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Inversiones y algo de rock: el estilo de Noosa Capital
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De la pared de una de las oficinas de la firma de asesoría de inversiones Noosa Capital cuelga un cuadro con posters de Sting y The Police. Sobre su mesa hay una radio de madera antigua; en la ventana, un bajo de los ‘70, como el que usaba Paul McCartney. Su dueño, Pablo Lewin, es el vocalista y bajista de De Cops, banda tributo del grupo inglés que él mismo creó en 2009 (ver recuadro).
Fue precisamente esa afición, la música, la que lo unió con Andrés Correa (52), ingeniero comercial de la Universidad Mayor, MBA de la UAI. Lewin -ingeniero comercial de la UDP y antes de entrar a Munita, Cruzat & Claro (MCC), ejecutivo en B&C corredores de Bolsa- conocía a Correa desde su época escolar: el primero era dos años menor y ambos tocaban en bandas en el colegio (actualmente Correa pertenece a La Isla, grupo de rock que por estos días graba un nuevo disco).
No se vieron más, hasta un matrimonio en 2002. Era en pleno auge de las puntocom y Correa -quien antes había sido parte del equipo del Grupo Security- en ese momento era socio de lafiera.com, una conocida compañía dedicada al e-commerce de Latinoamérica.
Conversaron de música, claro, y de la compleja situación de la incipiente industria de internet. Lewin recomendó a sus entonces jefes -Alberto Munita, Gastón Cruzat y Eugenio Claro- fichar a Correa para el equipo de inversiones de MCC, en ese momento una corredora de bolsa aún pequeña. Todos aceptaron.
Ese mismo año Lewin pasó a ser socio de la firma (más tarde, Correa también, quien a su vez fue gerente general). Al tiempo se unió Juan Cristóbal Alcalde -ingeniero comercial de la UFT quien trabajó en AFP Provida y Grupo Security- y, en 2009, Ramón Suárez, ingeniero comercial de la Uandes.
Este último fue analista de banca privada de LarrainVial y tras terminar su MBA en Babson, Boston, fue recomendado por un amigo en común, Nicolás Noguera, entonces a cargo del family office de Sebastián Piñera. “Un sello de MCC era que, si uno veía un talento fuera de la oficina, había que capturarlo, aunque no hubiera un puesto concreto para ofrecer”, cuenta Lewin. Todos llegaron a ser socios. “Era una oficina muy familiar, hacíamos asados una vez al mes, el equipo era muy unido”, añade Lewin.
En 2010 el banco brasileño Itaú tocó su puerta y compró el 50% de MCC. En 2014 -tras la unión de Itaú con Corpbanca-, la transacción concretó el 100% de adquisición, y los entonces socios quedaron como ejecutivos de MCC Itaú: Suárez pasó a ser gerente general y Correa director ejecutivo.
En 2017 empezó lo que ellos definen como una transición natural, los liderazgos fueron cambiando, y ellos saliendo. Tras haber trabajado entre 13 y 15 años juntos, no había dudas de que seguirían un camino juntos. Se propusieron armar una oficina propia de asesoría de inversiones, pero había que esperar un tiempo, pues habían firmado un acuerdo de un año de non compete -no trabajar en otra firma del sector- con Itaú.
Había que hacer algo ese año lejos del mercado. Andrés Correa, fanático del surf, optó por salir de Chile y eligió Australia como destino para pasar ese 2017 con su familia. En concreto, partieron a Noosa, destino conocido por sus playas y olas. Sus amigos Alcalde y Lewin fueron a verlo a fines de ese año. Fue un viaje especial, recuerdan hoy, mientras rememoran su historia en su oficina en Tánica.
Cuentan que ya de vuelta en Chile, a mediados del 2018 los cuatro se juntaban en el living de la casa de Correa a cranear cómo sería su empresa. Ahí, en la que fue la oficina tipo garage del grupo durante tres meses, Alcalde dijo: “Lo pasamos increíble en Noosa, ¿por qué no llamar así la empresa?”. Sus socios estaban pensando en algo más tradicional, con sus apellidos. Les confundían además las dos “o” seguidas. Pero finalmente, la propuesta -y el ejemplo de Google, también con dos “o”- les hizo sentido.
Con el tiempo, algunos de los integrantes de MCC se fueron uniendo al equipo. Hoy, de los ocho socios y 15 profesionales que conforman el equipo, el 99% viene de esos años. Una de ellas es Isabel Olivos, su exsocia a quien este cuarteto recuerda con especial cariño estos días: hace justo un año -el 25 de enero-, y con sólo 40 años, murió de cáncer.
“Fue un golpe muy fuerte para nosotros. Con ella trabajamos juntos toda la vida. Lo que hemos construido aquí es mucho más que un trabajo, esto es mucho más que un grupo de socios, somos amigos de verdad, somos familia. La recordamos siempre con mucho cariño y admiración”, coinciden Pablo, Andrés, Ramón y Juan Cristóbal. Los demás socios son Santiago Munita, Ricardo Ramírez, Sebastián Vives y Camila Echavarri.
BlackRock y el “no” a las modas
Para mantener ese ADN, los antiguos socios de MCC Alberto Munita y Gastón Cruzat -dueño de la oficina en Tánica que ellos arriendan- siguen vinculados: ahora como consejeros de Noosa. En ese mismo rol están Antonio Cruz, fundador de Moneda Asset Management y Aurus Capital, Joaquín Villarino, presidente ejecutivo del Consejo Minero, y Boris Buvinic, ex gerente general del Banco Itaú.
“Formamos una compañía que se dedica a asesorar a un grupo de clientes privados en sus inversiones financieras. Ese es nuestro giro, y es un giro único. No somos una fábrica de nada, no le distribuimos productos a nadie, no hacemos distribución de fondos ni tampoco creamos una AGF. Nuestro rol es ser asesores independientes de un grupo de familias”, explica Ramón Suárez, quien es el gerente general de Noosa.
Su enfoque, sigue Suárez, “es muy similar a cómo se administran las platas de grandes fortunas del mundo y de los clientes institucionales”. Y, lo otro que se propusieron fue ser independientes: sin bancos de por medio, y que sus ingresos vinieran únicamente de los propios clientes.
A diferencia del sello que tenían en MCC, la renta fija, ahora están más enfocados en el asset allocation y gestión del riesgo de los portafolios a través de instrumentos eficientes, líquidos y con un enfoque muy internacional. El 80% del negocio está en activos líquidos y el restante, en otras inversiones alternativas. “Nuestros clientes tienen su patrimonio, propiedades y negocios basados en Chile. Entonces lo lógico es estar afuera”, explica Suárez.
Por lo mismo, uno de los hitos que destacan de estos cinco años es la alianza que firmaron en abril del 2021 con BlackRock, uno de los principales gestores de activos a nivel global. “Nos permite acceder a la vanguardia en términos del conocimiento para la construcción de portafolios para nuestros clientes y la gestión continua del riesgo. El acuerdo nos permite acceder al equipo de portafolio manejado de BlackRock y toda su inteligencia que está detrás. Esto nos ha permitido ir creciendo de manera acelerada en el tiempo”, cuenta Andrés Correa. En los últimos dos años esta empresa triplicó el número de clientes: partieron con cinco en 2018 y ya van en 130.
“Nuestro lema es: eficiencia en costos y mucha disciplina. También asesoramos a nuestros clientes en otras aristas de las inversiones, como el cumplimiento tributario, apoyo a directorios de empresas familiares en decisiones clave, compras de propiedades y acceso de equipos de abogados internacionales. “Somos como un consigliere de una familia que parte por las inversiones, pero terminamos integrando muchos ámbitos”, explica Suárez. Lewin agrega: “Nos ha tocado intervenir en temas difíciles, conflictos, situaciones complejas. Pero como somos un equipo independiente y con relación de largo plazo, nuestros consejos son bien recibidos”.
¿Invierten en venture capital? “Le hacemos el quite a las modas, por eso tampoco estamos en startups”, aclaran de inmediato. Y lo explican: “Nuestros clientes se juegan la vida y arriesgan su patrimonio en sus negocios, por lo tanto nuestro mandato es preservarlo en el tiempo y armar un portafolio que sea muy eficiente, que tenga mucha diversificación, que tenga exposición global, que te permita acceder a industrias que acá en Chile no existen, como la inteligencia artificial, por ejemplo, y hacerlo crecer”. “Creemos en la la teoría de portafolios y la diversificación y somos bastante agnósticos de las ideas individuales que impliquen riesgos no medibles. Ha llegado gente pidiendo una oportunidad puntual, y en esos casos somos bien honestos: este no es el lugar”, concluye Lewin.
Pablo Lewin es el menor de cinco hermanos y creció escuchando The Beatles y The Police. De estos grupos le llamaba la atención que el vocalista tocara el bajo y cantara a la vez. En su casa siempre hubo instrumentos, su mamá era profesora de guitarra. “Pero yo no era muy “ducho” para la guitarra, por lo que mis amigos me recomendaron probar con el bajo”, recuerda. Tenía 10 años.
El hobbie avanzó, y en la adolescencia armó una banda, Revólver, que tocaba covers sólo de The Beatles: él hacía el papel de McCartney. Y en las horas libres, practicaba los singles de The Police. Una noche visitó el bar La Taberna de la calle Suecia, en Providencia, donde el grupo Liverpool (hoy, Beatlemanía), se presentaba en la semana.
Se acercó al líder, el músico Mario Olguín: “Le dije que yo tocaba y cantaba como McCartney. Y le pedí una oportunidad”. Tenía 16 años, Olguín cerca de 20 más. Y terminó integrando la banda intermitentemente. Diez años después, Olguín le contó que el bajista de esa época, iba estar involucrado también en otros proyectos personales. “Me propuso reemplazarlo cada vez que él no pudiera, y así estuvmos un buen tiempo”. El día de su matrimonio, 25 de Noviembre de 2000, fue el último que tocó ahí.
Lo de Sting vino después. Esta vez fue el abogado Rodrigo Delaveau, quien le reveló su idea de armar una banda con canciones de The Police. El jurista tocaba batería, Lewin el bajo, pero no cantaba como el inglés. Ficharon a otro amigo, guitarrista, y ensayaron un año. Su primer show fue el 9 de septiembre del 2010. Esa navidad le llegó un regalo inesperado. “Un amigo, cliente de MCC, quien era cercano a Pablo Morales (organizador del Festival de Viña) me dijo ‘vas a ser el chofer de Sting. Necesito que estés conmigo el 24 de febrero’. No lo podía creer”, recuerda.
Lewin lo fue a buscar al aeropuerto. El primer encuentro, no fue del todo fluido, recuerda riendo. “Le pesqué el bajo para guardarlo, y me dijo ‘yo puedo hacerlo’. Me habían dicho que le gustaba el bossa nova, le tenía un disco preparado, pero me respondió ‘me dedico a esto, no pongas música’. Después prendí el aire acondicionado, y me pide: ‘canto en dos días más, puedes apagarlo por favor’”, ríe Lewin.
“‘En qué me metí, pensé en ese momento’”. El manager -William “Bill” Francis, quien murió hace dos años-, le propuso almorzar en Casablanca. Luego pasaron por el Enjoy. Así estuvieron paseando los tres previo al show. “Sting no fue pesado, nunca. Pero tampoco quería conversar. Es muy parco. En ese momento era una situación medio nerviosa, pero después lo entendí”, cuenta el socio de Noosa, quien además tenía prohibido pedir autógrafos y selfies. Después del show -y tras sortear una avalancha de periodistas- lo llevó de vuelta al hotel, donde comieron ya más relajadamente con él y los 18 músicos de la sinfonía que tocó esa vez. “Fue muy entretenido”, asegura.
En total, ya han estado más de 10 veces juntos, entre shows privados e incluso el musical que el bajista británico organizó para 200 personas en su cumpleaños en 2013 (donde le dieron asiento en primera fila). Y las cinco veces que Sting ha venido a Chile desde que se conocen, él es quien lo recoge y lo lleva a comer.
Le encantaba ir al restorán Da Carla, del cual Lewin era socio, y en una oportunidad, en 2016, en el segundo piso, éste armó una exposición de todos los instrumentos que ha usado Sting y sus músicos desde el año 1972, algo histórico y único en el mundo. “Ahí tocó con mi bajo”, cuenta el ingeniero comercial. Sus hijos y su mujer también han compartido varias veces con el intérprete de The Englishman.
Y, en 2018, para la gira con Shaggy, tuvo que organizarle el cumpleaños a este último: “¿A quién invito?, le pregunté a Bill. ‘A tus amigos, me dijo’. Cerramos en el restorán Oporto, fue espectacular’”, rememora. En agradecimiento, Sting lo invitó a comer con toda su familia previo al show en el Movistar Arena. En paralelo, De Cops fue agarrando vuelo.
“Desde que nos lanzamos hubo una serie de ensayos, tocatas y un periodo de tocar mal, mal mal, hasta que en 2014, la cosa ya andaba bien, incluso presentando en Miami y Buenos Aires”, confiesa. En su peak pueden llegar a tocar en vivo cerca de 40 veces al año y se ha consagrado como la banda tributo de The Police & Sting. Lewin incluso se empezó a mimetizar con el británico.
“Esto es como una obra de teatro, cuando Sting se dejó la barba, yo también. Justo ahí él vino a Chile, y al verme me dijo riendo, ‘you are fucking insane’”, ríe Lewin, sin duda el chileno más cercano a Sting. “No somos amigos, pero he tenido la suerte de estar varias veces con él”, concluye Lewin, a quien le han pedido entrevistas de matinales y diversos medio. Las ha declinado todas. Hasta ahora. Su socio, el también músico, Andrés Correa, añade: “Este esfuerzo y disciplina de Pablo con De Cops, es un sello de la pasión de Noosa, tanto de él, como de todos los socios”.