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Opinión

La columna de J.J.Jinks: Tohá

La columna de J.J.Jinks: Tohá

De los políticos uno espera cualquier cosa, pero si los que se distinguen del resto por su preparación se sumergen en el barro para cuidarse las espaldas es que no queda esperanza.

Por: J.J. Jinks | Publicado: Sábado 9 de noviembre de 2024 a las 21:00
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Uno de los recuerdos más tempranos que tengo en política fue haber ido de puro intruso a una manifestación universitaria, creo que era en contra del rector Federici.

Una experiencia personal alucinante por lo novedosa, ambiente de estadio con harta consigna y efervescencia. Ya me estaba yendo cuando tomó la palabra la entonces vicepresidenta de la FECH, Carolina Tohá. Era un puntito borroso en el escenario, yo estaba lejos y tenía una miopía importante no diagnosticada.

Por supuesto que no recuerdo nada de lo que dijo, pero hasta hoy me queda la reminiscencia de que presencié un discurso llamativamente bien estructurado y corajudo, en una época que esa dimensión tenía otro tipo de precio. Cuando terminó de hablar, no fue muy largo el speech, el auditorio se vino abajo en aplausos.
Yo que estaba de mirón, aplaudí también.

Como las primeras impresiones son importantes, desde ese día le tengo mucha admiración política. Tohá es una mujer inteligente y con visión de Estado como pocos en Chile. No es de extrañar que sea con distancia la ministra más sólida del gobierno del Presidente Boric, incluyendo a sus pares varones, naturalmente. Es cierto que la competencia es más bien flojita, pero eso no es culpa de ella.

Cuando se cumplieron los 50 años del Golpe, cayó en mis manos el libro Miedo en Chile (1985) de Patricia Politzer, entrevistas a chilenos y chilenas variopintos donde el temor era el hilo conductor. Los tipos de miedos eran múltiples: miedo a los militares, miedo al comunismo, miedo a la pobreza y así.

Lejos la entrevista más estremecedora es la de Moy de Tohá. Relata sin pelos en la lengua cómo transcurrieron los días desde una amistad estrecha con la pareja Pinochet Hiriat a la muerte de José por torturas. El hecho que de una tragedia así haya surgido una política con el talante de Carolina es bien notable, habla bien de ella, pero habla extraordinariamente bien de doña Moy de haberla criado sin resentimiento.

Es por esto mismo que escuchar a la actual Ministra del Interior escudándose en un supuesto machismo de quienes la critican para diluir su evidente responsabilidad política en el caso Monsalve es francamente vergonzoso. Si hay alguien que puede escandalizarse frente a los privilegios del patriarcado es la víctima de Monsalve y no quien junto al Presidente Boric permitió que anduviese deambulando con todo su poder, a pesar de tener la doble acusación sobre sus hombros de violación y mal uso de su acceso a la inteligencia de la PDI.

De los políticos uno espera cualquier cosa, pero si los que se distinguen del resto por su preparación se sumergen en el barro para cuidarse las espaldas es que no queda esperanza.

El acuerdo secreto entre Boric, Tohá y Monsalve para que éste permaneciera en el cargo, no sabemos por cuánto tiempo, fue un descriterio total. Parapetarse hoy detrás de explicaciones pueriles es de una frivolidad obscena dada la gravedad del caso. Hay una historia personal que honrar y, por sobre todo, la total desilusión de un columnista que evitar.

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