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Por dentro

El boom de Guadalajara: el Silicon Valley​​ con sabor a tequila

El boom de Guadalajara: el Silicon Valley​​ con sabor a tequila

La capital de Jalisco desde 2013 se ha posicionado como uno de los polos de desarrollo de softwares del mundo. El gobierno le preguntó a las empresas cómo ayudarlas a instalarse allí, y junto con un ajuste de carreras universitarias y beneficios tributarios convirtieron a la perla tapatía en un desfile de techies.

Por: Nicolás Durante, desde Guadalajara | Publicado: Sábado 10 de diciembre de 2022 a las 21:00
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Me habían dicho que Guadalajara era una ciudad “pequeña”. Después de llevar viviendo poco más de 10 meses en Ciudad de México, una urbe con 28 millones de habitantes y un ritmo frenético 24/7, esperaba que la capital del estado de Jalisco fuera, de verdad, pequeña. 

Pero basta con llegar al aeropuerto, con instalaciones que nada tienen que envidiarle a terminales europeas, y ver el tráfico de una ciudad de 10 millones de habitantes, para darse cuenta que de ciudad chica, nada. Pero lo que más me llamó la atención fueron los edificios con marcas como Mercado Libre, Oracle, HP, Intel, Amdocs, IBM. 

Que en Guadalajara se instalen empresas tecnológicas de primer nivel no es suerte, ni nada tiene que ver con el azar. Cuando hoy sobran adjetivos para las tecnológicas como bigtech, unicornios, data science, metaverso, blockchain y más, el mote de “Guadalajara, el Silicon Valley de México”, fue milimétricamente pensado hace una década en un trabajo envidiable para un país como el nuestro, Chile, donde el gobierno, las empresas y las universidades se pusieron de acuerdo para hacer de la ciudad un polo de inversiones tecnológicas.

Si Quintana Roo tiene el turismo, Ciudad de México la industria financiera y el comercio, Zacatecas la minería, Oaxaca la capital cultural, y Baja California sus playas y vinos, entonces Guadalajara definió que ellos harían softwares, muchos. Esta es la historia. 

De hardware a softwares 

Sobra decir que a un par de minutos de la capital del estado está el pueblo de Tequila, donde nació el famosísimo espirituoso que lleva su nombre y un poco más allá Puerto Vallarta, una playa de postal. Pero fue en los años ‘80, tentados por mano de obra barata, la cercanía con Estados Unidos y buenos puertos, que empresas como Kodak, HP, IBM, Flextronics, Motorola, General Electric, empezaron a ensamblar computadores, teléfonos, Blackberrys, chips.

Pero el problema es que no había una cadena de valor construida: necesitaban proveedores y personas capacitadas para esos trabajadores. Así se fue generando una cadena indestructible que sería muy útil décadas después. 

Cuando llegaron los 2000 y el boom del internet, así como las fábricas de ensamblaje que se movieron hacia Asia, algunas empresas de software empezaron a instalarse en el estado. 

Pero no fue hasta 2013 cuando el gobierno estatal de Jalisco decidió crear la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, un símil de un ministerio del estado, cuando dieron el salto. “El gobierno le dice a esta secretaría: tú vas a tener como encomienda acercarte al sector privado y a la academia para decirles cómo les podemos ayudar para graduar más ingenieros o traer más empresas u ofrecerles ciertos esquemas fiscales a las empresas de tecnología”, cuenta Juan Pablo López, de Stak, una aceleradora de startups tecnológicas con sede en Guadalajara.

Y aunque como discurso político suena genial, en verdad el gobierno hizo ese trabajo y pasaron, por ejemplo, la educación técnico profesional bajo el alero de esta Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología en vez de la cartera de Educación y en conjunto con las empresas y universidades ajustaron las mallas de estudio. 

“Las empresas tecnológicas dijeron ‘mira, esas cinco asignaturas no sirven de nada, mejor cambialas por estas’, y así se hizo. Hoy Guadalajara tiene la segunda mayor universidad del país y cientos de centros de estudios. Y los graduados de carreras tecnológicas de todo el país vienen directamente a Guadalajara, aquí los contratan en un par de días”, apunta López. 

Además, el Gobierno ofrece ventajas tributarias a las empresas como rebajas de IVA a cambio de cierto número de empleos mínimos y facilitación de la apertura de sus oficinas y tramitación rápida de patentes y permisos. 

Mi propio jefe

El resultado de eso es que hay instaladas más de 700 empresas de alta tecnología como Intel, HP, Oracle, Toshiba e IBM, más 35 centros de diseño de softwares y cuatro centros de investigación, emplea a más de 100 mil personas en el sector de tecnologías de la información. De hecho, uno de los últimos en llegar fue Thomas Siebel, uno de los pioneros de Silicon Valley de Estados Unidos, que abrió C3.ai, una firma de inteligencia artificial que tiene entre sus clientes al ejército estadounidense. 

Pero según López, ahora hicieron un doble click. “Si eres un ingeniero de software y entras a Intel, tu vida productiva para escalar e incidir en el producto te va a tomar diez o 15 años. Ya se te fue la vida. Lo que nosotros queríamos es que si tú quieres seguir ese camino, esa ruta, estás en tu derecho, adelante. Pero si eres alguien que quiere aprender rápido en tres años cómo hacer una empresa de software con buenas prácticas de Estados Unidos, ponte a trabajar en una startup y después, los siete años que te quedan productivos, haz tu propio emprendimiento. ¿Por qué? Porque eso nos va a permitir dejar de ser una manufactura como India, como Vietnam, como el este de Europa”. 

Así partió Startup GDL que luego mutó en Stak, la empresa actual de Juan Pablo López.

“Nuestro objetivo principal era mostrarle a las empresas de Estados Unidos este ecosistema que existe en Guadalajara para que empezaran a traer operaciones a Guadalajara. Lo que queríamos era exponer al talento local a los ingenieros con estas startups para que aprendieran las buenas prácticas de Silicon Valley. ¿Por qué? Sí, sabemos que somos una buena manufactura, pero para dar el siguiente paso tenemos que exponer a los ingenieros a buenas prácticas de cómo hacer software, de cómo hacer una empresa para que ellos solitos hagan su empresa y después sean un unicornio como los hay en Estados Unidos, en Israel, en Noruega”, apunta.

Y eso también dio resultados. Llegaron cientos de startups de EEUU a instalar equipos de desarrollo, softwares y científicos de datos en tierras tapatías -el gentilicio de los originales de Guadalajara- y luego esos mismos empleados crearon sus empresas.

Desde Guadalajara han surgido decenas de startups tecnológicas, como ​​las fintech como Kueski, Yo te presto y Billpocket que recientemente fue adquirida por Kushki. De las chilenas está instalada la agrotech Instacrops, y aunque no es startup, SQM decidió instalar su oficina comercial de México en Guadalajara.

De hecho, este boom de empresas llegando ha hecho que falten espacios para instalarse. Un reciente estudio de JLL proyectó que Guadalajara pase de 600 mil metros cuadrados de oficinas Clase A a cerca de 1 millón al cierre del 2024.

Asimismo, el 70% de la superficie de esta clase de edificios es ocupada por compañías tecnológicas y esto no hará más que seguir creciendo. Solo este año, se esperaban inversiones por US$ 200 millones por parte de tecnológicas.

López, de Stack, lo resume así: “Los viernes se juntan los ingenieros a hablar en su lenguaje, hoy tengo un evento de developers, y la otra semana hay una reunión de fondos de inversión con distintas startups. Ahorita, está pasando de todo en Guadalajara”.  

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