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José Miguel Insulza y crisis de seguridad: La izquierda “demoró mucho en aceptar que este era el principal problema del país”
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“Me vino una sensación de angustia”. José Miguel Insulza (PS) estaba en Arica -circunscripción que representa en el Senado- cuando la madrugada del miércoles comenzó a leer las noticias en su computador, como es usual, cuenta en esta conversación con DF MAS. Era esa idea de la “ola de homicidios” lo que lo hizo sentir así.
Una impresión de que “no hay control”, repite en más de una ocasión en esta entrevista, respecto a lo que había ocurrido el fin de semana largo y que la prensa registraba: 16 asesinatos, entre ellos cuatro adolescentes que habían fallecido en una balacera en Quilicura y otras cinco personas que fueron víctimas de una matanza en una fiesta en Lampa.
Una impresión de que “no hay control”, repite en más de una ocasión en esta entrevista, respecto a lo que había ocurrido el fin de semana largo y que la prensa registraba: 16 asesinatos, entre ellos cuatro adolescentes que habían fallecido en una balacera en Quilicura y otras cinco personas que fueron víctimas de una matanza en una fiesta en Lampa.
El exministro estaba solo en esa ciudad; no estaba con su esposa, pues estaba abocado a trabajar en terreno, como pasa en las semanas regionales como éstas. Era temprano, no pensó en tomar el teléfono para hablar con un compañero de partido ni se comunicó con La Moneda. Abrió su correo electrónico, redactó unas ideas y se las envió a su periodista para dejar un mensaje en X que no tardó en desatar un boomerang de reacciones.
“El Gobierno debe decretar estado de sitio en la Región Metropolitana”, escribió a las 8:51 de la mañana. No era primera vez que lo había pensado, dice. De hecho, lo esbozó en junio del año pasado en medio de ataques incendiarios en La Araucanía.
El parlamentario no ha parado de hablar en radios o televisión, porque, cree, Chile aún está a tiempo de recuperar el control de la seguridad. Entre eso, instaló otras ideas, como por ejemplo que en Chile ya estábamos en “cifras salvadoreñas”, pero, comenta, no lo dijo en el sentido literal.
“Cuando yo era secretario general de la OEA me llegaban todos los lunes en la mañana informaciones sobre que en El Salvador habían matado, no sé, 17 personas la noche del sábado y del domingo. Me trajo esos recuerdos, por eso dije lo de las cifras”, señala. Y este miércoles tuvo un despertar similar, aunque ahora en Chile.
“Cuando yo era secretario general de la OEA me llegaban todos los lunes en la mañana informaciones sobre que en El Salvador habían matado, no sé, 17 personas la noche del sábado y del domingo. Me trajo esos recuerdos, por eso dije lo de las cifras”, señala. Y este miércoles tuvo un despertar similar, aunque ahora en Chile.
- Durante la semana ha salido a desarrollar qué significaría para usted este estado de sitio. En el imaginario de Chile, por su historia, está la dictadura y nada más. ¿Qué señal se daría esta vez?
- El estado de sitio es entregarle al Presidente de la República un conjunto de herramientas, no es que salgan los militares a la calle, o decirles “hagan esto”, “hagan esta otra cosa”... El estado de sitio son sólo órdenes que va a emitir el Presidente de la República y que no se pueden hacer sin él. No estoy pensando en un estado de sitio que signifique que saquemos al Ejército a la calle o algo por el estilo, un estado de sitio que el Presidente pueda usar para tomar decisiones que realmente devuelvan el control de Santiago a las fuerzas policiales, es decir, allanar lugares, detener gente. Es una tarea dura. Mire, esto fue un llamado a las alarmas, por decirlo de alguna manera, yo no quiero poner condiciones ni mucho menos. Se dice que podría ser un estado de emergencia, lo que se quiera la verdad, pero se requiere dar una señal clara de que esta gente no va a seguir mandando en Santiago y matando por todos lados.
- La idea del estado de sitio se instaló, pero el Gobierno hasta ahora parece descartarla, aunque se analiza el rol de los militares. Usted bien sabe que las FFAA no están preparadas para esa tarea del crimen, lo han dicho. ¿Cómo debe ser ese rol?
- La principal tarea es poner a los militares en las infraestructura críticas: no toda, no siempre. El Metro es una infraestructura crítica, pero yo no pondría militares ahí, pero sí en las centrales hidroeléctricas, en los caminos principales.
- ¿Y en los barrios?
- No, en los barrios no. De ninguna manera. El único caso sería cuando se deba allanar alguna zona y se encuentre una resistencia armada inesperada. Y aún en eso tengo dudas.
La imprevisión
José Miguel Insulza milita desde 1985 en el Partido Socialista. En 1994, cuando la Concertación llevaba unos cuatro años a la cabeza del país, asumió como subsecretario de RREE; luego fue canciller. Más tarde, estuvo de titular de la Secretaría General de la Presidencia por poco menos de un año y saltó al cargo que le daría su mítico apodo de “el Pánzer” como ministro del Interior de Ricardo Lagos. La alusión apelaba a su perfil en esa cartera: mostraba solidez en los momentos más complejos del Gobierno, avanzaba como esos tanques alemanes. Su contextura robusta también acompañaba ese sobrenombre.
Por eso impactó esta semana su petición radical. A tal punto, que su compañero de bancada Juan Luis Castro lo llamó a los 15 minutos de que escribió en X para asegurarse de que no se tratara de una fake news. No sólo causó sorpresa, eso sí, pues varios salieron a respaldarlo, incluido el propio Castro. Hasta el Presidente Boric ese día no descartó un estado de sitio.
Más allá de la angustia que dice haber sentido el miércoles, Insulza comenta: “Todo es tan distinto a cuando yo fui ministro del Interior. No recuerdo una crisis así, sé que no fue fácil tampoco, pero no viví nada similar. En ese momento la tasa de homicidios en Chile era la más baja del continente”.
Y sigue recordando: “En ese tiempo la principal discusión era con el alcalde (Joaquín) Lavín sobre el comercio ambulante en el centro de Santiago. Recuerdo en una ocasión, cuando fue el paro de los transportistas, que hubo una reunión para ver qué hacíamos, y uno de los asistentes llegó con la noticia de que había visto a una persona en el paro con una pequeña metralleta. Esto provocó una conmoción enorme, nadie podía imaginar algo así. Pero hoy cualquier rufián de tercera categoría tiene un arma de repetición y las exhiben tanto los que las usan -los que son propiamente de bandas criminales- como aquellos que creen que es una buena cosa andar con armas por la calle y mostrarlas. Todas esas cosas a uno le dan la sensación de que no estamos en control. Uno siente que cada persona que sale a la calle, sale a una aventura”.
- ¿Cómo llegamos a este punto?
- No previmos. No hay que echarse la culpa entre nosotros, aunque yo sí le echo la culpa al gobierno anterior de haber ido a buscar venezolanos a Colombia, pero eso a estas alturas es un detalle. La verdad es que llegamos a esto por imprevisión. En 2016 la población flotante en Chile era mínima, las tasas económicas estaban bien, en Chile había tal vez un 1,5% de extranjeros. En ese momento dije una cosa que podría aplicarse ahora. Cuando alguien me preguntó por la migración, de que estaba llegando tanta gente, si se iba a mantener, yo dije “claro, si está muy difícil entrar a Estados Unidos y hay gente que quiere irse a otra parte a probar fortuna y hay un país que tiene una economía estable, un orden político interno estable y razonable, ¿por qué no apostar a eso y venirse para acá?”.
Eso ocurrió. Primero pasó en varios meses, luego en varios años. No se olvide que a Chile se llegaba y se entraba... Una tarjeta de aeropuerto y chao. Y de pronto empezaron a llegar bandas criminales. Muchos creyeron que era puro bluf.
Eso ocurrió. Primero pasó en varios meses, luego en varios años. No se olvide que a Chile se llegaba y se entraba... Una tarjeta de aeropuerto y chao. Y de pronto empezaron a llegar bandas criminales. Muchos creyeron que era puro bluf.
Continúa: “Santiago se transformó en un espacio donde en algunas zonas no se podía entrar y todos lo sabíamos. Hay poblaciones en el sur de Santiago en las cuales las policías no se atreven a entrar, eso significa que no tenemos control. ¿Por qué pasó? Repito: por imprevisión. Nadie lo vio venir. Ni la derecha, ni la izquierda, ni el centro. En general, la responsabilidad es común. En paralelo, pienso que las fuerzas de orden no estaban lo suficientemente alertas respecto a lo que estaba pasando”.
“La izquierda se demoró mucho...”
- ¿Qué tiene que hacer la clase política para mostrar que puede abordar un problema de esta magnitud?
- Mire, ya hay un progreso. Hace cinco o seis años fui invitado a la comisión política del Partido Socialista para informar sobre temas de seguridad y varias personas me dijeron: “¿por qué nosotros discutimos de seguridad, si son temas de las policías?” Decían que no había razón para que los políticos nos metiéramos. Ahora se han dado cuenta de que la seguridad es también materia de la política. Y eso ya es un progreso. Cuando llegué al Senado en 2018 no existía la comisión de Seguridad Pública. Con Felipe Harboe la creamos. No había muchos senadores interesados en ese momento tampoco. Hoy día todos quieren participar, discutir sobre los temas de seguridad pública. A veces, se proponen cosas no muy razonables, pero por lo menos la clase política ha tomado conciencia de que este es el principal problema del país.
- Y eso, con el análisis sobre la mesa de que la seguridad era un tema que la izquierda dejaba de lado. No tenían discurso, a comparación de la derecha, ¿no?
- Eran dos cosas que se complementaban, la derecha tampoco tenía mucho discurso, la verdad, porque creían que siempre las policías y los militares iban a estar del lado de ellos. Pero luego se empezaron a dar cuenta de que ambas instituciones son autónomas y que no tienen que contar con ellas para cualquier cosa. Pero es cierto lo que usted dice: la izquierda se demoró mucho en aceptar que este era el principal problema del país.
- Y en ese sentido, ¿ha visto cambios del Frente Amplio y del Socialismo Democrático? ¿Cómo ha visto su rol en esta crisis?
- Están bastante flexibles. Sin mucha iniciativa, pero bastante flexibles. Usted recordará que aprobar los primeros estados de emergencia costó, no era fácil, era con discusión, y la verdad es que eso ha ido cambiando en la medida en que se han ido dando cuenta de que esto es un tema que va creciendo y probablemente vamos a tener que seguir combatiendo crimen organizado durante varios años. Lo importante es conseguir que la gente tenga la sensación de que el Estado está a la cabeza de esto.
- El PC sorprendió esta semana con dos hitos, primero, llamando a acuerdo nacional por la seguridad y, segundo, Lautaro Carmona no poniendo reparos a un eventual estado de sitio. ¿Cómo lo vio?
- Me pareció estupendo. Esta idea del acuerdo nacional sobre seguridad pública, sorprendió… Así como en mi partido no había mucho interés por estos temas, nunca había visto al PC en una posición así. Me parece bien, porque tenemos que ponernos de acuerdo. Mi palabra es esta: control. Tenemos que controlar la situación. Creo que se ha hecho mucho esfuerzo en eso. La tasa de homicidios iba a la baja, y esta crisis del fin de semana sacudió todo de nuevo, pero nos permitió salir de la idea de que nos estaba yendo bien... Las bandas criminales están en todos los barrios, ésa es la verdad.
-En todo caso, la semana pasada el mismo PC tensionó la relación con el Gobierno cuando acusaron montaje en el operativo en Villa Francia. Es un contraste...
-No diría que hay contraste. En realidad es un tema distinto, pero creo que es importante valorar esta posición del Partido Comunista.
- ¿Cómo analiza el rol de la oposición?
- La oposición ha estado poco constructiva en los últimos días, antes en general estaba bastante más constructiva en materia de seguridad. Estos últimos días se han ido cayendo, pienso que es el efecto de la proximidad de las elecciones. Y, bueno, la derecha tiene una falta de relato.
Evaluación al Gobierno
Hasta el viernes por la mañana, Insulza estuvo en Arica. Tomó un vuelo temprano a Santiago y hasta ese momento no había tenido contacto con La Moneda. Pero eso cambió horas más tarde, cuando asistió a un almuerzo en Palacio con la ministra del Interior, Carolina Tohá. Lo acompañaron otros dirigentes PS, entre ellos la presidenta del partido, Paulina Vodanovic.
A la salida, el senador dijo que junto a sus pares del PS pidieron otorgar discusión inmediata al proyecto de infraestructura crítica y retrocedió, por ahora, en el estado de sitio. “No es una alternativa. Naturalmente si la derecha se niega a legislar tendrá que dar sus explicaciones, por mientras le ponemos algo que ellos pidieron”, comentó en La Moneda.
En la entrevista con DF MAS, deja claro que si bien no es crítico con el Gobierno, sí cree que se deben dar señales de mayor control.
- Cuando ocurren incidentes de alta connotación pública, este Gobierno dice que son casos de “ajustes de cuentas”, por lo que intentan transmitir, digamos, que es algo aislado. O sea, que al ciudadano común, en su casa, no le va a pasar nada... eso se lee entre líneas. ¿Cómo ha cambiado aquello?
- Sin duda hay ajustes de cuentas, pero también hay homicidios de gente que no está metida en drogas ni en nada. La matanza de esos cuatro muchachos en Quilicura es una cosa horrible, fue porque a alguien se le ocurrió matarlos. Le aseguro que si es cierto como dicen algunos medios que fue por error, bueno, no les importó el error. La vida empezó a valer mucho menos en determinados barrios de la ciudad.
- ¿Cuál es su evaluación del Gobierno en este sentido?
- Yo le digo: la ministra Carolina Tohá es la mejor persona para dirigir esto. Hay gente en la oposición que anda pidiendo su renuncia, alguien dijo que “está agotada”, pero ella ha hecho un gran papel, está persiguiendo acuerdos políticos sobre seguridad pública hace ya dos años y nadie podría criticarla por haber demorado las principales medidas en materia de combate al crimen.
- ¿Y cómo ve el rol del subsecretario Monsalve? La oposición ha pedido renuncias de todo el equipo de Seguridad…
- No sé por qué ahora también les da con Monsalve. Ellos han hecho todos los esfuerzos necesarios y nadie puede hacerlo mejor para contener esto y enderezar las cosas. Y además lo hacen con permanente llamado a la unidad. En la comisión de Seguridad estuve en innumerables reuniones en que la ministra Tohá insistía e insistía en que había que llegar a acuerdos. Incluso cuando se planteó el tema de la infraestructura crítica y la oposición dijo que había que tener Reglas del Uso de Fuerza, bueno, se lanzó. Yo no estaba muy convencido, pero igual, para que se pudiera aprobar infraestructura crítica, había que mejorar las RUF y se hizo. Cuando pedí que se desplazaran militares en la frontera, la ministra Tohá fue a Arica, vio la situación en terreno y decidió poner militares en la frontera; hasta se tuvo que hacer una reforma constitucional. Entonces, por favor, no sigamos criticando a las personas que más se la han jugado en el tema de la lucha contra la delincuencia.
- ¿No cree que fue tardía la reacción esta semana? La ministra estaba de días libres...
- No creo. La situación ya se estaba considerando. Esas reuniones que se dan con todos al mismo tiempo, son para coordinar, no para tomar decisiones. Y el miércoles ya estaban en posición de tomar una decisión.
- No sólo está la crítica de lo tardío, sino también a una frase de la vocera este lunes cuando señaló que no estamos al nivel de los países vecinos.
-Bueno, hay un país que se llama Ecuador y que hace cinco años tenía las mismas tasas de homicidio que tiene Chile hoy. Y mire cómo está Ecuador. Las comparaciones también sirven para ver cómo las cosas se pueden echar a perder demasiado rápido, por eso mi alarma.
- ¿Qué le pareció el anuncio de la construcción de una nueva cárcel?
- El ministro (Luis) Cordero viene diciendo hace mucho tiempo que las decisiones que se están tomando y dictando van a significar un aumento en las ocupaciones de las cárceles y que la lucha contra el crimen organizado va a requerir cárceles especiales. Esto obedece inicialmente a ese problema, no sé si será suficiente, pero me parece bien. Es una decisión difícil, porque la gente siempre quiere más cárceles, pero no las quiere tener cerca.
- ¿Usted sintió que tiró el mantel esta semana?
- ¿Si yo sentí que tiré el mantel? Sí, efectivamente, pero no era mi intención. Le confieso que me sorprendió la reacción, me empezaron a llamar periodistas, a pedir declaraciones, entrevistas. Por supuesto que sabía que la noticia iba a salir, pero no era mi intención crear una tirada de mantel ni mucho menos.
- Ahora que pasaron días, ¿hace un análisis positivo?
- Creo que sí, felizmente, porque estamos hablando en otro tono ahora. Y todo el mundo reconoce que aquí hay una crisis seria, nacional. No el número uno de la lista de problemas, que eso ya viene hace varios años. No. Este es un problema mayor.