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Personaje

Luis Alejandro Silva: “No pretendo imponerle mis convicciones religiosas a nadie a través de mi trabajo como Consejero Constitucional"

Luis Alejandro Silva: “No pretendo imponerle mis convicciones religiosas a nadie a través de mi trabajo como Consejero Constitucional"

El consejero más votado en las recientes elecciones detalla por primera vez su historia, revela su intención de seguir en la vida pública -“tal vez como alcalde”-, dice que no teme que este nuevo proyecto constitucional fracase, y habla sobre el quiebre familiar con sus hermanos.

Por: María José López - Foto: Julio Castro | Publicado: Sábado 13 de mayo de 2023 a las 21:00
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“Vértigo es la palabra que mejor describe mi sensación, porque pasar de ser un perfecto desconocido, a que me reconozcan en la calle, es bien impresionante”, comenta Luis Alejandro Silva (45, Partido Republicano) el martes 9 de mayo, dos días después de haber sido elegido como consejero constitucional, el más votado de los 51 electos para redactar la Constitución.

"Esta es mi tercera elección: partí con 4.000 votos en la primera, cuando postulé a la constituyente; 8.000 en la segunda, como diputado en el Distrito 13; y ahora más de 700 mil, como consejero por la Circunscripción 7 de la Región Metropolitana", dice.

Es el mediodía, y mientras caminamos por el Parque Bustamante -y luego en un café de la zona-, se le acercan seis personas a pedirle selfies: lo felicitan por el triunfo y le agradecen.

Mientras que dos jóvenes, le gritan “facho” y “nazi”. “Estos son los menos. No me acostumbro aún a la mala onda. No me da para contestarle a esos tipos tampoco”, confiesa Silva mientras se instala en una cafetería.

Cerca de ese sector está la residencia que comparte junto a otros 11 numerarios, y la Universidad San Sebastián, plantel al que fue invitado por su decano, Andrés Chadwick, para sumarse en marzo de este año como profesor de Derecho Constitucional, asignatura que encabezó por años en la Universidad de los Andes. “Pero por la campaña política no he alcanzado a hacer clases. Por lo menos este semestre estoy fuera”, cuenta el abogado, quien fue promovido por el equipo comunicacional en redes sociales y medios como “El Profe Silva”, destacando su veta académica. Esta es su historia.

Luis Alejandro Silva Irarrázaval nació en marzo de 1978 en Santiago. Es el mayor de los siete hijos que tuvieron el abogado Luis Alejandro Silva y la periodista Soledad Irarrázaval. “Durante mi infancia viví en una casa pegada a mi colegio, el Verbo Divino. Era un niño ordenado, pero lo que caracteriza mi escolaridad es el atletismo. Representé a mi colegio y a Chile en competencias internacionales”, dice.

Cuenta que ya en esos años tenía una inquietud religiosa. “Se me cruzó la idea de ser cura como a millones de personas, nada más”, relata mientras toma un vaso de agua.

En su adolescencia tuvo varias pololas -“era bien enamoradizo”, relata-, la última fue una compañera de curso en Derecho en la UC. La familia de ella era cercana a la congregación, y su madre lo invitó a participar en los círculos (reunión de oración).

“Mis hermanas estaban en colegio Opus Dei, y para nosotros era simplemente un colegio que supuestamente no las dejaba usar bikini. Más que eso, no sabía más”, cuenta. Sus padres, en tanto, participaban en el mundo cristiano católico, pero no relacionado al movimiento fundado en 1928 por el español San Josemaría Escrivá de Balaguer.

“Me alucinó. Conocía la religión relacionada al trabajo pastoral, pero en el Opus Dei me encontré con la doctrina, con el conocimiento. Fue un descubrimiento alucinante, me di cuenta de que la religión era mucho más que sentimiento”, explica. “Yo tengo esa veta intelectual, de chico andaba con microscopio y coleccionando plumas para estudiar las aves. Me faltaba ese ingrediente más intelectual en la religión”.


Un año después, en 1999, cuando tenía 21 años, decidió ser numerario, es decir, no podría casarse ni formar familia. Y, a diferencia de los sacerdotes, mantendría su veta profesional. “Cuando te das cuenta que eso es lo que quieres, te asustas. Yo decidí ser numerario cuando todavía pololeaba, así que terminamos, y casi al tiro entré… Yo me habría casado feliz con ella, es una gran mujer, y eso creo que hace mi decisión mucho más seria. Pensé ‘realmente yo podría casarme, hacer una familia y voy a renunciar a eso’. ¿Y por qué? Porque el pensamiento no te deja en paz”.

-¿Por qué numerario y no supernumerario (pueden tener familia)?
-Es algo que no tiene respuesta. Es como cuando uno elige casarse con alguien. ¿Por qué esa persona y no otra? Es como una convicción, es muy único. Es tan sencillo y tan misterioso como eso. Es algo muy íntimo, no porque no quiera revelarlo, sino que no puedo. Porque no hay palabras.

-Usted habla públicamente de su postura religiosa. Hay personas a las que les cuesta entenderlo. ¿Le interesa explicarlo?
-Sí, pero depende a quién. Hay gente que pregunta sin querer entender. Y hay otros que quieren entender. Con los primeros, no gasto tiempo. Pero también hay gente muy desprejuiciada, por ejemplo en las poblaciones. Me fascina estar en Pedro Aguirre Cerda, en Lo Espejo, porque les da lo mismo. Me miran la mano, “anda de anillo, está casado”, les digo que no, que estoy soltero. “¿Y por qué?” “Por mi religión”, respondo. Y a nadie le importa. Es bacán. No se les plantea ningún problema como “nos podrá abrazar o no”. Te abrazan, te matas de la risa. Es aquí arriba donde se generan todos estos enredos.

-Dio vueltas por redes sociales un documental en el que aparece diciendo que no va al cine, que tiene que tener una especie de permiso para elegir libros...
-Eso no es así. Efectivamente no voy al cine hace tiempo, pero no porque me lo prohiban. Ya volveré, ya me verán (ríe).

-¿Es el primer numerario en política?
-Por lo que entiendo, sí.

Salir del clóset

Luis Alejandro Silva cuenta que en un principio a su familia “no le gustó” su opción, pero que con el tiempo “la respetaron”. “A mi viejo le costó harto. Soy el hijo mayor, y tenía una idea del Opus Dei... como de quien es secuestrado”, dice. “Pero con mis viejos esto ha ido de menos a más. Te ven contento, y al final no tuve que decirles mucho, porque me veían muy bien. En esto, las palabras no sirven para nada”.

-Esta semana vimos un posteo de su hermano, el cineasta Sebastián Silva, calificando su llegada a la constitucional como un “Peligro Nacional”. ¿Ahí partió el quiebre?
-No, después. Fue una evolución. Y fue sólo con mi hermano Sebastián.

Con su hermano, el realizador, dibujante y músico, con quien tiene “un año y 15 días de diferencia”, dice que siempre fueron “bien compinches”. “Teníamos diferencias como cualquier hermano, pero compartimos la pieza, nos llevábamos bien. Nos entendíamos, al menos eso creo yo. Obviamente se notaba nuestra diferencia. Yo era mucho más de deporte, lectura, él era full visual, un gran dibujante, muy artista, muy provocador”, rememora.

“Y claro, con el tiempo fue agudizándose la significación de que yo fuera católico, de que fuera del Opus Dei. Pero podíamos estar juntos, incluso era divertido. Y conocí a sus parejas, a Pedro Peirano, conversaba con ellos, no había problema en ello. Pero cuando me hice republicano, ahí saltaron los tapones”, dice.

Y añade: “Yo así se lo digo a mis hermanos: ‘Los problemas empezaron, en el fondo, cuando yo salí del clóset. Cuando yo hago explícita mi posición política’”.

“Yo así se lo digo a mis hermanos: ‘Los problemas empezaron, en el fondo, cuando yo salí del clóset. Cuando yo hago explícita mi posición política’”.

Eso fue en 2018, aún no existía el PR, pero José Antonio Kast junto a otros, entre ellos Silva -quien es miembro de su directorio hasta hoy-, fundaron Acción Republicana.

-¿Por qué saltaron los tapones?
-Mientras yo reserve mi vida a lo privado, no hay problema, no hay peligro. El peligro es cuando todo lo que soy se proyecta a lo público. Ese es su temor y por eso su reacción en el posteo.

-¿Tu idea siempre fue tener un rol público para empujar tus ideas?
-No, nunca. Yo partí muy tímido en esto. Pero ser republicano ya era una provocación. Pero bueno, me sentía obligado a hacer algo. Se me hizo difícil aceptar que hubiese alguien como José Antonio (Kast) diciendo públicamente exactamente lo mismo que yo pienso y que sufriera amenazas de linchamiento. Que esos compadres, los que linchan, se tomen el espacio público, no lo puedo aceptar.

​A Kast lo conoció en la universidad, en la casa de un amigo, cuando el excandidato era aún diputado. 

Hay otro episodio, rememora, que marcó su entrada a la política. Ocurrió antes del 2018, cuando participaba en un aniversario de Jaime Guzmán en el Campus Oriente. “De repente aparece un grupo de personas del segundo piso con pancartas ‘sacúdete en tu tumba’, bajan la escalera y se toman la plaza. Nos escupen y nos echan de la plaza. A mí me marcó, porque es una manera visual de plantearse la política. Es decir, aquí hay un espacio que unos compadres lo ocupan con la violencia y te obligan a abandonarlo”, dice.

-Los actos de violencia, independiente el color político, no tienen justificación alguna. Dicho eso, hay sectores que se sienten agredidos con sus posturas en diversos temas, sobre todo los valóricos.
-Exactamente. Esas personas dicen que se sienten violentadas por nuestras posturas polìticas: por mi posición respecto al matrimonio igualitario, del aborto. Tú los ofendes pensando así, y con una persona así no hay diálogo, no hay.

​Y profundiza: “Es distinto diálogo que acuerdo. Cuando tú te abres a dialogar con un compadre que te dice ‘me ofende lo que dices, me ofende lo que piensas’, se acabó el diálogo. ‘Viejo, yo no puedo llegar a acuerdos contigo, porque tengo que renunciar a lo que pienso para que tú no te sientas ofendido’. La izquierda juega mucho con el sentimiento de culpa para manipular, porque la culpa es una excelente herramienta de apoyo para palanquear. En el momento que eres el ofendido, soy el ofensor. Y tienes que arrepentirte. Ahí no hay diálogo, no hay ideas, sólo fuerza emocional. ¿Cómo voy a conversar con alguien que de partida por verme me descalifica como dialogante? Porque cuando te gritan nazi, te están diciendo que eres un tipo que extermina a la humanidad. Me pasa con mi hermano, yo siempre estoy pensando en él cuando ilustro la diferencia entre dialogar y llegar a acuerdos. Con mi hermano hemos conversado mucho, los dos solos, y no hay acuerdo posible”.

“Es distinto diálogo que acuerdo. Cuando tú te abres a dialogar con un compadre que te dice ‘me ofende lo que dices, me ofende lo que piensas’, se acabó el diálogo".

-¿Cuál podría ser un acuerdo?
-Que alguno renuncie a su convicción.

-¿Que renuncie a su opción de vida?
-¡No! Jamás. Él me pide renunciar a la mía. Eso es lo difícil. Pero básicamente es renunciar a una parte de la doctrina de la Iglesia.

-¿Los temas valóricos?
-Claro, esa es la condición para llegar a un acuerdo. Yo no le pido nada. Pero lamentablemente para él no hay verdad cuando yo le digo que lo quiero. Para él es incompatible eso con mis posturas.

-¿Cuál es tu postura?
-No es nada contra los gays. En mi equipo hay varios gays. Tengo un montón, no sé si de amigos, pero gente buena onda y un montón de republicanos que son gay.  Que hagan lo que quieran. Pero si quieren transformar en políticas públicas, vamos a discutirlo políticamente. Y si tienes más votos que yo, se toma la decisión que a ti te gusta. Y si yo tengo más votos que tú, se toma la decisión que yo creo que es correcta. Cuando me siento obligado a decir lo que pienso es cuando se trata de convertir en políticas públicas. Por ejemplo, el matrimonio igualitario o el aborto. 

Hace dos años, relata, cortaron relación con su hermano. No se ven para la Navidad, para ninguna celebración. 

-Y tus otros cinco hermanos menores, ¿por qué lo apoyan a él?
-Por empatía. Sebastián tiene una personalidad muy atractiva: es músico, hace películas, es muy entretenido. Siempre digo que soy yo la oveja negra de la familia.

El diálogo y el iPad

La complejidad del diálogo y el acuerdo, se extrapola a la política, dice Luis Alejandro Silva. “Es el gran problema de Chile Vamos hoy. Ellos no ven esta diferencia. Para ellos dialogar es llegar a acuerdo. Para mí, no. En democracia la regla de la mayoría está para resolver el desacuerdo. Si una de las partes dice 'tiene que suceder esto porque estas son mis convicciones', si no estoy de acuerdo, respondo 'votemos'. Y esa es la democracia”.

Y vuelve al punto de Chile Vamos: “Confunden la apertura de conversar con la necesidad de llegar a acuerdos para alcanzar la paz, cuando al frente tienen gente que no te deja entrar a la plaza.

-¿Y cómo se avanza?
-Para eso están los votos. Y si no los tienen, ellos se tienen que ir de la plaza. Y si no, llamamos a la fuerza pública porque para eso está, para hacer efectivo el derecho. Es así, y eso en el fondo es lo que hace a los republicanos ser considerados extremos. Si no, terminas bailando la música de la izquierda. O sea, cuando nos hablan ahora de la necesidad de llegar a acuerdos, ¿por qué cresta siendo mayoría tenemos que llegar a acuerdos con la minoría? Que ellos se lo ganen, aquí es problema de ellos, no de nosotros. Yo no quiero pasar máquina, pero aquí la apertura al acuerdo es de quien está en minoría. En esta lógica, no le tengo miedo al desacuerdo, no tengo ningún miedo al desacuerdo.

-En esta pasada el desacuerdo puede ser muy doloroso para el país, dicen algunos expertos, por la incertidumbre de qué vendría ahora.
-Efectivamente. Pero es que en el fondo el dolor desde mi punto de vista siempre lo provoca una izquierda que es como un niño malcriado: o le das el dulce o va a seguir pataleando. Estoy seguro que es lo mismo que le pasa a muchos papás que ven a su hijo hipnotizado por la pantalla. Tú sabes que eso no está bien, pero te saca un problema de encima a veces. ¿Le entrego o no le entrego el iPad? Eso es lo que pasa en política. Hay un cabro que está insistiendo por el iPad, ¿pero estás haciéndole un favor al país cediendo?

Cuenta que ha leído, pero no en profundidad aún, lo que la Comisión Experta lleva del anteproyecto constitucional y que los consejeros tendrán como material para empezar a trabajar el 7 de junio. Dice que le gusta lo que ha visto. Y que no cree que los temas valóricos se plasmen en este nuevo borrador.

“Por tiempo, no van a alcanzar a entrar. Pero serán comodines que van a usar la derecha y la izquierda para estigmatizar al otro”. Luego añade, como hablándole a alguien: “Si meten el tema del aborto libre, me cierro en bloque. En bloque. O sea, si realmente quieres meter esto, vai (sic) a hacer fracasar esta cuestión. ¿Quieres que esta Constitución fracase? Insiste con el aborto. Te la voy a hundir. Me da lo mismo. Yo no voy a firmar una Constitución que se sostiene sobre la legitimación de asesinar niños”.

-¿Esa es tu principal batalla?
-No, es que no debiera estar el tema. La Constitución no es para eso. Así como yo soy católico, pero no se me confunden los planos y no pretendo imponerle mis convicciones religiosas a nadie a través de mi trabajo como consejero constitucional. Pero tampoco seré ingenuo como para permitir que se impongan visiones que me parezcan perjudiciales para Chile.

-Recién hablaba de Chile Vamos...¿Tiene sintonía con las ideas de Evópoli?
-Depende con quien, con Luciano Cruz-Coke, sí; con Hernán Larraín y Gloria Hutt, no. Se mueven en una órbita demasiado elitista. Y políticamente, no veo diferencias entre sus posturas y las de Natalia Piergentilli (PPD), por ejemplo.

¿Futuro alcalde?

-Esta semana el diputado Johannes Kaiser habló de los 12 bordes constitucionales acordados, dijo que “los bordes que pretenden imponer una forma de Estado social-demócrata en este país no lo vamos a compartir”. ¿No cree que eso le hace mal al PR?
-Me llevo bien con él. Y hace de esto más entretenido, es todo un personaje. Es cierto que es polémico, pero habla claro. Y la población está premiando al que habla claro. Mira también lo que pasa con el PC. Una comunista salió la segunda mayoría en la Región Metropolitana.

-Aún es temprano para proyectarse, ¿pero le gustaría seguir en política?
-Sí, yo voy a estar aquí los próximos 20 años. Esa es mi definición, ya llevo dos. Los estoy contando. Me encantaría ser alcalde de una comuna popular, del Distrito 13 por ejemplo.. que una señora se te acerque y de alguna manera vea en ti algo de esperanza, es fascinante. Eso a mí me energiza caleta. La política hoy en día tiene una componente comunicacional impresionante y yo sé que se me da. Entonces quiero ponerlo al servicio de lo que creo que son las mejores ideas para Chile.

-Hablando de comunicaciones, uno de los videos más comentados fue en el que usted y Kast se visten como jedis de Star Wars y te nombra como el elegido. ¿De quién fue esa idea?
-No sé si de Diego (Hernández) o Ives (Arancibia), que trabajan conmigo. (...) No tuve problemas de hacerlo. Me entretiene comunicar, y a José Antonio también.

-¿No tiene miedo al ridículo?
-No, ya no. Pero hubo gente como mi mamá que me escribió. A ellos les respondo que la Región Metropolitana es más que Las Condes. Y es el público al que quiero dirigirme. No me interesa y jamás sería candidato por el sector Oriente. Acá hay una zona de confort, y los problemas de los que hablan me dan tanta lata… Hicimos una encuesta cuando pensamos ir por el Distrito 10 para la parlamentaria. Y hablaban de comida sana, cuidado de mascotas, son problemas de ricos.

-Considerando el poder que tiene la derecha en el Consejo, está la posibilidad de que la izquierda rechace el proyecto. Incluso hay quienes hablan de restarse.
-En democracia las mayorías tienen una responsabilidad muy grande, que es no pasar por encima de las minorías, y las minorías tiene una responsabilidad muy grande que es acatar las reglas que dicta la mayoría, aunque no te gusten. Y si cada vez que la mayoría toma una decisión que no te guste, tú saltas, no estás cumpliendo con tu parte del trato. Y la mayoría obviamente tiene que abstenerse de pasar la máquina. De hecho, la Constitución es para eso precisamente.

-El proceso es cómodo para ustedes: tienen mayoría, y si se rechaza, queda la Constitución actual, que nunca quisieron eliminar.
-Yo creo que el anteproyecto me va a gustar porque será muy parecido al que hay, pero mi duda es cómo vas a procesar en cinco meses diferencias importantes con 51 personas con poder de decisión, más 24 expertos con muchas ideas. Todos estos procesos son muy malos, nunca habría entrado a ellos, debieron ser dos años de trabajo. Pero preferí estar ahí cuidando, que no estar.

Y profundiza: “Es lo que planteó Johannes Kaiser, que lo dijo de forma poco sutil. El gran problema lo tiene el gobierno, porque si ellos llaman a aprobar, van a firmar una Constitución de derecha. Si llaman a rechazar, se quedan con la que quisieron cambiar. Y lo que va a pasar, es que en cualquiera de los dos escenarios, cuando dejen de ser gobierno, van a salir a la calle a pedir una nueva Constitución. Y si estamos los republicanos en el gobierno, los voy a mandar a la mierda. No les voy a pasar el iPad.

-¿Cree que el próximo gobierno será republicano?
-No sé si republicano, pero de derecha sí.

-No es lo mismo...
-No, pero feliz participo en un gobierno de derecha. Feliz habría participado en el de Piñera. Nunca se lo he dicho a JAK, pero si yo hubiera estado ahí, habría abogado por participar en ese gobierno. Cuando tomas decisiones, siempre hay un costo que pagar, siempre hay un flanco para la crítica. Cuando tú criticas y criticas, lo criticado en algún momento te volverá en contra. Y me estoy cuidando de eso, de no criticar, tal vez lo estoy haciendo pésimo.

-Sus puntos de vista, incluído los polémicos, los ha dado a conocer abiertamente ...
-No quiero engañar al consumidor, es lo importante. Lo que atrae también es eso: a la gente le gusta saber que están frente a un producto auténtico. Puede que no te guste mucho el sabor, pero nadie te dijo que es demasiado dulce tampoco.

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