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Definiciones de tres mujeres que lideran fundaciones de grandes grupos económicos
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“En Chile históricamente la filantropía se ha percibido mucho desde la caridad. Y creo que ya hay que evolucionar a lo que es la filantropía profesional. Las instituciones mismas y el ecosistema en general tienen que subirse los estándares, transparencia, evaluación, que haya exigencia interna. Estamos en ese punto de inflexión como ecosistema. Los jóvenes buscan trabajar en lo que les hace sentido y hay que saber apalancar eso. No sólo por buenismo. Es un trabajo. Nos tenemos que profesionalizar como ecosistema. Ahí hay un desafío colectivo (…) Es súper importante profesionalizar”, señaló Isabella Luksic, la gerenta general de la Fundación Luksic, este miércoles al mediodía.
Fue en un evento privado organizado por la Asociación de Empresas Familiares (AEF), que dirigió el past president de la entidad George Anastassiou, en conjunto con el Centro de Filantropía e Inversiones Sociales (Cefis) de la UAI, en el que un variopinto grupo de representantes de diversas fundaciones, ligadas varias de ellas a grandes grupos económicos de Chile, se reunieron para compartir experiencias.
Allí participaron como expositoras Esperanza Cueto (Fundación Colunga), Anne Traub (Fundación Familias Power), Bernardo Larraín (Fundación Pivotes), María Yarur (Fundación Ya) e Isabella Luksic (Fundación Luksic), siendo esta última quien abrió el diálogo, contando el trabajo y los aprendizajes desplegados por la Fundación Luksic, que preside Paola Luksic y que si bien nació en el 2000, fue en 2020 cuando unificó en su alero distintas iniciativas que estaban en diversas fundaciones del grupo.
“Tenemos dos formas de trabajar: el desarrollo de las personas y el desarrollo de Chile. Miramos los dos lados de la moneda de manera permanente”, dijo Isabella Luksic, en alusión a que si bien el core de la actividad que desarrollan está dado por programas en tres ámbitos -educación, emprendimiento y deporte-, un 20% de la acción corresponde al quehacer más ágil y de respuesta, dado por donaciones en el marco de emergencias.
“Uno a veces cree que el asistencialismo es malo. Yo estoy de acuerdo en que tiene muchos ejes negativos, pero hay veces en que también tiene un rol en el mundo del trabajo social. No todo puede ser impacto, porque esas temporalidades son de muy largo plazo y hay cosas que son de urgencia. Es un trabajo permanente calibrar esos énfasis. Estamos más ligados al impacto, pero conviven los dos mundos”, apuntó la socióloga de la U. de Brown, Estados Unidos, quien aterrizó en enero de este año en la gerencia general de la fundación, aunque ya lleva años trabajando en el área filantrópica del grupo.
De hecho, desde 2021 es directora ejecutiva de la Fundación Luksic Scholars, institución que articula con universidades internacionales oportunidades académicas a profesionales y académicos chilenos, conectando a Chile con programas en América del Norte, Europa y Asia.
Hija mayor de Jean Paul Luksic y de Belinda James y, por tanto, miembro de la tercera generación del grupo Luksic, la profesional también reveló que hace dos meses generaron un área de “operaciones sociales”, que en la práctica busca oficializar un área del back office de la Fundación Luksic, para dar un delivery y una ejecución más eficiente. Y para esa tarea arribó Rodrigo Silva, un ex ejecutivo de la Isapre Colmena.
Como fundación de “primer piso” -esto es, que ejecuta programas-, Isabella Luksic también describió que si bien no enfocan su trabajo buscando un retorno, precisó que al estar haciendo evaluación de impacto, eventualmente eso permitiría escalar o transferir los programas en el futuro. “Podemos actuar como capital de riesgo en cierta forma, porque estos diseños tienen posibilidad de escalar”, apuntó.
Reflexionando sobre los aprendizajes, la profesional mencionó en particular cómo la información puede hacer un cambio.
En educación, por ejemplo, expuso que trabajan con más de 400 liceos técnicos, y haciéndose cargo de la brecha que hay en cuanto a la empleabilidad que tienen los alumnos que salen de esos colegios, “nos dimos cuenta de que había una falta de información brutal”, dijo Luksic, pues no saben que podrían acceder a gratuidad.
“No saben postular, no saben dónde ir. Y respondiendo a esto y cómo uno puede habilitar para que la gente tome decisiones informadas sobre su vida, terminamos formulando una cartilla informativa, una cosa súper básica, un producto muy sencillo, un artefacto”, dijo, logrando este año abarcar con él a 58 mil alumnos, y con una mentoría que está teniendo efectos sobre el ingreso a la educación superior.
“Es un programa costo efectivo (…) La apuesta es que si les facilitan la información, van a poder tomar mejores decisiones. Porque lo que no saben estos jóvenes, en general, es que si ellos ingresan al mundo del trabajo inmediatamente después de la educación técnica, lo más probable es que queden estancados en ingreso, y si pasan por educación superior, aunque no terminen, les permite tener una curva que aumenta en el tiempo”, apuntó.
Abogada UC de profesión y la quinta de los nueve hijos de Luis Enrique Yarur, María Yarur contó que en su vocación social la marcaron varios hitos. Uno de ellos fue haberse ido a un voluntariado a África, a Angola en 2010, junto con su marido, el ingeniero Felipe de Mussy.
“Fue como un doctorado en humanidad. Estuvimos trabajando en un pueblo con unas monjitas, ayudándolas en lo que ellas hacían, una trabaja en un hospital y la ayudábamos, con niños”, profundizó con DF MAS, tras el encuentro de la AEF.
Y luego, entre 2018 y 2020, su paso por Stanford, en Palo Alto, Estados Unidos, pues mientras su esposo estudiaba, ella se enfocó en el centro de filantropía de esa casa de estudios, Stanford PACS, por lo que ya de regreso a Chile, y con estallido y pandemia de por medio, la hicieron que tomara “la batuta” de un anhelo compartido de sus padres y hermanos.
“Mucha gente a la que poner de acuerdo”, dijo con humor, al ser la quinta hija de nueve hermanos; en orden, son Ignacio, Diego, Alejandra, Gabriela, María, Sofía Ana, Lucía y Luis Yarur Arrasate. De todos ellos, dos -Ignacio y María- participan del directorio de la fundación, junto a sus padres, Luis Enrique Yarur y Ane Miren Arrasate, acompañados de otros cuatro directores independientes.
Con sólo un año y medio de existencia, la Fundación Ya -una mezcla entre el apellido Yarur y “ya”, en el sentido de urgencia- trabaja con un modelo de alianzas con instituciones especialistas ejecutoras, o sea, funcionan como fundación de segundo piso.
“Quizá porque somos hijos y nietos de inmigrantes, era una fibra importante para nosotros. Creemos que el emprendimiento y la educación son los principales vehículos de movilidad social y que generan oportunidades reales y transformadoras en las vidas de las personas. Esos son los pilares de nuestra fundación”, ahondó María Yarur.
En el encuentro de la AEF, Anne Traub reveló que están cambiando el nombre de su fundación a “Familias Primero”, mientras Esperanza Cueto fue enfática en el aporte de la filantropía. “Tenemos que ver el mapa de las desigualdades, dónde el Estado no está (…) Abordar la desigualdad de la cuna requiere esfuerzos enormes. La filantropía permite ir más allá de los ciclos políticos, que son cortos. Cumplimos un rol en el fortalecimiento de la democracia”, dijo.