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Opinión

La columna de J.J.Jinks: El after

La columna de J.J.Jinks: El after

Los Bukele, los Trump, los Milei han operado en realidades muy distintas a la chilena y es muy importante que la derecha lo aprenda y lo aprehenda para no enterrarse en arenas movedizas como lo hizo Cubillos.

Por: Equipo DF MAS | Publicado: Sábado 2 de noviembre de 2024 a las 21:00
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Finalizada la fiesta de la democracia, o el cliché que más le acomode para las elecciones municipales, los resultados han ido decantado en un triunfo de la oposición y muy especialmente de la más moderada. No es una victoria que permita emborracharse en un optimismo desmesurado - el IPSA, ese termómetro incómodo de la política retrocedió levemente el día lunes – y quizás esa sea la mejor noticia para quienes anhelan con ver a la centroderecha otra vez en La Moneda. O dicho de otro modo más concreto quienes anhelan que los días que le quedan a la actual administración pasen rápido y ojalá con el menor daño posible. El sabor dulce del éxito no es tal como para olvidar que hay mucho por corregir si se quiere dar un paso contundente en los desafíos electorales mayores del próximo año.

El haber derrotado en concejales a la izquierda por primera vez desde el retorno a la democracia abre el apetito para objetivos hasta hace poco impensados como es ir a buscar la mayoría en la futura Cámara de Diputados. Dado que a partir de ello se pueden iniciar múltiples ensoñaciones en seguridad, inmigración, pensiones, impuestos, es recomendable rápidamente volver a poner los pies en la tierra y revisar que es lo que acaba de ocurrir.

La derrota de Marcela Cubillos es rica en lecciones. La primera y la más obvia es que no se gana hasta que se gana pues la ciudadanía es veleidosa y no está dispuesta a comulgar con ruedas de carreta. La segunda es que la importación de modelos foráneos de hacer política, por exitosos que sean, no necesariamente cuadran con la idiosincrasia local. Frente a la crisis -menor en su inicio- de su sueldo en la Universidad San Sebastián, Cubillos utilizó una amalgama entre los manuales de Milei y Trump: Viva la libertad, carajo, con una dosis importante de ellos (el “octubrismo”) contra nosotros. En vez de aplacar el problema lo inflamó hasta niveles ridículos. Los diecisiete millones se transformaron en un crimen de guerra y así nadie puede ganar. Los Bukele, los Trump, los Milei han operado en realidades muy distintas a la chilena y es muy importante que la derecha lo aprenda y lo aprehenda para no enterrarse en arenas movedizas como lo hizo Cubillos.

Lo otro es el elenco. Cierto es que cada vez es más difícil (y con razón) reclutar gente para participar de la política, pero es un elemento crucial si se quiere el premio mayor. La holgada victoria en La Florida del delfín del Alcalde Carter versus la estrepitosa derrota de Karla Rubilar, una figura nacional, en Puente Alto frente a un desconocido para la mayoría de la población debiese ser fuente de análisis y de meditación. También lo ocurrido en Viña del Mar donde una cómoda victoria en concejales para la derecha no tuvo su correlato en la alcaldía con Poduje perdiendo inapelablemente frente a Ripamonti. El trabajo para tener buenos nombres en cada territorio –si me permite el frenteamplismo– es una tarea que los partidos tienen que abordarla con el máximo profesionalismo y dejando dogmas a un lado.

Y con esto entroncamos con lo más obvio, lo más manido, pero también lo más importante: generosidad y unidad. La tarea es reconocidamente difícil, hay que cuadrar los intereses de múltiples partidos, egos e intereses. En estas municipales eso lo lograron bien a medias no más, con derrotas importantes y dolorosas en lugares que tuvieron todo para ganar (Recoleta, Valdivia, Peñalolén por nombrar algunos). Es la hora de enmendar, tiempo hay, pero ya empezó a correr.

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