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El “libro negro”, la “lapa” y el tarot: El sinfín de revelaciones de Rodrigo Topelberg

El “libro negro”, la “lapa” y el tarot: El sinfín de revelaciones de Rodrigo Topelberg

En paralelo a la formalización del Caso Audio, Topelberg tuvo esta semana su propia audiencia en los tribunales, en la que dio su versión de cómo vivió lo que terminó siendo la caída de Factop y el escándalo del audio.

Por: Azucena González | Publicado: Sábado 31 de agosto de 2024 a las 21:00
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"Tengo un título no válido de ingeniero en Ejecución de Administración de Empresas y, paralelamente, estudié un año de cine, un curso que duraba dos años”.

Esta fue una de las apreciaciones que dio esta semana ante los tribunales Rodrigo Topelberg al explicar su trayectoria, en el marco de una audiencia que se extendió por cuatro días.

A lo largo de las primeras jornadas que duró esta instancia, de manera inédita pidió declarar, e hizo un relato exhaustivo de su visión de este caso, que partió con la suspensión de la corredora de bolsa STF, se trasladó a Factop y explotó con el famoso audio.  Al final de las extenuantes jornadas, la noche del viernes, su defensa logró que el tribunal le revocara la prisión preventiva, y quedó con arresto domiciliario,

“Quiero dejar en claro que yo nunca capté a ningún inversionista”, dijo, así como contó que hizo el examen en la CMF para ingresar a la corredora STF, examen que duraba cuatro horas, pero que entregó la hoja en 15 minutos, “porque era chino, la verdad”, refirió. 

Entrando de lleno al momento de la suspensión de la corredora de bolsa STF, y que se le formulan cargos a los hermanos Daniel y Ariel Sauer, y que los inversionistas de Factop empiecen a pedir rescate de su dinero “por razones obvias”, Topelberg planteó:

“Veo a Ariel y Daniel totalmente anulados. Ariel no emitía comentarios, no decía nada. Se rumoreaba que estaba bajo medicamentos, y Daniel Sauer tenía una conducta errática y entraba y salía de la oficina a reuniones para decir que iba a solucionar esto. Siempre diciendo ‘calmados’, que no nos preocupáramos. Decía que hay un dinero de las acciones de Patio que se está encargando de recuperar y con eso calmar a los inversionistas”.

Reveló que le pidieron un aporte de capital para STF de US$ 800 mil a principios de mayo, finales de abril y que, pese a la reticencia de su familia de que esto funcionara, dio US$ 400 mil. “Lo cierto es que no sirvió de nada”, dijo. 

“Lo que me interesaba era que se les pudiera devolver la plata a inversionistas que estaban en la colonia judía, colonia judía con la cual yo me relacionaba. Y me gustaría pensar que saliendo de acá, cuando salga, me voy a seguir relacionando”.

“Al tiempo -dijo-, se empiezan a escuchar los rumores de que Ariel y Daniel Sauer no responden los correos, los llamados, que lo encuentro algo que no podía ser. Llamaba más al pánico. Así que me reúno con ellos, con Alberto Sauer también, todo siempre guiado por María Leonarda Villalobos, y les ofrezco mi ayuda. Mi ayuda no en un sentido de capital o monetario, sino de ver cómo puedo comunicar, ayudar con los inversionistas y en base a plazos que me dieran ellos y dineros que iban a ingresar, yo poder ir inversionista por inversionista diciéndoles cómo puedo pagar plata, qué plazos puedo dar, y empezar un poco a ordenar este tema y que los inversionistas no perdieran la fe, no generar el pánico que mencioné. Pero las fechas no se cumplieron”, acotó.

Y luego relató: “yo entró en una ‘angustia tremenda’”, por la plata y el patrimonio de su familia.

“Estaba viendo que si caía algo de dinero -y cada vez Daniel Sauer informaba que el monto iba siendo menos-, obviamente a mí se me iba a pagar último”, dijo, tras bancos, instituciones financieras e inversionistas, “una matemática que no era muy difícil de deducir. Yo estaba perdiendo gran cantidad de dinero, por no decirlo todo. Ya mi relación con los Sauer está bastante fría. Aparte, sus explicaciones no me bastaban. Empiezo a perderles la fe y empiezo a no creerles”. 
 

“Se me empieza a pegar a mí como una lapa”: 

A Leonarda Villalobos le dedicó varios pasajes en este punto de su relato. Recordó que le había dado una asesoría años anteriores y que la había tenido que despedir, pues la había pillado “en algunas cosas raras, algunas mentirillas, creo que incluso hay una firma falsificada en un balance mío, pero me inspiraba poca confianza”.

Y añadió: “Quiero dejar en claro que Leonarda Villalobos llegó por el lado Sauer (…) Se hablan muchas cosas de ella, son como leyendas que se hablan de ella, pero no llegó por mi lado. Pero veo que ella se me empieza a pegar a mí como una lapa, como, guiándome y diciéndome ‘aquí pasa algo raro y ahí puede haber ilícitos’”, narró. Y luego, planteó Topelberg, “ya empiezo a ver los primeros ilícitos con falsificación de balances o otros documentos tributarios”.

Cuenta que a principios de junio, Leonarda Villalobos le indica que efectivamente hay financiamiento de los Sauer a través de facturas falsas. “Me cuesta a mí distinguir lo que es una factura falsa, una factura ideológicamente falsa, una factura photoshopeada, pero empiezo a confirmar todo lo que dice ella, ya que lo decía con un ánimo de no mucha protección a sus clientes originales, que eran Daniel Sauer, Ariel Sauer y Alberto Sauer”, afirmó Topelberg.
 

La “sonrisa maquiavélica”

Villalobos -cuenta Topelberg- le anticipa que en la tercera semana de junio se iba a juntar con Luis Hermosilla y Daniel Sauer a una reunión, “y que me contaría qué iba a pasar en esa reunión. Yo siempre tenía la duda o de qué podía ser un malentendido o de que todo no era tan catastrófico como resultó ser”, dijo, pero ese día 22 de junio -en que ocurre la reunión que daría origen al audio-, Topelberg relata:

“Llega Leonarda Villalobos el 22 como a contarme una copucha, con una sonrisa. Y me muestra fragmentos de un audio que capta ella en la reunión con Luis Hermosilla, Daniel Sauer y ella. Yo esa mañana, antes de esa reunión, me había reunido con Daniel Sauer y él, entre comillas, se había sincerado conmigo (…) Él estaba muy triste, estaba como (en) penumbra, decaído”, describió Topelberg, por lo que después, cuando le llega el audio captado el mismo día, “con una sonrisa maquiavélica, diciendo la frase que hay que ocultarme los hechos. No pude escuchar el audio. Sólo escuché esa frase y caí en una crisis absoluta”, contó al tribunal.

Agrega que Villalobos se sentía de alguna manera más cómoda hablando con él, que con los propios Sauer, y que replicaba todo el rato que ella tenía inversiones y que tenía que cuidar sus intereses. Y que comenzó a ir frecuente a su casa de ese entonces.

“Empezó un poco un acoso a mi casa (la de su señora en ese entonces). Después de las 7 de la tarde iba a contar todo lo que había pasado y todo lo que había descubierto, e insistía que escuchara yo ese audio completo. Yo no quería escuchar, yo no quería creer. Es por eso que lo escucha con mi señora Yael. Y Yael, en el transcurso de una semana, me convence de que lo escuche completo, que era importante. Ella está apanicada por la situación. Yo también. Pero ella ya empieza a hablar de riesgo de cárcel. Agarro valor y escucho la voz. No me demoro los 105 minutos del audio, me demoro cuatro días en escucharlo. Uno, porque lo tengo que escuchar con calma, detenidamente, tratando de entender cosas que no entendía. Pero lo hago pausado. Y lo escucho por completo. Honestamente, el tema de coimas, el tema de quemar oficinas, todo lo que están alarmados ahora, incluso en este minuto, no era lo que más me impresionaba. Estaba impresionado de la traición de alguien que yo consideré un hermano (…) Era el padrino de mi hija mayor. Yo era el padrino de su hija mayor, y no podía creerlo. No podía creerlo. Ahí se me presentan dos opciones. Una, hacerme el loco y básicamente seguir colaborando con dinero que no tenía y automáticamente convertirme en un cómplice. O denunciarlo. Obviamente por mi formación familiar no cometo ilícitos, no soy un delincuente. La pregunta era cómo hacerlo”. 

“No me gustó cómo era Luis Hermosilla (…) Hubo una reunión en la que me citó. Toda esa reunión fue para decirme que tengo que estar cerca de mi hermano, del compañero, del amigo Daniel Sauer. Porque él ha visto muchas veces pasar que se separan, salen trapitos al sol que nadie quiere”.
Topelberg narró que quitó el patrocinio de Luis Hermosilla y de María Leonarda Villalobos, y tomó al abogado civilista José Coz, el cual le dice que también va a necesitar un abogado penalista: Alejandro Awad. Recopila información y prepara las primeras querellas, que partieron el 31 de julio y se extiendieron hasta el 4 de agosto. “Estoy convencido de que no era más fácil taparlo. Esto hubiera salido a la luz al poco, medio o mucho tiempo después. Pero yo no iba a participar de eso”, narró Topelberg.

En ese punto, narró cómo accedió a lo que después se conoció como el “libro negro”, el Excel que contenía los datos. Ocurrió que el encargado de informática renunció el 31 de julio porque se le debía dinero de varios meses, lo que genera que acceda a la información de respaldo, “un archivo Excel que manejaba Ariel (…) Yo deduzco que estaba todo. Y así fue. Estaban operaciones también de la facturación falsa”.
 

“Me tratan como una basura”

 Topelberg describió cómo fue su periplo por las autoridades. Dice que le tomaron declaración en la CMF, que hizo la denuncia en el SII -“se genera un oficio, me excluyen de cargos”, dice-, pero luego ahondó en el rol del Ministerio Público, sobre el que hizo numerosísimas críticas.

“Yo con esa querella di el puntapié inicial o como algunos le llaman, tirar el mantel al gran escándalo Factop. Yo esperaba que me iban a citar a la semana siguiente. Pasa el tiempo, pasa el tiempo, no me citan. Pasa un mes. En ese mes yo ya empiezo a escuchar este audio maldito día tras día. Y cada vez que lo escuchaba, que yo ya me atrevo a decir que lo escuché más de 50 veces, diría 100”, dijo, contando que tuvo debate de la licitud o ilicitud del audio como prueba.

“Yo no aguanto más. No tolero más esta situación. Y deseo enviarle el audio al fiscal (Felipe) Sepúlveda, a un funcionario de la CMF, al medio periodístico CIPER, y a mi propio abogado, José Coz, en parte diciéndole ‘aquí yo no aguanté más’. No quise que me convencieran de no hacerlo. Lo hice total y absolutamente solo. Yo no filtré ningún audio, yo envié un audio a las autoridades y a un medio periodístico porque dudaba de la agilidad del Ministerio Público (…) ¿En qué termina esto? En que un día de abril, 8 de abril, me arrestan. Es mi primer contacto con el Ministerio Público (…) Ellos decidieron que, pese a que no tienen ninguna prueba de que yo haya hecho facturas falsas y hasta el día de hoy ellos no dicen que yo haga lo que dicen, la duda de ellos es si yo sabía o no sabía, en base a conjeturas, que era cercano a los Sauer, que compartía oficina”.

Topelberg relata la formalización “durísima” en la que estuvo. En la que participó Luis Flores. Daniel Sauer, Ariel Sauer, Darío Cuadra y Alberto Sauer, “donde veo que Darío Cuadra tenía algo ya arreglado con el Ministerio Público. Veo que nos ponen a un calabozo común y a Darío Cuadra lo tienen segregado. Siendo que él en mi investigación ideó el esquema Das, Guayasamín, Factop de factura falsa (…) Y a mí, veo que me tratan como una basura (…) Siento que no merezco reclusión nocturna. No merezco ser formalizado”, dijo.

Y especificó que cuando, tras la apelación de la fiscalía, le informan que tiene que entrar a prisión preventiva a Capitán Yáber, con los Sauer a quienes había delatado, “me quise morir. Me caí al suelo, literalmente (…) Yo quería que se hiciera justicia. Iba a probar mi inocencia, se iba a saber quién realmente estaba lucrando con este trabajo. Como puse en mi querella inicial, se ha cumplido a cabalidad: eran el grupo Patio con los hermanos Jalaff, no el grupo Patio completo (..) Quiero recalcar que yo destapé esto”.

Muy crítico de la fiscalía, incluso relató un episodio que ocurrió en su segunda declaración en que, pese a que sus abogados le habían recomendado que no tirara chistes o comentarios “simpáticos”, hace mención a si se había ganado una estrellita como las que le dan a los niños en el kindergarten.

“A lo que recibo el siguiente chiste: ‘Tengo entendido que a ustedes no les gustan las estrellas en el pecho’. A un descendiente de judíos, abuelo sobreviviente de campos de concentración. Me pareció de pésimo mal gusto. No supe cómo actuar (…) Me congelé por un minuto. No me lo puedo callar”, reclamó.

En otro pasaje volvió sobre su decepción con el Ministerio Público y la conexión de esto con la difusión del audio: “Yo estaba muy decepcionado del Ministerio Público que no me había llamado en tres meses (…) Era un método de ejercer presión. Lo que está en ese audio es escandaloso. Yo no sabía si el Ministerio Público debía empezar con sus causas secretas y todo, iba a pasar el tiempo. Una manera fue que se apurara el paso”.
 

“Somos dos caras de la misma moneda”

Durante las contra preguntas fue consultado por el fin de la relación con Hermosilla y Villalobos. “Hay dos respuestas para eso. La principal era que no podía compartir abogados cruzados y la otra es que no me gustó cómo era Luis Hermosilla (…) Hubo una reunión en la que me citó Hermosilla. Yo ya estaba distanciándome de Daniel Sauer. Esta reunión fue antes de que yo escuchara el audio, por ahí por principios de junio. Se quiere tomar un café conmigo (…) Llega tarde. Esto fue muy extraño y perdón por lo gráfico, pero para que entiendan un poco el personaje que estamos hablando (…) Llega con la corbata desabrochada, sin tener mayor confianza conmigo me dice ‘perdóname, pero tengo un grave caso de diarrea’. Yo me reí. (…) Después me daría cuenta que era una técnica, una táctica muy hábil para que yo bajara mi guardia. Toda esa reunión fue para decirme que tengo que estar cerca de mi hermano, del compañero, del amigo Daniel Sauer. Porque él ha visto muchas veces pasar que se separan, salen trapitos al sol que nadie quiere y uno termina siendo perjudicado, haya cometido una infracción o no. Yo no soy un delincuente”.

Sobre el caso de Villalobos, dijo: “Cuando voy a presentar las querellas y ella es abogada de los Sauer -había una cierta amistad, la Leo es simpática, le leía el tarot-, le digo ‘bueno, aquí nos separamos obviamente. Tú vas a seguir siendo abogada de los Sauer’ (…) Yo tenía mil razones para no quererla. Razones obvias. Perdonando lo coloquial, la encuentro chanta. Pero le di la razón más sensata: decirle que acá hay un claro conflicto de interés. Si trabajaste con los Sauer, cómo te puedes ir a trabajar con los Topelberg si se van a querellar. Y respondió casi automáticamente diciéndome que no me preocupe. El patrocinio lo tendría Alejandra Borda. Y me dice ‘somos dos caras de la misma moneda’. Yo no conocía a Alejandra Borda y ahora que la conozco estuve muy bien en decir que no, gracias”.

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