y farándula es que la fórmula de la insurrección desde los matinales parece haberse gastado, y hemos vuelto a hablar de cosas intrascendentes en vez de alimentar la lucha de clases a la hora del desayuno.
La bojiganga no es lo único que ha vuelto a escena. Si alguien hubiese dicho hace un año atrás que el gobierno de Boric iba a estar mostrando como gran logro del primer año de gobierno el tener superávit fiscal y un crecimiento del PIB superior a las proyecciones recesivas de la mayoría de los agentes del mercado, nadie lo hubiese creído. Es indudable que el ambiente económico ha mejorado mucho tras el triunfo del Rechazo en el plebiscito y eso ha trasuntado en mayor actividad y en que haya bajado el riesgo país.
Todos sabemos que el gobierno hizo todo lo posible y un poco más para que el resultado fuese distinto, pero es muy valioso el hecho que pilares del desarrollo de Chile sean resaltados por la razón que sea.
Para sumar a las buenas noticias, nuestro mago de las finanzas, Mario Marcel, envió una carta al The Economist para resaltar el apoyo del gobierno a la independencia del Banco Central en oposición a otros gobiernos de izquierda de la región, donde a la pasadita aprovechó de tirarse unas rosas con respecto al superávit fiscal del país en el 2022. Merecido.
El consenso sobre el capitalismo, con más o menos atenuaciones, como motor de desarrollo fue una de las bases sobre las que Chile progresó a partir del retorno a la democracia. Ese acuerdo fue fuertemente desafiado en los últimos años, y estar volviendo a él aunque sea a regañadientes es algo digno de celebrar.
La oposición debe tener la seriedad de enfocarse en aquellos temas que claramente están al debe, orden público, educación, inmigración, por nombrar solo tres, pero al mismo tiempo no olvidar que debe ser colaborativa con aquellas áreas del gobierno que están desarrollando una buena labor. Ya experimentamos lo que ocurre cuando el consenso se quiebra, si es sólo (con tilde) para entretenerse, mejor que sintonicen los matinales con las aventuras y desventuras del otro Mago (mayúscula merecida).