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Opinión

La columna de J.J.Jinks: Broders, ese no es el problema

La columna de J.J.Jinks: Broders, ese no es el problema

Se ha hecho extensa crítica sobre cómo la amistad le ha salvado el pellejo al embajador de Chile en España ante desaciertos de fondo y de forma. El diseño de la política de defensa nacional, incluyendo la compra de armamento de guerra a base de tincadas, cabe en el primer cajón.

Por: J.J. Jinks | Publicado: Sábado 22 de junio de 2024 a las 21:00
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Ríos de tinta han corrido en los diarios de circulación nacional y miles de tuits (lo siento, Elon) se han escrito para denunciar el amiguismo que ha permitido al dicharachero embajador en España conservar su envidiable pega.

Quién no querría pasear despreocupado por Parque Retiro, tomarse una caña con buen jamón pata negra en cualquier boliche al paso, buscar el libro de moda en La Central de Callao y darse una vuelta por el museo de Sorolla si el Prado o el Reina Sofía le parecen demasiado extensos para una jornada casual.

Y eso es sólo un destello de Madrid. No nos contemos cuentos: cualquiera de nosotros se aferraría con uñas y muelas para conservar tamaño despliegue de placeres, bien remunerado, además, donde ni siquiera hay que pasar por la incomodidad de hablar en otro idioma. La vida que todos merecemos.

Se ha hecho extensa crítica sobre cómo la amistad le ha salvado el pellejo al embajador ante desaciertos de fondo y de forma. El diseño de la política de defensa nacional, incluyendo la compra de armamento de guerra a base de tincadas, cabe en el primer cajón; las patitas de la novia junto a las patitas de una suculenta langosta las pondremos juntas en el segundo.

La política desde siempre es un contubernio donde la búsqueda de lealtades a toda prueba siempre va a ocupar un lugar central en los diseños presidenciales. No vamos a venir a descubrir ahora la importancia que reviste para un Presidente el contar en diversas posiciones con personas que le respondan a él, o a ella, más allá de cualquier institucionalidad.

El ex Presidente Piñera intentó nombrar a su hermano Polo como embajador en Argentina, pero eso no fue posible pues quedó la escoba interna. Eso da muestra de un sentimiento parecido a lo ocurrido entre el Presidente Boric y el embajador Velasco. En este caso no son hermanos de sangre, pero sí de carrete universitario. Broders.

El asunto no está en la amistad, son miles los cargos en la historia que se han llenado en base a ella y probablemente, más allá de que no sea muy estético -pocas cosas en política lo son- es parte del lubricante que hace funcionar al sistema.

El real problema es la total y absoluta falta de preparación para desempeñar el cargo para el que fue nombrado el embajador Velasco. Esto ha quedado demostrado en diversas situaciones, unas más divertidas que otras, pero todas vergonzosas para el país que representa. Lamentablemente, el nuestro y el único que tenemos.

Las ideas sesenteras e impracticables con las que llegaron al Gobierno han ido desapareciendo a un saludable ritmo, lo que hace tener un cauto, pero saludable optimismo de que algo se aprendió en esta pasada.

Lo que es más difícil de dejar atrás es el poncho que han significado muchos cargos de Gobierno para muchos de los jóvenes funcionarios que llegaron a hacer la revolución antineoliberal, cualquiera sea eso su significado. El embajador Velasco es uno más de muchos en el Estado chileno, sólo que a Javier lo envidiamos más.

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