Opinión
La columna de J.J.Jinks: Llueve sobre mojado
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La fuerza indomable de la naturaleza domestica lo poco de ego que nos queda como país. Caen las primeras gotas y nos ponemos a rezar para no quedarnos sin servicio eléctrico y con ello una serie de servicios que cada día más dependen de ello.
Es tal la angustia que el nivel de alivio se acerca a la máxima felicidad cuando nuestra infraestructura ha resistido razonablemente bien el diluvio bíblico anunciado para la semana que recién pasó. Lo que no resistió de igual forma (surprise, surprise) ante el frente de mal tiempo fue nuestro enclenque sistema político que tanto desde el Gobierno como de la oposición dieron muestra de ser parte de un país de cholguán.
Es cierto que los pronósticos de lluvia eran catastróficos, pero es tristísimo que la primera decisión gubernamental haya sido suspender las clases por dos días. El día despejado con una cordillera majestuosa, blanca y maravillosa del día viernes hicieron solo más evidente el despropósito de la decisión tomada.
Siempre se podrá apelar a la prudencia como justificación de la medida, pero los gobiernos no están para evitarse problemas usando a la población escolar como variable de ajuste. También en su momento revistieron de precaución el absurdo total ocurrido en pandemia donde el tándem Colegio de Profesores y entonces oposición (hoy oficialismo) se encargaron de poner todas las dificultades imaginables para que los niños y niñas pudiesen asistir a clases.
“Qué tanto si es solo un par de días” dirán algunos con cómoda indolencia. Tristemente, el terremoto educacional es de una magnitud de espanto y en esto las señales importan. La señal es que frente a la incertidumbre siempre encontraremos razones para que los estudiantes no estén en clases. Antes fue un virus, hechos de violencia, funerales narco y ahora la lluvia. Siempre una razón atendible, nunca los niños tienen clases.
Por su parte, buena parte de la oposición utilizó los estragos del temporal para joder, no encontré un verbo más apropiado, al Presidente Boric con su periplo por Europa. Con argumentos pueblerinos e infantiles pedían con cara de circunstancia que se suspendiera la gira presidencial para venir a hacerse cargo de los efectos del temporal.
Si bien es evidente la inutilidad de la presencia presidencial en el país dadas las estructuras existentes para atender la situación, se hace un gran tema de la nada para debilitar aún más a la actual administración. En vez de dar la respuesta que se merecen, el Gobierno entró en el juego, cuándo no, y se preocupó de mostrar al Presidente en unos zooms con la Ministra del Interior con cara de suma preocupación.
“Qué tanto si es solo el juego político”, dirán algunos con desangelada resignación. El problema es que cuando la pequeñez no tiene ni siquiera el límite de los intereses permanentes del país estamos en un círculo de toxicidad de la cual no se sale con facilidad. Habrá temporales de lluvia y viajes en el próximo gobierno también y ya sabemos qué dirá la oposición. Nos llueve sobre mojado y no es la lluvia la culpable.