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El caso Betfair y el presunto estafador de las apuestas online

El caso Betfair y el presunto estafador de las apuestas online

Convenció a amigos y conocidos, algunos avezados participantes de la industria financiera local, que invirtieran en su “fondo” con el cual apostaba a través de la casa de juegos online británica Betfair, con rentabilidades superiores a cualquier activo alternativo. Le creyeron, depositaron en su cuenta, algunos más de 80 millones de pesos, y tras casi dos años, descubrieron que todo había sido un fraude.

Por: Antonieta de la Fuente - Ilustración: Pablo Lobos | Publicado: Sábado 29 de octubre de 2022 a las 21:00
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Para Agustín Raymond todo partió en un matrimonio, en octubre de 2019. Fue ahí donde escuchó cómo Vicente Irarrázaval contaba a otros amigos del mismo grupo que había renunciado a su trabajo en Metlife para dedicarse 100% a las apuestas online. Una actividad que se había transformado en un negocio rentable. 

Según consta en la querella presentada por Raymond y otros afectados en este caso, Irarrázaval contó cómo a través de la compañía de juegos de azar británica Betfair, una de las más grandes del mundo, estaba ganando mucho dinero. 

Les dijo que había creado un fondo y que algunas personas le estaban confiando su dinero a cambio de que él utilizara sus conocimientos sobre estadísticas en fútbol y tenis –sus apuestas se basaban principalmente en los resultados de pequeños torneos de este deporte- para apostar en la plataforma. Y los invitó a participar.

El “fondo” de Irarrázaval no estaba operado por una administradora, ni regulada por la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), pero la confianza de los amigos que lo conocían desde hace años y con quien habían compartido en reuniones familiares, asados y cumpleaños, fue una garantía suficiente para los que decidieron unirse al negocio. 

Vicente Irarrázaval además contaba con un mandato, una especie de documento elaborado por él, donde se establecían las reglas de funcionamiento del peculiar fondo de inversión. En él se consignaban reportes mensuales, condiciones de retiro, responsabilidades y comisiones. 

Había, por ejemplo, según relatan los afectados en las querellas presentadas, una cláusula que contemplaba la rendición de cuentas extraordinarias en caso de llegar a una pérdida de 20% o más del fondo y el establecimiento de un porcentaje máximo por inversión, en la cual el querellado se comprometía a no realizar ninguna única apuesta por más del 5% del fondo.

Tal como indicaba el mandato, todos los meses Irarrázaval enviaba una cartola a los aportantes, donde les informaba de las rentabilidades obtenidas por su “inversión”, la que acompañaba con pantallazos de la plataforma Betfair y PDFs. En los casi cuatro años que alcanzaron a estar algunos de los afectados, nunca se informaron pérdidas.  

Aunque no se sabe con certeza cuánto fue el monto total que alcanzó a manejar Irarrázaval en su cuenta de Betfair, hoy en el Poder Judicial hay al menos siete querellas en su contra. Se trata de una causa que lleva el abogado Darío Silva, socio del estudio Montero, Silva & Valdés y que en total suma 350 millones de pesos, pero se calcula que fueron muchas más las víctimas que perdieron parte de sus ahorros en este caso. 

Lo más llamativo, es que todos los afectados son amigos cercanos que confiaron en la palabra de su compañero, incluido su cuñado, Martín Rodríguez Rocca, quien además lo ayudó a dar a conocer “las bondades” de la apuesta de su familiar político entre sus conocidos.

Según las acciones judiciales, Benjamín Labra, CEO de la startup Houm, hizo traspasos por un total de $ 83 millones a Irarrázaval; Juan Pablo Silva Villagrán, quien trabaja como operador en una mesa de dinero, desembolsó $ 70 millones, desde fondos propios y de la sociedad Asesorías a Inversiones Teresita; su amigo Agustín Raymond, un total de $ 40 millones; José Luis López depositó poco más de $ 41 millones; su cuñado Martín Rodríguez, $ 44,5 millones y el hermano de éste, Andrés Rodríguez, $ 26 millones aproximadamente. 

Evasivas y la confesión

Las primeras alertas de que algo andaba mal empezaron en agosto de 2021. 

Juan Pablo Silva, uno de los afectados, empezó a solicitar retiros. Logró que Irarrázaval le restituyera $ 30 millones de pesos de los $ 70 millones que le había confiado, pero luego el imputado le indicó que su cuenta había sido bloqueada. Al mismo tiempo, otros inversores empezaron a pedir rescates de sus platas, que según la información entregada por Irarrázaval se habían mutiplicado varias veces. Las condiciones del “fondo” establecían que se podía sacar los depósitos en cualquier minuto. Ahí empezaron las evasivas. 

Según consta en las querellas, primero el acusado argumentó el bloqueo de su cuenta en Betfair por no poder justificar el origen de los dineros. Luego, para tranquilizar los ánimos, envió pantallazos a algunos de los aportantes, donde se visualizaba el supuesto saldo en su cuenta de Betfair por US$ 2.686.993,67 y donde adjuntaba un correo de la plataforma en el que le pedían antecedentes para justificar el origen de fondos. 

Los afectados comenzaron a inquietarse. Se reunieron para compartir información y ver cursos de acción. Fue ahí cuando llegaron a la conclusión de que los saldos y correos enviados por Irarrázaval habían sido adulterados y por lo tanto no correspondían a la realidad. Con esta información, Martín Rodríguez encaró al acusado. Fue ahí, según consta en varias de las querellas, que Vicente Irarrázaval habría confesado. 

A fines de octubre de 2021, dicen los documentos, “Rodríguez le preguntó derechamente y sin rodeos, si efectivamente su cuenta en Betfair estaba bloqueada, y si los montos de las rentabilidades efectivamente se correspondían con aquellos que habían sido informados por él, confesando el querellado que era toda una farsa y que la cuenta no tenía recurso alguno. Él había desviado todos los fondos y no había ni un solo centavo en la cuenta que supuestamente tenía cerca de tres millones de dólares, y que los había engañado desde el principio cuando empezó con la supuesta gestión de esta inversión”.

El menor de la familia

Vicente Irarrázaval Ovalle (36 años) es el menor de cuatro hermanos. Quienes lo conocen cuentan que estudió Derecho pero que no se tituló y que luego cursó administración de empresas en el Inacap. 

Nunca fue el alma de la fiesta, pero sí destacaba por su sentido del humor: lograba reírse de sí mismo, dicen quienes lo conocen. Agregan que más de una vez lo escucharon jactarse por hacer pillerías, como no pagar estacionamiento en los centros comerciales y pasar pegado al auto de adelante para no chocar con la barrera. 

Inteligente, seductor y capaz de engañar hasta a sus más cercanos, otros dicen que hasta antes de lo sucedido, jamás imaginaron que podría urdir una estafa y que en general era buen amigo.

Ahora, los afectados esperan una respuesta. Reconocen que confiaron en él y que siempre supieron que apostar en una casa de juegos online tenía riesgos. Lo que no comprenden, dicen en off the record, es por qué Irarrázaval insistió en rentabilidades falsas por tanto tiempo, malversó documentos y por qué no transparentó las pérdidas.

“Lo más perverso es que él siguió recibiendo plata cuando ya estaba quebrado. Me recibió plata en grandes cantidades y ya venía con problemas de que no depositaba los fondos”, relata uno de los afectados. 

“Le dimos la oportunidad para que nos dijera a la cara que había perdido las platas en apuestas, pero nunca quiso decir la verdad”, dice otro de sus amigos. También hay quienes creen que se trató de una estafa piramidal que se desarmó una vez que empezaron a pedirle rescates. 

“Más que perderlo todo, estoy seguro de que Vicente se robó toda la plata. Nunca transparentó. Si es que él hubiera dicho: ‘lo perdí todo’, se podría llegar a entender, pero nunca hizo eso. Y antes de que lo pilláramos andaba feliz de la vida, estaba invirtiendo terreno en Maitencillo”, cuenta otro de sus conocidos. Lo cierto es que hasta ahora, a un año desde que estalló el caso, los afectados, no tienen una respuesta del querellado y nadie sabe dónde están los montos y si todavía existen.

La defensa del acusado

La defensa de Vicente Irarrázaval está ahora a cargo del abogado Gonzalo Sáez, socio de Sáez y Cía. Consultado por DF MAS, el litigante aceptó contestar preguntas. 

“Vicente apostaba en línea y durante un tiempo le fue muy bien. Amigos y conocidos le pidieron que apostara por ellos, y lo hizo. En toda apuesta se gana o se pierde, y lamentablemente en este caso se perdió”, es parte de su versión.

Niega que se haya tratado de una estafa piramidal y dice que “acá no hay afectados, sino que un grupo de personas que se juntó para apostar en línea, y el problema es que cuando se perdió, no quisieron asumir su responsabilidad de apostar dinero en partidos deportivos, culpando a Vicente de las pérdidas”. 

Respecto a la falsificación de cuentas, cartolas y documentos, dice que como defensa no tienen constancia de eso y que es materia de investigación. Y añade que “tenemos la tranquilidad y certeza de que todo se esclarecerá en su momento”.

Según el abogado de los querellantes, Darío Silva, más allá de las apuestas que hicieron sus representados, el delito se configura por la información de ganancias falsas entregadas por el querellado. 

"Lo que lo hace un delito es que aquí se les engañó a quienes estaban entregando su dinero, diciéndoles que había generado rentabilidades, en circunstancias que se había perdido. Eso hizo que ellos siguieran apostando en base a informes y cartolas donde no se les contó la verdad”, dice. 

Y agrega: “Además, existen presunciones fundadas de que parte de esas platas no se usaban para apostar, sino para su beneficio personal. En los pantallazos enviados a los afectados, aparecen transferencias hacia sus papás y otras personas”.

La causa está siendo investigada actualmente por América Vergara de la Fiscalía local de Las Condes y Silva adelanta que el próximo trámite desde los querellados será pedir el alzamiento bancario de las cuentas de Vicente Irarrázaval Ovalle. 

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