Opinión
La columna de J.J. Jinks: El Estado y los 4x4
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Hemos pasado día tras día enterándonos de cadenas de whatsapp ajenos, unos con tintes de escándalos judiciales y otros personales. Cosa más entretenida que hurgar en las miserias y pequeñeces ajenas, pero indebido también. Nos hemos acostumbrado a enterarnos de conversaciones que no hay ninguna razón para que participemos de ellas, salvo el mal funcionamiento de algunas de nuestras instituciones que filtran a destajo.
Opacado por la diversión del morbo que todo lo tiñe, pasó semi colado el Informe de Política Monetaria (IPoM) del Banco Central. Una andanada de malas noticias para el país. Algunas de corto plazo como una inflación superior a la pronosticada; y otras de mediano largo plazo como un crecimiento menos que mediocre para la próxima década si todo sigue igual como hasta ahora.
Entre otras perlas, la inversión caerá aún más que el pronóstico previo, pues el alza de la acumulación bruta de capital en minería no será capaz de compensar la profundización de la disminución de los sectores no mineros.
¿Cómo llegamos a esta situación tan desmejorada? Naturalmente, la explicación no es trivial y menos la tengo yo, un esforzado columnista bueno para las anécdotas, pero no mucho más. No, obstante hay hilos en cierto tipo de anécdotas de los que vale la pena tirar pues pueden iluminar a los sabios encargados de sacarnos de la melcocha en que estamos y que tiene estancado nuestro crecimiento y con ello el bienestar de la población.
Esta semana nos enteramos de la tristísima noticia de que motoqueros y conductores de vehículos 4x4 han prácticamente destruido milenarios geoglifos en Alto Barranco, al sur de Iquique. Las fotografías son impactantes, cientos de marcas de ruedas por sobre figuras geométricas y zoomorfas que sobrevivieron por más de mil años gracias a las condiciones únicas del desierto de Atacama y que han sido gravemente deterioradas por la estupidez humana, la cual sobre ruedas suele exacerbarse.
Estamos viejos para poner fe en que el ser humano por sí mismo se abstendrá de este tipo de comportamientos, por lo que es imperativo que el Estado actúe cuidando activos arqueológicos de gran relevancia para el país y sus futuras generaciones. Lamentablemente, el Estado brilla por su ausencia en una materia que le es propia. Hasta ahí podríamos quejarnos y pensar en reforzar algún presupuesto menguado que seguramente se esgrimirá como razón para este nivel de dejadez estatal. Sin embargo, la anécdota tiene otro ángulo más.
Hoy son innumerables los proyectos de inversión que se encuentran detenidos o seriamente postergados por hallazgos arqueológicos de dudosísima relevancia. En este campo al Estado parecen sobrarle los recursos, los funcionarios y por sobre todo el tiempo para pedir análisis sobre análisis y mientras tanto la carpeta del proyecto en cuestión duerme el sueño de los justos en un escritorio con patas de metal.
No es raro que la inversión caiga en Chile si, por ejemplo, el proyecto vial de mitigación del Costanera Center se encuentra detenido desde noviembre del 2021, pues se encontraron en la excavación botellas de vidrio, un botón plástico de camisa y restos cerámicos (descartado que sea material prehispánico). Mientras los 4x4 no pueden pasar por una alternativa a Andrés Bello, sí lo hacen por los geoglifos de Alto Barranco a toda velocidad. Es tan descorazonador que es entendible el preferir seguir idiotizados con la copucha de los whatsapp.