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Cómo el grupo Bethia se recupera tras el desplome de la acción de Falabella
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Es uno de los grupos empresariales más importantes de Chile. Pero el holding Bethia -el brazo inversor de Liliana Solari Falabella y que es presidido por su hijo Carlos Heller- ha visto reducir fuertemente su valorización de la mano del desplome en el precio de las acciones de Falabella, su principal activo. Y antes, el conglomerado se vio afectado tras la caída de Latam Airlines en medio de la pandemia.
Si antes Bethia contabilizaba activos por unos US$ 4.000 millones (pre crisis sanitaria), ahora roza los US$ 1.000 millones. En el intertanto, eso sí, el holding se deshizo de participaciones en varias empresas en las que había invertido. En 2015, el clan vendió el 14,72% de las acciones que mantenía en el Grupo de Empresas Navieras en US$ 21 millones y, dos años después, enajenó la viña Indómita al grupo chino Yantai Changyu Pioneer Wine en US$ 50 millones. En ambas operaciones, dicen conocedores, ganó plata.
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Actualmente, el 60% del portafolio del clan corresponde a su participación en la empresa de retail, donde son miembros del pacto controlador junto a otras ramas de la familia Solari, además de los Del Río y la familia Cúneo. El resto de sus inversiones se divide entre la compañía de transportes Sotraser, la agrícola Ancali y Megamedia (medios de comunicación).
Precisamente, esta última compañía -con el canal Mega como estandarte- se ha transformado en la vaca lechera para el conglomerado que encabeza Carlos Heller. Si bien se mantiene bajo reserva cuánto le aporta al holding en dividendos cada año, sería muy por sobre lo que últimamente le ha entregado Falabella.
En los mejores años de la compañía de retail, el clan recibía alrededor de US$ 25 millones en dividendos cada 12 meses. De hecho, con estos recursos logró diversificarse (al igual que todas las familias controladoras) y no depender de la multitienda.
El reordenamiento
Una de las primeras empresas que se vio afectada por la crisis sanitaria fue Latam Airlines, donde Bethia llegó a ser uno de sus accionistas más relevantes.
El grupo ingresó a la propiedad de la aerolínea en 2010, cuando le compró su participación a Sebastián Piñera, que se vio obligado a vender al asumir como Presidente en su primer mandato.
Al empresario le pagó unos US$ 450 millones por el 8% de la firma. Luego, desembolsaron unos US$ 88 millones por un 1% adicional, lo que le permitió a Carlos Heller tener un asiento en su directorio.
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Con la pandemia, los aviones se quedaron en tierra, y la aerolínea estuvo más que al borde de la quiebra. Las acciones se desplomaron. Bethia logró recuperar unos US$ 122 millones cuando Delta Airlines entró a la propiedad de Latam.
Luego, el clan sumó unos US$ 50 millones cuando vendió Blue Express, firma de logística que había sumado a su lista de activos cuando ingresó a la propiedad de la aerolínea.
El holding tampoco se vio muy beneficiado con el reparto de dividendos en la firma en la década que alcanzó a estar en ésta, debido a que en la mayor parte del tiempo Latam tuvo pérdidas.
Ya con los Heller Solari fuera de la propiedad, Latam Airlines ha logrado recuperarse, tras un proceso de reorganización financiera ante la justicia estadounidense, y alista su primer reparto de dividendos desde 2019.
El clan dio vuelta la página tras deshacerse de sus acciones en la compañía aérea, pero luego vendría el desplome de Falabella.
En los mejores años de falabella, Bethia recibía alrededor de US$ 25 millones en dividendos cada 12 meses. Con estos recursos logró diversificarse y no depender de la multitienda.
Hace una década, Bethia manejaba alrededor del 9% de la empresa de retail, paquete que tenía un valor en bolsa por casi US$ 2.000 millones.
El grupo ha vendido pequeños paquetes accionarios de la firma, tras lo cual hoy maneja cerca del 8,5%, que tiene un valor en bolsa de unos US$ 566 millones.
La última operación se efectuó el pasado 7 de marzo, cuando la familia vendió aproximadamente el 0,4% de la propiedad, equivalentes a unos US$ 31 millones.
Trascendió que el holding hizo caja para nuevas inversiones y bajar su deuda financiera, generada principalmente por el capítulo Latam.
Además, la operación se produjo en momentos en que la gigante chilena de retail pasa por un período complicado, afectada por la caída del consumo, el aumento de la inflación y el alza en las tasas de interés.
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El 1 de julio de 2025 vence el pacto de accionistas que mantienen desde 2013 las siete familias que conforman el grupo controlador del conglomerado: las cuatro ramas del clan Solari, además de los Del Río, Juan Cuneo y Sergio Cardone.
Salvo Cardone (quien junto a su familia maneja el 2,25% de la firma), el resto de los clanes no pueden tener menos del 8,5% de la propiedad cada rama. Así, y tras la nueva venta, los Heller Solari ya no tendrían margen para vender más acciones.
Si bien las tensiones al interior del pacto bajaron fuertemente, tras la salida de Carlo Solari de la presidencia y la llegada de Enrique Ostalé (impulsada por el propio Carlos Heller, quien decidió cederle su sillón en el directorio), las visiones sobre el futuro de la empresa se mantienen distantes, lo que para cercanos a las familias dificultaría renegociar un nuevo pacto de actuación conjunta.
Pero actualmente no hay nada cerrado y las opciones no son muchas: firmar un nuevo acuerdo o no y dejar que cada clan maneje sus acciones a completa discreción.
La idea de una de las opiniones al interior del grupo controlador es que se profundice la nominación de directores con trayectoria en el mundo del comercio detallista, lo que no es compartido por todas las ramas familiares que componen el pacto.
Las diferencias van más allá, y se apunta a que hoy las familias no tendrían los mismos lineamientos y objetivos para con Falabella, por lo que no se podrían agrupar en un pacto de actuación conjunta.
En lo que sí hay coincidencia, es que los cambios al interior de Falabella comenzarían a dar resultados este año, lo que impulsaría la valorización de la empresa, la que hoy es cercana a su valor libro.
En las oficinas de Bethia hay confianza. Creen que Falabella recuperará su sitial. Pero, mientras tanto, el holding tiene todas sus fichas puestas en Mega.
El rol del canal
Bethia es presidido por Carlos Heller, quien hoy mantiene un muy bajo perfil tras vender sus acciones en Azul Azul, la matriz del equipo de fútbol Universidad de Chile. El empresario reparte su tiempo entre Santiago y sus campos en Los Ángeles, región del Bio Bío, y en Estados Unidos.
En el directorio del holding participan Gonzalo Rojas (quien además tiene un rol ejecutivo), junto con el histórico abogado de la familia, Alberto Morgan.
A ellos se suman Pedro Heller y Felipe Rossi, hijos de Andrea y Carlos Heller Solari, la nueva generación de la familia que ya está en la primera línea de los negocios.
El family office -cuyas oficinas están en el piso 50 de la Torre Titanium- es gerenciado por Jaime Cuevas, quien lidera un equipo de unas 15 personas.
Como una manera de mantener su diversificación en los negocios, desde hace algunos años el clan ha apostado por compañías tecnológicas que cotizan en Estados Unidos, al igual que otras familias como los Ibáñez y los Angelini.
La pandemia aceleró la transición digital, lo que impulsó a las acciones relacionadas con la tecnología e Internet a niveles récord el año pasado. En medio de estos movimientos, dicen agentes de la industria financiera, los Heller Solari lograron sacar provechosos dividendos.
Esto, en parte, logró reducir el importante impacto que tuvo para el grupo Bethia su inversión en Latam Airlines.
A esto se suman los buenos resultados que tendría el holding con su empresa de transporte Sotraser (que opera unos mil camiones) y la agrícola Ancali, que cuenta con operaciones en Chile y Estados Unidos. Tienen números azules, pero no para volverse locos, dice un conocedor.
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Pero lo que más contento tiene al clan son sus positivos resultados en Mega, el canal que adquirió en US$ 143,5 millones hace poco más de una década. La estación televisiva es el líder de la industria.
En 2016, Discovery Communications llegó a un acuerdo con Bethia para comprar en US$ 60 millones el 27,5% de la propiedad de Bethia Comunicaciones S.A., sociedad a través de la cual controlaba el canal de televisión abierta, con lo cual la empresa se valorizó en unos US$ 218 millones.
A fines del año pasado, los Heller Solari volvieron a tomar el control del 100% del canal (que significó la salida de Discovery) en un monto que se mantuvo en reserva.
Al interior del clan califican este negocio como muy exitoso. La idea es potenciar aún más la empresa y otros rubros asociados, como las radios. Al 30 de septiembre de 2023 la empresa reporta un patrimonio neto que asciende a $ 124.766.822.000. En cuanto a resultados post impuestos, fueron $ 4.399 millones, una disminución de $ 3.206 millones en comparación con el mismo período de 2022.
En medio de esto, a fines del año pasado, trascendió que el clan tiene sobre la mesa la opción de dividir el patrimonio familiar en tres: Carlos se quedaría con Ancali, Sotraser y Megamedia; Andrea con inmuebles; y Liliana con un mix de ambos. Además, a cada grupo le correspondería un porcentaje de las acciones de Falabella. Y ahí está el mayor punto en negociación: qué porcentaje le correspondería a cada uno, considerando los otros activos con los que se van a quedar.
Un conocedor de las tratativas dice que, de concretarse este acuerdo (que no está ni cerca de cerrarse y no hay una fecha perentoria para ello), no será el fin de Bethia. Por el contrario: el plan es que el holding se mantenga operando como lo ha hecho hasta ahora, y siga siendo uno de los grupos empresariales más importantes de Chile, pero -como en sus orígenes- con Falabella como estandarte.