Opinión
La columna de J.J. Jinks: Mariana al descampado
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Una de las razones por las cuales los académicos suelen ser malos políticos es que se les olvida con frecuencia que no están en una sala de clases o conversando un café con sus colegas.
Es en el ambiente protegido de las instituciones universitarias donde hay libertar para pensar y decir lo que se cree sin las limitaciones del descampado a los que los profesionales de la política suelen considerar como el abecé de su oficio. Es la parte divertida de los académicos también, suelen hablar de más y hacer uso de una franqueza poco habitual en el mundo público.
Por tanto, a nadie debe sorprender que la gurú de nuestros gobernantes la economista ítalo-estadounidense Mariana Mazzucato se haya despachado una cuña de aquellas señalando que ella y otros veían con maripositas en la guata (eso es de mi cosecha, pero lo pensó) a Chile como un experimento para matar (nada de medias tintas) al neoliberalismo. ¿Qué será el neoliberalismo? Nadie lo tiene claro, pero sabemos dos cosas: es un bolsillo de payaso donde cabe cualquier problema económico y es algo muy, muy malo.
Lo del experimento no le gusto a nadie, los chilenos seremos apocados, pero que te tilden de cobayos es un exceso de sinceridad incluso en estas tierras. Incluso la propia Mariana tuvo que salir a desmentir sus propios dichos en modo gringa lost in translation.
No era experimento, era experiencia lo que quiso decir, poteito-potato, tomeito-tomato. Al menos en la costumbre de desdecirse no es extraño que haya afinidad con el mundo frenteamplista.
Más allá de los sabrosos dichos lo que subyace es una pátina de soberbia en la aproximación de cierta academia frente a los modelos de desarrollo. Un país que lleva casi 50 años por la ruta del capitalismo donde ha habido porrazos importantes y las consiguientes levantadas debe de un día para otro desandar el camino porque un par de académicos lo consideran deseable. Las ideas empujadas tampoco es que sean de una originalidad extrema y se entroncan con las recetas cepalianas del siglo pasado que terminaron por desaparecer no por exitosas precisamente.
Cuando se habla con entusiasmo de la industrialización del país y de un Estado emprendedor, las ideas suelen llegar a nivel de titular y las pocas veces que se llega un poco más allá lo propuesto no es muy alentador.
El ahora famoso Subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales señaló hace algunos días que el gobierno estaba trabajando en una política industrial con Argentina y Bolivia para escalar la cadena de valor del litio.
Con respeto, no digamos que la compañía es la mejor en términos económicos.
Es fácil visualizar a los burócratas intercambiando papeles y memorándums respecto a estos temas, pero independiente de sus buenas intenciones suelen ser personas muy alejadas del mundo de la empresa. Muchos de ellos ni siquiera han trabajado en una compañía y para qué decir de tomar el riesgo que significa exponer capital propio para intentar sacar una idea adelante.
¿Es el Estado que no es capaz de pagar las PGU el que va a emprender exitosamente? ¿Es el Estado que no logra controlar la delincuencia el que marcará la senda de desarrollo industrial del país? Tenemos dificultades a nivel de gestión de servicios públicos a todo nivel, parece un poco aventurado sumarle nuevas tareas a este Estado que no logra hacer ni medianamente bien lo que es propio.
Por lo que benvenuta Mariana a Chile, pero para experimentos-experiencias ya tenemos nuestro plato lleno de problemas.