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Personajes

Harald Beyer, rector de la UAI: “Es posible aprobar una reforma al sistema político en pocas semanas”

Harald Beyer, rector de la UAI: “Es posible aprobar una reforma al sistema político en pocas semanas”

El economista, además de reconocer que los resultados del 17D eran muy esperables, señala los baches que existieron en la forma de convocar de la campaña del A Favor y habla de la urgencia de reformar el sistema político vía Congreso porque existiría el necesario consenso.

Por: Andrea Lagos - Foto: Verónica Ortiz | Publicado: Sábado 23 de diciembre de 2023 a las 21:00
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Hoy está sentado en su gran oficina en la zona alta de Santiago desde donde se observa la Cordillera de los Andes. Harald Beyer es rector de la Universidad Adolfo Ibáñez desde 2018 y antes había sido director del CEP (2014-2017).

Pero previamente a encumbrarse en estos altos cargos sufrió lo mismo que seguidamente están enfrentando ministros de este gobierno: lo acusaron constitucionalmente y se le imputó no haber fiscalizado la existencia de lucro en las universidades. Era ministro de Educación del primer gobierno del exPresidente Sebastián Piñera. En abril de 2013 la acusación se aprobó en el Senado y Beyer fue destituido e inhabilitado para ejercer cargos públicos hasta 2018.

“Cuando asumí el Ministerio de Educación yo sabía que existía un riesgo de que me acusaran, a propósito de la acusación que antes sufrió la ministra Yasna Provoste (2008). Para ser franco, no me sorprendió tanto. Las mayorías en el Congreso eran de la oposición”, dice. “Internamente no me pasó mucho. Yo estaba accidentalmente en la política, no como otras personas para las que la política es su vida”.

Ingeniero comercial de la Universidad de Chile y Doctorado en Economía en UCLA, Beyer intenta explicar lo que ocurrió hace una semana cuando se ve con mayor perspectiva el fracaso de la aventura constitucional.

- ¿Qué le parece el resultado del plebiscito tras una semana del 17D? 
- El triunfo del En Contra era bastante esperable. Si uno recuerda cómo partió este proceso fue con un alto nivel de desaprobación cuando se entregó el informe de la Comisión Experta (7 de junio, 2023). Entonces la encuesta Cadem mostraba que un 51% estaba en contra de aprobar la Constitución. El A Favor nunca logró superar esa partida inicial. Se requerían mayores niveles de acuerdos que los que efectivamente ocurrieron.

- Y llamar al electorado a entusiasmarse...
- Más que entusiasmarse, porque nadie se puede entusiasmar con un texto constitucional, la única forma de revertir ese punto de partida era con un gran acuerdo que no se produjo. 

- Nadie hizo mucho por eso.
- Efectivamente, creo que políticamente el texto de la Comisión Experta era muy frágil y por lo tanto requería trabajarlo para un acuerdo. El mundo político quedó relativamente satisfecho con ese texto. Esto demuestra un vacío de liderazgo político muy grande, que es uno de los problemas que tenemos hoy.

- Al día siguiente de conocerse los resultados, la discusión giró en torno a lo que tiene que hacer el Gobierno en pensiones, pacto fiscal, educación, salud. Se tapó lo del domingo y se borraron cuatro años de dos procesos constitucionales fallidos...
-Hay una sensación de fracaso en el mundo político, de que es mejor dar vuelta la página y tratar de conducir al país a reformas que se requieren. La política es así, tiene mucho vértigo en un momento y, una vez que ese vértigo pasa, se vuelve a lo habitual.

- ¿Cómo se manejó el Gobierno?
- El discurso del Presidente el domingo estuvo muy bien, utilizó un tono adecuado para convocar. Pero creo que dio un paso en falso cuando, al día siguiente, se planteó una propuesta de reforma previsional. Hubo desconcierto incluso en las filas oficialistas. Hubiese sido importante armar una estrategia sólida porque la oposición respondió negativamente de inmediato.
 

La oferta del sistema político

- Había temas en el texto que se rechazó, en los que se había llegado a ciertos consensos. Uno fue la reforma al sistema político. ¿Qué piensa de lo que se perdió?
- Tenemos un régimen presidencial que es muy difícil que funcione bien por una razón: hay dos legitimidades democráticas, la del Presidente y la del Congreso. Y eso hace que ocurra una suerte de fraccionamiento y de “disputa” entre el Presidente y el Congreso. Se requieren mecanismos institucionales que faciliten el diálogo entre ambos.

- La cohesión.
- El texto constitucional tenía varios puntos rescatables. Es decir, ordenaba que el Gobierno pudiese discutir obligatoriamente en el Congreso (antes de un año) tres proyectos de ley prioritarios, lo que le permitiría avanzar con la agenda. El texto también contemplaba la reducción del fraccionamiento a través de los umbrales para la existencia de un partido político (5% de votación). También estaba la reducción del número de parlamentarios electos por distrito.

- ¿Le parecía bien la reducción a 138 diputados?
- Cuando los distritos eligen muchos parlamentarios, el fraccionamiento es mayor.
“Pero el texto tenía falencias. Se permitían los pactos políticos electorales que hay que eliminarlos para reducir el fraccionamiento. Con los pactos ocurren anormalidades como que un candidato con muchos votos arrastre a un candidato con muy pocos votos que está en el mismo pacto. Eso genera problemas de legitimidad”, añade el rector de la UAI.

- Si la mayoría de la oposición y del oficialismo están de acuerdo en los aspectos principales de una reforma al sistema político, ¿qué se espera para promover esa reforma constitucional?
- Creo que existe la posibilidad de un acuerdo que contemple todos estos elementos: umbrales de votación mínima para la existencia de partidos políticos, menos parlamentarios por distrito, y prohibición de los pactos.

- ¿Los incumbentes en el Congreso votarían por hacer estos cambios? 
- Hay una pequeña posibilidad de que los partidos grandes a los que también les molesta el fraccionamiento se pongan de acuerdo y aprueben esto rápidamente. No hay mucho espacio. Tiene que ser un acuerdo entre partidos y debiese ser impulsado pronto.

- ¿Ahora?
- Sí, o a lo más en enero. Si se ponen de acuerdo y el Gobierno participa en ese acuerdo, es posible aprobar una reforma al sistema político en pocas semanas.

- Parece demasiado el optimismo...
- No sé si soy optimista, pero es una probabilidad que es mayor que cero. 

- ¿Cómo ha ocurrido en otros países el mejoramiento de sistemas políticos?
- Lo que pasa es que tienes sistemas parlamentarios y sistemas presidenciales. En América Latina, con regímenes presidenciales, han existido 30 Presidentes que no han terminado sus mandatos desde 1990.

El presidencialismo en Estados Unidos funciona relativamente bien, porque es un país muy descentralizado, con un sistema electoral mayoritario que favorece la gobernabilidad. Chile, por tradición, prefiere sistemas proporcionales, eso hace más difícil el funcionamiento.

Chile es un país culturalmente muy pluralista y eso se refleja en que en la izquierda, en la derecha y en el centro haya varias corrientes. Este sistema rápidamente tiende a fraccionarse. Deberíamos buscar un sistema electoral con proporcionalidad, pero que, al mismo tiempo, converja hacia el centro para darle más gobernabilidad. 

Algunos países han logrado funcionar con sistemas mixtos. Alemania es un ejemplo. Allá hay que votar por dos. Tú votas por una persona y por un partido. Se combinan moderación y gobernabilidad con proporcionalidad. 


“Por el carácter del régimen político que tenemos, este gobierno tiene que ceder hasta que duela”.
Uno de los problemas que tiene la proporcionalidad es la búsqueda de una mayor representación que puede afectar la gobernabilidad, lo que ha ocurrido en Chile. Durante los años en que existió el sistema electoral binominal se aseguró la gobernabilidad, pero se cuestionó la representatividad. Pero ahora estamos echando de menos la gobernabilidad. ¡Si en la  Cámara de Diputados hay 21 partidos! 
 

Fuera de tono

- ¿Cómo debieran haber reaccionado las derechas ante la derrota?
- Reconociendo el fracaso, cosa que emergió, pero con un mal diagnóstico. El único diagnóstico que he escuchado es que al A Favor le faltó tiempo para hacer campaña, puras razones prácticas. Falta reconocer una demanda de buscar mayores niveles de acuerdo.

Otra autocrítica es que creo que las campañas, de la oposición o de la derecha, no reconocen que un texto constitucional tiene que convocar. Las grandes mayorías tienen formas de aproximarse a sus modos de vida muy distintos. Y el texto en sus mensajes era bastante unívoco. Muy de chileno tradicional. No estuvo destinado a la sociedad moderna que es multidimensional

La estrategia que usó la derecha para aprobar el texto fue hacerse escuchar sobre el clivaje político. Decir que el Gobierno es impopular, que hay una crisis de seguridad, esos son los temas fuertes. Redujo las brechas entre el A Favor y el En Contra, pero no fue suficiente. Es menos efectivo decir que este es un mal Gobierno porque vivimos en una sociedad pluralista.

Hay demandas por reconocimiento, por ser escuchados, y por ser parte de un proceso colectivo. El eje izquierda y derecha no es suficiente para dar cuenta de las complejidades de la sociedad en la que vivimos. 

- ¿El texto plebiscitado estaba fuera de tono?
- Es evidente que los jóvenes y las mujeres se sintieron muy poco interpretados por el texto. No siento que en su campaña (del A Favor) y en el texto esos públicos hayan estado incorporados. Un texto constitucional debe reconocer el pluralismo de la sociedad y de eso había poco.

- Gonzalo Müller (UDI), uno de los encargados de la franja televisiva del A Favor, dijo que la oposición no debiera ceder ni un centímetro a las reformas del Gobierno, al día siguiente de la derrota.
- Va a haber una discusión respecto de cuál es la estrategia política más útil para llegar al gobierno en 2025. Supongo que han surgido voces que reflejan esta posición. Y va a surgir otro grupo para el que la mejor estrategia es la de los acuerdos. 
Lo que supongo que están haciendo los partidos de derecha es decidir cuál camino nos asegura las mejores posibilidades electorales para el 2025.

- La oposición absoluta de las fuerzas de las derechas al Gobierno significa la paralización de la agenda del Presidente Boric y también quizá la caída del impulso a la reactivación. 
- ¿Por qué la estrategia dura es tan atractiva para un sector importante?... porque puede que rinda frutos. En un régimen presidencial el Gobierno siempre va a ser castigado cuando no hay acuerdos. Por el carácter del régimen político que tenemos, el Gobierno debe ceder hasta que le duela. Cuando los gobiernos son impopulares, tienen que ceder más para lograr los acuerdos a los que están aspirando. Esa es la realidad de la política.

- ¿Pero faltan dos años de gobierno y ya están quedando bloqueadas parlamentariamente todas las grandes iniciativas del Ejecutivo?
- Supongo que la oposición apuesta que le va a ir muy bien en la elección siguiente y a lo mejor consigue mayoría en el Congreso y que ahí puede legislar para hacer sus reformas.

- ¿En qué queda el país después del doble fracaso constitucional?
- Este es un país con un alto riesgo político, no un riesgo económico. De a poco se empieza a instalar la idea de “oye, que se vayan todos”. Y podrían emerger algunos populismos autoritarios. El gran fracaso fue de los líderes políticos y de los partidos que no fueron capaces de ofrecerle al país un acuerdo razonable.

- ¿Era una Constitución lo que los chilenos necesitaban post 18 de octubre? Ahora todo el mundo dice que no. Hacer una nueva Constitución fue lo que acordó la clase política para amainar el estallido social.
- Se ofreció este camino porque los líderes políticos no se pudieron poner de acuerdo con otra agenda y se quedó en avanzar hacia una nueva Constitución. Esto descomprimió y la población le dio el beneficio de la duda al mundo político. Ahora se podría sostener que la población dijo que el problema es otro porque rechazó los dos caminos constitucionales que se le ofrecieron. Hoy día la población está esperando seguridad. Y la equivocación que se ha cometido es pensar que el crecimiento económico y la modernización económica aseguran estabilidad. 

El país no fue capaz de brindar seguridad en un sentido amplio, no solamente seguridad frente a la delincuencia, sino frente a cualquier evento inesperado económico, de salud, o educacional, que le suceda a la población. El país se modernizó. Las clases medias que emergieron sienten que todo su progreso es fruto de su propio esfuerzo. Y que el Estado, frente a eventos inesperados, no está allí. Esta ha sido la demanda y realmente no se ha satisfecho. 

- Usted dijo hace un tiempo que la Constitución derrotada el 4 de septiembre parecía escrita por un departamento de estudios sociales de una universidad liberal estadounidense. ¿A qué se parece la Constitución que fue rechazada el 17D?
- Yo diría que es una constitución demasiado gruesa, un poco obesa, para los tiempos más deportivos que requiere el mundo actual. Tiene cosas que no deben estar en la Constitución y define reglas que son propias de la legislación. El ejemplo típico es el no pago de contribuciones a la primera vivienda, que no tenía nada que hacer en la Constitución.

- ¿Los gustos en política se pagan caro?
- Yo diría que la generosidad en política paga mucho más de lo que pagan estos gustos ideológicos. Y es una lección que tiene que aprender la derecha porque aquí tenía la oportunidad de ser generosa, ya que tenía control del proyecto.

- ¿Qué cuenta tiene que cobrarle Chile Vamos a Republicanos en esta pasada?
- Chile Vamos tuvo la oportunidad de pactar con la centroizquierda y haber obtenido un texto distinto. La pregunta que se tiene que hacer Chile Vamos es si fue una estrategia correcta. Me refiero a mezclarse con Republicanos. Creo que no fue una buena idea. Chile Vamos se vio presionado a quedarse con los Republicanos pese a que tenían la llave para pactar con la centroizquierda.

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