Personaje
Ignacio Rivadeneira: “(En 2001 se cayó de un escenario ) y se vino solo con tres costillas quebradas en un bus hasta Santiago”
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“Tenía una resistencia al dolor enorme. Una vez, el año 2001, Sebastián era presidente del partido y estábamos en Talca o Linares apoyando a un candidato a diputado de RN. Sebastián tenía un camión-escenario, donde él armaba un show, con cantos y bailes, y después daba un discurso.
Ese día armaron mal el escenario y se cayó desde dos metros de altura, pegándose con un fierro en el pecho. Él se paró y siguió cantando como si nada, pero era evidente que el porrazo había sido muy fuerte. Al día siguiente no bajaba nunca a tomar desayuno así que yo subí a su pieza del hotel, y lo encontré con todo el tórax moretoneado y con un dolor inmenso en las costillas. Le dije que lo llevaría a Santiago, que no podía seguir así, pero él me dijo que no, que había candidatos de otros distritos esperando el camión, que yo siguiera en la gira y que él se volvería solo, en bus a Santiago y que tres días después nos reencontraríamos en Valdivia u Osorno.
Y así fue como paramos un bus en plena Panamericana, Sebastián se subió con mucho esfuerzo para sorpresa del chofer y restantes viajeros, y se vino solo con tres costillas quebradas en ese bus hasta Santiago en un trayecto de 4 o 5 horas. En Santiago el diagnostico fue que tenía 3 costillas quebradas. Tres días después ya estaba de vuelta en la gira.
Con él no se podía perder un minuto. En la campaña presidencial de 2005, el gobierno de Lagos dispuso que Sebastián empezara a moverse con escolta policial, porque existían algunas situaciones de riesgo. Sebastián inicialmente no quiso, pero al final lo convencí de aceptar al menos un chofer de la PDI para sus traslados. Nos reunimos al día siguiente los dos con ese funcionario, y Sebastián le explicó con lujo de detalles cuánto se demoraba cada luz roja desde su oficina hasta su casa y, por tanto, cuál era el trayecto más rápido de ida y de vuelta. Le decía que el semáforo de Estoril se demoraba 45 segundos, en cambio el de Tabancura solo 30 y, por tanto, que había que tomar esta última ruta. Así nos ahorrábamos entre 3 y 4 minutos en cada traslado.
Tenía una capacidad de trabajo absolutamente fuera de serie. El 2010 me pidió que me quedara con él en La Moneda, con el encargo de estar 24 o 48 horas adelantado a su agenda. Todas las noches, generalmente muy tarde, le mandaba a su casa una carpeta de 70 páginas con minutas para sus discursos, entrevistas y reuniones de trabajo del día siguiente. Y cada mañana, antes de las 08:00, me la devolvía toda subrayada, con anotaciones y encargos específicos. Es decir, el Presidente llegaba a su casa después de una larguísima jornada y seguía trabajando por una o dos horas más. Nos exigía muchísimo a todos sus colaboradores, pero nunca tanto como a sí mismo.