Opinión
J.J.Jinks y reforma de pensiones: "Se han enredado en complicadas explicaciones sobre las supuestas bondades financieras"
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Bastó un artículo del medio especializado CoinDesk poniendo en duda la calidad del balance de Alameda Research para que en pocos días se desencadenara la implosión del grupo de compañías cripto fundadas por Sam Bankman-Fried (SBF para los amigos y los no tanto), entre ellas FTX, una de las principales exchanges de criptomonedas a nivel global.
El desastre financiero es total, muchos inversionistas han perdido grandes cantidades de dinero y por supuesto en cosa de días el billonario SBF dejó de serlo.
La historia tiene todos los elementos para convertirse en una serie de Netflix: un emprendedor extraordinariamente joven que logra entusiasmar a los más prestigiosos venture capital que le confían cientos de millones de dólares para materializar su visión, un vínculo importante con la política (grandes donaciones al partido Demócrata en Estados Unidos), amistades peligrosas y por supuesto, fuertes indicios de ilícitos a partir de lo ocurrido en los últimos días.
Si a usted lo confunde el mundo cripto, el concepto de blockchain u otros similares, no se preocupe: no está solo. Sin embargo, cuando uno rasca un poco los fraudes, son los mismos en el antiguo mundo de cuello y corbata que en el mundo de poleras con el nombre de la compañía. Exceso de deuda, opacidad en los números y utilización fraudulenta de los activos de los clientes parecen ser el cóctel que derrumbaron el imperio de SBF, nada muy distinto a múltiples estafas y timos en industrias menos glamorosas.
Después de todo, los números son los números y una vez despejada la pirotecnia si algo no es capaz de producir los cochinos dólares, probablemente no hay mucho valor detrás.
En este mismo sentido y volviendo a nuestro querido país es que ha sido muy curiosa la cantidad de humo con que el ejecutivo ha abordado la defensa del proyecto previsional presentado al Congreso. En vez de dar una explicación conceptual de por qué para el país sería mejor un sistema donde el Estado tiene un rol preponderante con respecto a lo existente hoy, se han enredado en complicadas explicaciones sobre las supuestas bondades financieras del futuro sistema.
Altos funcionarios del Estado han señalado que el sistema propuesto no tendría costos para los cotizantes y que los fondos obtendrían mayores rentabilidades que las obtenidas por las AFP con menor volatilidad.
Cualquier persona con intuición financiera (no es necesaria la formación) sospecha que estas maravillas son imposibles de lograr desde segundos después de que Adán y Eva comieron del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal y eso pasó hace un buen rato ya.
La tarea que tiene el gobierno es cuesta arriba. Los retiros empujados por ellos mismos han consolidado el sentimiento de propiedad sobre los fondos y parece haber poco ánimo en los chilenos en compartir sus ahorros con terceros y muchas ganas de poder elegir a la entidad que administre los ahorros. Al parecer el sueño de que Chile será la tumba del neoliberalismo tendrá que esperar, pues como dice el dicho “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”.
SBF se vanagloriaba de ser un tipo austero que manejaba un Toyota Corolla. Hoy el hoyo financiero de sus empresas, dependiendo a quien uno le crea, oscila entre 6 y 10 mil millones de dólares. Los humanos tenemos una tendencia a enfocarnos en lo accesorio y que se nos pasen los elefantes. Ojalá nuestros parlamentarios, que son requetecontra humanos, estén un poco más alertas que eso y escuchen lo que están pidiendo los chilenos.