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Director ejecutivo de Hogar de Cristo y caso Democracia Viva: “Atravesaremos esta experiencia como sector para elevar el estándar de muchas fundaciones"

Director ejecutivo de Hogar de Cristo y caso Democracia Viva: “Atravesaremos esta experiencia como sector para elevar el estándar de muchas fundaciones"

Lo que ocurrió la semana pasada con Democracia Viva le movió el piso a las fundaciones. Tanto así, que el Presidente Gabriel Boric instruyó a todos los ministerios a revisar los convenios con las organizaciones sin fines de lucro. Además, este jueves el contralor Jorge Bermúdez tomó la decisión de congelar los traspasos estatales a fundaciones y corporaciones. Acá, además, Juan Cristóbal Romero aborda la nueva estrategia social del Hogar de Cristo para enfrentar los nuevos tipos de pobreza que surgieron post estallido, pandemia y fenómeno migratorio. “Hemos estado en una reflexión profunda. El estallido nos hizo pensar en la necesidad de volcarnos a los territorios”, dice.

Por: Mateo Navas | Publicado: Sábado 1 de julio de 2023 a las 21:00
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No han sido días tranquilos para la Fundación Hogar de Cristo. El sistema frontal que afectó a la zona centro-sur dejó 19 mil damnificados y 11 mil personas aisladas, además de 1.600 casas con daño total. Esto los obligó a mover piezas rápidamente: este viernes en la mañana el director ejecutivo Juan Cristóbal Romero viajó a Licantén en una campaña para recaudar fondos para ayudar a las más de 700 familias afectadas de esa zona. “Nos enfocamos en detectar cuáles son las necesidades, identificando puntos que queremos potenciar, complementar y enriquecer. No entorpecer ni duplicar, sino realmente sentir que estamos aportando con algo”, asegura el ingeniero civil desde su oficina, a sólo pasos de la tumba de Alberto Hurtado, en Estación Central.

Además, hace dos semanas, anunciaron internamente que Paulo Egenau, director social de la entidad, dejará la fundación el 31 de julio después de 35 años. Así lo informó el mismo Romero en una comunicación interna. “Le agradezco profundamente su trabajo, entrega, experiencia, profesionalismo e ímpetu por construir un Chile más justo”, escribió en la misiva. Sobre esto añade: “Esta es una decisión pensada antes de la pandemia, que él postergó para enfrentar la crisis sanitaria. Y como ese periodo terminó, hoy está cumpliendo un deseo que tenía hace un tiempo”. Desde el 1 de agosto, el cargo lo asumirá Liliana Cortés, actual directora ejecutiva de la fundación educacional Súmate, ligada al Hogar de Cristo.

En medio de este movido escenario, estalló el escándalo de Democracia Viva, la organización ligada a Revolución Democrática que recibió $ 426 millones de la Seremi de Vivienda de Antofagasta. Si bien el conflicto no está relacionado con el Hogar de Cristo, el caso ha puesto una mirada crítica sobre las fundaciones en general.

Romero dice que se enteró por la prensa y que ha seguido los detalles de la polémica por los medios de comunicación. Y a pesar de los pormenores que han surgido en las últimas jornadas, él tiene una mirada optimista: cree que los cambios que podrían surgir por este caso serán positivos. “Pienso que todo lo que pueda ocurrir puede ser provechoso. Por desgracia, vamos a tener que atravesar esta experiencia como sector para que elevemos el estándar de muchas fundaciones, que al igual que cualquier industria, no están operando dentro de lo deseable”, opina.

Democracia Viva: “Todavía es importante avanzar en materia de transparencia”

Lo que ocurrió la semana pasada con Democracia Viva le movió el piso a las fundaciones. Tanto así, que el Presidente Gabriel Boric instruyó a todos los ministerios a revisar los convenios con las organizaciones sin fines de lucro. Además, este jueves el contralor Jorge Bermúdez tomó la decisión de congelar los traspasos estatales a fundaciones y corporaciones.

Sobre este asunto, Romero enfatiza que la mayoría de las fundaciones tienen un alto estándar de probidad.

“En primer lugar, no existe ningún país que no tenga contemplado o que no incorpore el mundo de las fundaciones como un actor relevante. En segundo lugar, al ser un sector como cualquier otro, requiere constantemente perfeccionar su regulación”, opina.

Y agrega: “Por una parte, los niveles de control que tiene el Estado sobre las fundaciones son altos, al menos en el caso del Hogar de Cristo. Hay trazabilidad del gasto hasta el último detalle. Claro, siempre hay oportunidad de mejorar y aumentar los controles. Y también creo que es importante avanzar en materia de transparencia, porque las fundaciones que lo han hecho ha sido por algo voluntario”.

Sobre los mecanismos internos de probidad, explica que “tenemos un área de auditoría que me supervisa a mí y que rinde directamente al directorio (compuesto por Alejandra Mehech, Luis Ibáñez, Alberto Ferrán, Martín Gubbins, Horacio Pavez, Carolina Muñoz, Karen Rodríguez y María José Zaldívar). Además, la mesa nos ha impuesto una meta de tener un 13,5% de gasto en administración, que es una exigencia bien grande. En cualquier industria es 20% o 25%”.

-A su juicio, ¿es necesario crear una regulación estricta para las fundaciones? Una especie de CMF para las sociedades sin fines de lucro…

-Yo aspiraría a una certificación. Pero eso también existe, porque no cualquier fundación puede acceder a algún tipo de donaciones. Pero sí sería bueno que haya un mecanismo que permita fortalecer este estamento y disminuir a los actores que tengan otros intereses que no sean los propios de la de estas fundaciones.

Para eso, señala, es “importante que las fundaciones que están haciendo bien las cosas digan lo que están haciendo. Más que cartas y declaraciones rimbombantes, tienen que dar cuenta de los resultados de impacto que están generando y cómo están gastando los dineros”.

$ 18 mil millones del Estado

Esta semana publicaron su memoria anual de 2022 que detalla cada peso recibido y gastado en sus más de 250 programas a lo largo del país. Por ejemplo, durante el año pasado, recibieron $ 18.724.599.000 por parte del Estado, mientras que, desde los socios, otros $ 26.000 millones. El 14% de sus ingresos -es decir, $ 7.400 millones- proviene de fuentes propias y recuperaciones.

El ejercicio de las memorias anuales surge luego de que la fundación se acercara al Consejo para la Transparencia en 2013. “Sentíamos que la regulación no se ajustaba a nuestros estándares, de cómo deberíamos estar dando cuenta de nuestro quehacer, siempre con el propósito de velar por la fe pública, por la confianza de las personas. Después de todo, eso es lo que sustenta a estas organizaciones”, comenta el director ejecutivo, máster en Administración Pública en la Universidad de Harvard.

Durante julio recorrerán centros y ciudades para dar a conocer los detalles de la memoria. La principal información que quieren sacar a relucir son el aumento de socios (en 2022 crecieron en 63 mil y totalizaron 340 mil), el creciente número de voluntarios y las 43 mil personas atendidas en 2022.

Y a pesar de que en 2021 y 2022 tuvieron números azules, Romero -quien también es poeta y autor de una decena de libros- adelanta que 2023 será un año complicado. “La inflación nos pegó muy fuerte”, confiesa.

“El 2023 será un año de déficit, pero el horizonte del próximo año es tener déficit cero. Ese es el gran lema que tengo desde el punto de vista presupuestario. Este año de transición estaremos con resultados negativos”.

A pesar de eso, matiza: “Podemos tener dificultades, pero esas son transitorias”. Agrega que la fundación tiene mecanismos internos para levantar alertas ante dificultades que se presenten en el futuro.

Sin embargo, también alerta que la dificultad económica los puede llevar, de forma extraordinaria, a “suspender o cesar la operación de algún programa que no podemos llevar a cabo porque no tenemos dinero. O sea, es una bicicleta: todos los meses tenemos que juntar la plata para pagar los sueldos”.

“Nos sentimos con capacidad para superar la pobreza”

En todo caso, es otro el tema que hoy más ocupa a Juan Cristóbal Romero: la nueva estrategia social de la entidad.

Lo explica: “En el marco del estallido social hubo un proceso de reflexión importante, profunda. El estallido nos hizo pensar en la necesidad de volcarnos a los territorios. Nosotros ya veníamos con un tipo de modelo muy residencial, tanto en materia de cuidado a personas mayores como a individuos con discapacidad y niños. Y la pandemia transformó ese modelo a algo más ambulatorio”. A eso se le sumaron una serie de otros factores: la pandemia (y sus impactos sanitarios, sociales y económicos), el fenómeno migratorio y el envejecimiento de la población.

Y complementa: “Estuvimos prácticamente dos años de pandemia transformándonos en una clínica. Y ahora el cierre de la crisis sanitaria nos ha permitido implementar lo que queremos nosotros. El Hogar de Cristo busca un modelo mucho más centrado en las personas, que hagamos participantes a los beneficiarios. Queremos que sea mucho más autónomo y que se vea un horizonte de inclusión plena en el trabajo, en su familia y en la sociedad”.

Esto significa que paulatinamente se irán alejando de su trabajo residencial, como las hospederías, para enfocarse en el terreno. Un ejemplo de aquello, dice, es que dejarán los hogares para adultos mayores como último recurso. Ahora se enfocarán en acompañamientos en las propias casas de los usuarios para no sacarlos de su hogar y su contexto. “Podrán salir de la casa, regar el jardín e ir a la feria”, ejemplifica.

Pero también se trazaron un objetivo ambicioso: por primera vez buscarán superar la pobreza. “Hasta hace muy poco nos dedicamos a mitigarla y a paliar los dolores que implicaba eso. Hoy nos sentimos con la capacidad, modelos, conocimiento e innovación suficientes para superarla. Y esto es nuevo para nosotros”.

Consultado sobre qué mecanismos específicos llevarán a cabo para cumplir esa meta difícil, Romero ejemplifica: el proyecto Vivienda Primero. Lo están desarrollando junto con el gobierno y, en palabras del director ejecutivo, “ya se ha transformado en una política de Estado”. Consiste en entregar una vivienda a personas en situación de calle mayores de 50 años. “Nos tildaron de locos porque era contraintuitivo”, indica.

“El 100% de las personas, después de 6 meses no hay vuelto a calle, el 70% ha disminuido su consumo de alcohol y 40% ya está generando ingresos autónomos (trabajando)”.

Otro ejemplo son los programas domiciliarios para personas mayores. “El Hogar de Cristo atiende en la actualidad a 1.500 personas con dependencia en sus propios domicilios: una dupla sicosocial asiste semanalmente a los participantes del programa, entregándoles acompañamiento afectivo, servicios de salud, elementos de aseo e higiene”.

Y también menciona el trabajo de la Fundación Súmate, que, en sus palabras, está enfocada en reincorporar “las trayectorias educativas a más de 2.000 jóvenes”.

Luego, complementa: “La política pública en general lo que ha hecho es construir modelos desde el escritorio, desde el experto, y que sirve para muchos casos, pero no para todos. Y posiblemente muy poco. En general la capacidad de desarrollar modelos mixtos, flexibles, es que tienes mayor posibilidad de adecuarte a las trayectorias de inclusión”.

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