Opinión
La columna de J.J.Jinks: Ilegally Blonde
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Todos vimos el concejo municipal funcionando con la asistencia de osos de peluches, quienes con una tímida sonrisa asistían ruborizados a la performance, una más, de la ex alcaldesa de Maipú Cathy Barriga. Lo vimos, nos pareció ridículo y seguimos con nuestras vidas. También supimos de los mil collares Swarovski que fueron regalados a figuras públicas variopintas como Marlen Olivari y Carmen Hertz y todo lo que cabe entremedio, que es bastante.
El matinal que transmitía Cathy para los maipucinos desde una copa de agua y que lamentablemente afectaba la presión de agua del vecindario -el que quiere celeste que le cueste-, no fue hecho a espaldas de nadie, sino que de cara a los ciudadanos. El festival de música “Maipeluza”, por si faltaban señales, tuvo a reconocidos artistas invitados y fue seguramente ampliamente difundido y contó con alta participación de los ciudadanos de la comuna.
Estoy en las antípodas de defender el ingente despilfarro de recursos públicos, más aún cuando para hacerlo se utilizaron todo tipo de maniobras que podrían ser constitutivas de delito. Sin embargo, el poner los ojos en blanco y sorprenderse hoy frente al derroche de la señora Barriga es de una hipocresía que molesta casi tanto como las artimañas y maquinaciones fraudulentas de la entonces alcaldesa. Aquí no estamos hablando de los sobres con efectivo de Torrealba que manejaba un círculo de confianza pequeño, estamos frente a un fraude transmitido por televisión.
El triste, y sobre todo caro, show de Cathy se suma a las noticias que surgen del municipio de Las Condes con graves desórdenes administrativos y signos de franca corrupción, dando cuenta de que el cuidado de los recursos públicos no es precisamente el fuerte de la derecha pese a lo mucho que lo cacarea. ¿Qué pensaba la UDI de esto que ocurría? ¿Qué pensaba el lavinismo y el propio Joaquín Lavín? Hasta ahora el silencio sólo es interrumpido por los grillos. Cri cri.
Vitacura, Maipú, Las Condes, Viña del Mar son parte de los municipios que han sufrido de alcaldías de derecha que han usado platas destinadas a los ciudadanos para fines personales, enriquecimiento, exaltación de la figura del alcalde a niveles patológicos y clientelismo. Puras joyas. Por supuesto, el mal actuar no es patrimonio de la hoy oposición y se pueden hacer columnas varias sobre lo que ha ocurrido en la Recoleta de Jadue o en el Santiago de Irací, pero estamos un poco agotados de la búsqueda de empates que sólo sirven para esconder la vergüenza.
Es imprescindible una reforma al sistema de municipalidades, que salvo honrosas excepciones se han convertido en antros de corrupción. Es inconcebible que Cathy Barriga haya desviado 30.000 millones de pesos frente a las cámaras y no haya sonado ninguna alarma que hubiese permitido detener el asalto a la fe pública.
Claramente, los partidos siempre preocupados de los votitos y poco más no son fuente de control de nada, por lo que se requiere con urgencia un corsé bastante más estrecho que permita quitarles el botín a los inescrupulosos de los cuales nos hemos ido llenando. Es tal la podredumbre que no nos debiese extrañar que cuando se levante el secreto bancario a los osos de peluche, nos llevemos una nueva sorpresa. No puede ser casual su mutismo en medio del escándalo.