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Personaje

Pablo Díaz: “El proceso es demasiado potente para quedarme callado”

Pablo Díaz: “El proceso es demasiado potente para quedarme callado”

El actor Pablo Díaz es uno de los firmantes de la carta que circuló la semana pasada con representantes del mundo artístico revelando su opción por el Rechazo en el Plebiscito. Aquí el fundador de Río Estudios detalla su decisión y habla de su faceta menos conocida, la empresarial.

Por: María José López - Fotos: Verónica Ortiz | Publicado: Sábado 20 de agosto de 2022 a las 21:00
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Mi abuelo Pepe fue un gran ejemplo para mí. Era un hombre muy culto, muy de teatro, de ópera. Y yo siempre fui el nieto disruptivo. Él era el patriarca y yo siempre fui muy cercano: cuando mis padres se separaron, con mi madre (Bárbara, la segunda de la familia Del Río Goudie) y mis dos hermanos mayores (él es el menor de tres) vivíamos en una casa al lado de él”, recuerda Pablo Díaz Del Río, actor y fundador de Río Estudios, una de las firmas dedicadas a la producción de ficción audiovisual con mayor cantidad de obras en carpeta (acumula 50.000 minutos para cine y televisión).

“Nosotros somos la constructora y el canal la inmobiliaria: ellos nos mandan los planos y arquitecto jefe, que es el director, y nosotros lo entregamos listo para poner play”, ejemplifica el actor, quien se hizo conocido a los 22 años con la teleserie de Canal 13 Machos, en 2003. 

Sentado en una de las salas de reuniones de su compañía (un espacio de 2.000 m2, emplazado en Recoleta y con dos estudios de grabación de 700 m2), revela su faceta más empresarial.

“Cuando salí del colegio le pedí ayuda a mi abuelo, porque mi mamá no quería que estudiara Teatro. Le dije: ‘Pepe, ayúdame a convencerla’. ‘Ok. Pero hazlo en el mejor lugar, en la Católica o la Chile. Y te sacas buenas notas’, me respondió”, recuerda.

Y añade: “En el fondo lo que me estaba diciendo era que ganara este permiso de ser el disruptivo, el artista de la familia. Y me lo gané: entré a la Chile”. El día de la obra de egreso, Doña Rosita la soltera, de García Lorca, en el Teatro Nacional Chileno, sala Antonio Varas, su abuelo llegó a la función acompañado de su gran amigo, el exPresidente Patricio Aylwin.

Era jueves, y el equipo iba a suspender la función porque la regla teatral, explica, dice que si hay menos espectadores que el elenco, se debe cancelar la obra. “De repente me asomé y los vi en las butacas: a don Patricio, la señora Leonor y mi abuelo haciendo un gran esfuerzo por caminar. Y les dije ‘muchachos, esta obra se hace sí o sí’”. Eran 14 alumnos y 11 personas de público. “Había que romper la regla”, dice.

Aburrirse en camarines

“Aquí combino mis dos facetas: porque si me sitúas en los Del Río, soy artista, y entre los artistas, soy empresario”, relata el actor.

El camino para llegar al lugar de hoy, dice, se gatilló porque “me aburría mucho esperando en los camarines. Me gustaba actuar, mucho. Me sigue gustando, me cuesta, es difícil. Y sufro de pánico escénico a pesar de todos los años, de 10 teleseries y de haber tenido éxito. Soy muy crítico de mi trabajo: cuando reviso mis papeles digo ‘agg, qué ganas de hacerlo de nuevo’”.

“La espera se me hacía eterna. Me acuerdo una frase del Tito Noguera en un camarín diciendo ‘uff, qué larga la espera’. Y pensé, si esa lata yo la estoy sintiendo a los veintitantos, mejor quiero generar proyectos y ser cherry picker de cuándo y qué actúo”.

Terminó Hippies y partió a estudiar un máster de dirección de cine a España. “Desde la escuela que yo andaba con mi camarita digital para todos lados”, relata. “Recuerdo el ejemplo que fue para mí Boris Quercia, quien vendió su Nissan para financiar y producir la película L.S.D., el año 2000. Tenía una sala de edición en su casa”, recuerda.

Con eso en mente, en 2009, cuando Díaz volvió de España, se asoció con su primo Felipe Del Río, periodista y con estudios en cine, y con Fernanda Aljaro, organizaron un concurso de guiones, donde ponía US$ 1.000 cada uno como premio.

Llegaron más de 120 postulantes de toda Latinoamérica. De ahí surge Súper, su primera película. Los tres socios querían dirigir, pero sortearon, y Díaz quedó como productor ejecutivo. Ganaron el premio Avonni como proyecto emprendedor del año.

“Tuvimos un gran elenco de 42 actores, incluyendo la Pampita y Benja Vicuña, pero no teníamos cómo pagar, entonces los convocamos como socios y no cobraron nada”, relata. En paralelo crearon un sistema de placement para hacerlo y para la locación, hablaron con Nicolás Ibáñez hijo para poder usar uno de los pasillos del Líder de Puente Nuevo.

“No ganamos ni uno, pero no perdimos. Y me di cuenta de que me encantaba producir”, cuenta. “Nuestra pega es hacer que el milagro ocurra: el actor es el que se va a hacer famoso, el director es el que pinta la tela, y el productor, el que consigue los óleos y luces”, dice.

El family office

El 2011 su madre armó el family office DDRío Inversiones junto sus tres hijos. “En el piso 10 de Alcántara 200. El primero de la familia Del Río. Mi madre fue pionera en dar el paso con la tercera generación. Y no me lo puede rebatir ningún primo”, dice.

Tras salir de Derco, en 2009, Bárbara creó Inder junto a sus hermanos José Luis y Sebastián. “Y armamos un portafolio. Ese año evaluamos más de 60 proyectos de reinversión”, recuerda.

Tomó un curso online en la UAI para armar un plan de negocios. Y luego, un diplomado de Evaluación de Negocios en la Escuela de Ingeniería de la UC.

“Aparte de hacerlo porque debía formarme, caché que me gustaba. Me gustaba la evaluación de proyectos, de negocios”, confiesa Díaz, quien es el director ejecutivo del family office. Fue ahí cuando nace la idea de armar Rio Estudios de forma independiente.

“Me di cuenta que teniendo volume deals, que son contratos por volumen con la tele, podía armar y pagar en cuatro años la inversión de este lugar, y construir los estudios de grabación”, dice.

Compró la propiedad de US$ 1 millón y le planteó al alcalde de Recoleta, Daniel Jadue (PC), su proyecto. “Estamos en un barrio residencial, y quería saber si esta iniciativa calzaba con el lugar. Revisó, se dio cuenta de que aquí no hay camiones ni ruidos molestos, y me dijo que sí”.

“Nos sacamos unas fotos, que ahora que estoy por el Rechazo públicamente (es parte de los artistas que firmó la carta dando a conocer su postura el fin de semana pasado), las están viralizando de alguna parte para hacerme ver como inconsecuente”, añade.

La sociedad de inversiones con las que arma sus negocios (este y otros, como una plantación de avellanos con la familia Bouchon) se llama Coquimbo Filmes. “En honor a mi abuela (Carmen Goudie) que es de ahí, y todas nuestras vacaciones en Peñuelas”.

“Llevo mi apellido con orgullo. Mi abuelo salió en su mérito de La Serena en 1914 con 18 hermanos, hijos de clase media, construyó todo solito, y estudió en California cuando nadie lo hacía. Para mí es un ejemplo de empresario. Hay quienes me dicen que soy un privilegiado, que lo he recibido todo en la vida. La verdad es que yo estoy aquí también haciendo esto un poco para devolver a la vida el ejemplo de mi abuelo. Podría vivir de las rentas, e irme a Miami y chao. Pero aquí me corre sangre y estoy en este barrio, que tiene inseguridad, porque aquí también impactamos. Trabajamos con gente del barrio y eso es algo consciente y algo que viene del padre de Sodimac, que era mi abuelo”, concluye.

El río que fluye y Paramount

En 2012 se asoció con el productor y director Alex Bowen (actual director ejecutivo de G100), crearon Bowen y DD Río y se lanzó con sus primeras teleseries.

Cada proyecto convoca 104 personas, aproximadamente, “y desde entonces a la fecha, no hemos parado”. En 2016 separaron aguas, “en excelentes términos”, asegura. “Nos equivocamos y aprendimos mucho; de temas de recursos humanos, legislación laboral, las complejidades políticas de contrato con una empresa pública como TVN”, recuerda.

Ahí nace Río Estudios. “Le puse así porque me encantan los ríos que fluyen en el mar. Pero también como homenaje a este gran héroe que fue mi abuelo”, dice. Hay seis trabajos entregados para TVN y cuatro para MEGA, entre otras series.

Y en octubre empiezan a grabar de la mano de CHV y Paramount, “la primera teleserie chilena que va a una plataforma”, explica. “Lograr esto, es un sueño”, reconoce. Para hacerse una idea, dice, para las producciones en general tiene un mes y medio de preparación. Y aquí, tres meses.

El nombre aún lo mantienen en reserva, mientras que los protagónicos los elige el canal (Mane Swett y Cristián Riquelme), y el resto del elenco, Río Estudios. En cuanto a los costos para una productora, una teleserie va desde US$ 2 millones a US$4 millones. Y Río produce una o dos al año.

¿Qué viene después? Espera algún día recaudar fondos -ha postulado sin éxito al CNTV- para desarrollar Magnicidio, la serie sobre Frei Montalva, protagonizada por Amparo Noguera en el papel de Carmen Frei. “Es mi obsesión”, confiesa.

Mientras tanto, hay 12 producciones en desarrollo en carpeta: “Estamos yendo a todos los mercados, Cannes, Madrid, entre otros, a buscar quién quiere meterse en un proyecto de serie o película”. El desafío: “La internacionalización”, responde.

 

 

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