Por dentro
La política que se esconde en una fruta: historias que cuenta Federico Kukso
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La ciudad ucraniana Jersón se llenó de sandías. Era la mañana del 11 de noviembre de 2022 y este pueblo al sur del país, al borde del Mar Negro, celebraba su esperada liberación: después de ocho meses de guerra, ese día se habían retirado de allí las tropas rusas. Los residentes se abrazaban, levantaban sus banderas y le entregan emocionados esa fruta a sus soldados. Eso tenía una razón.
Durante todos esos meses, la sandía -el cultivo más extendido y popular en la zona, que produce más del 75% de esta fruta que se consume en Ucrania- se había convertido en símbolo de resistencia. Se refería a ella el presidente Volodymyr Zelensky -“vine por las famosas sandías”, dijo en una de sus visitas- y distintos organismos estatales -desde el correo al parlamento y la policía- cambiaron sus logotipos oficiales para incluir su imagen. Por eso, la mañana de ese viernes, Jersón recibió con sandías a sus combatientes.
Esta historia la cuenta el periodista argentino Federico Kukso (45) en su libro Frutologías. Historia política y cultural de las frutas, que recién llegó a librerías chilenas. El autor -especializado en Historia de la Ciencia, becario en 2015 del Programa Knight en Harvard y el MIT- escribió en 2019 Odorama, donde recorre la historia del olor a través de los siglos, tema por el cual fue invitado al Puerto de Ideas Antofagasta en marzo pasado. Ahora puso el foco en las frutas. Quería mostrarlas como algo mucho más que una suma de vitaminas, antioxidantes y azúcar.
“Esa es una visión que se ha impuesto en los últimos 150 años, reduciéndolas a un conjunto de nutrientes. Pero las frutas son artefactos narrativos, culturales, constitutivas de lenguaje, de obras de arte”, dice. En tiempos actuales, incluso son emojis y símbolos de marcas. Han estado presentes en prácticamente todas las actividades humanas: la guerra, la paz, la religión, las conquistas, la rebelión, el romance, la rabia. Aunque no se diga, advierte Kukso, las frutas son tremendamente políticas. Y no sólo se refiere a las sandías con que celebraban los ucranianos.
"Las frutas son artefactos narrativos, culturales, constitutivas de lenguaje, de obras de arte”, dice Kukso
¿Inocentes?
Kukso dice que desde niño le gustaba la ciencia. Posiblemente influenciado por las conversaciones en su casa con sus padres médicos o cuando los acompañaba al hospital. Pero, más que desarrollar ciencia, a él le acomodaba contar historias que tuvieran que ver con ella. “La ciencia no le pertenece a los científicos, es de todos -señala-. Por eso es muy importante su comunicación. Contar la ciencia es fundamental para comprender nuestro momento histórico. Y en el caso del periodismo de ciencia, hay que tener también una mirada crítica. Me gusta pensarme como crítico de ciencia, así como existe el crítico literario o de arte”.
También desde niño, a Kukso le gustaban las frutas. Recuerda con nostalgia los higos que sacaba directo de la higuera que había en la finca de sus padres. O cuando a fines de los ‘80 era escolar y llegaron los kiwis a Argentina: a él le pareció algo tan extraño, pero sabroso. O las frutas que ha comido en sus viajes profesionales y que eran escasas en su país natal, como el acai o los mangos.
Fue así como decidió seguirles la pista, pero saliendo de lo nutricional. Mirando amplio: ¿de dónde provienen? ¿cuándo nacen? ¿cómo eran las rutas que habían seguido hasta llegar al otro lado del planeta? ¿cómo las ha presentado el arte? ¿de qué manera las ha integrado el lenguaje? ¿con qué símbolos se han asociado? Las respuestas las condensó en las 300 páginas de su nuevo libro, “que impulsa a pensar en aquello que uno no piensa”. Resulta: después de leerlo, es imposible no mirar distinto a una pera, una manzana, una cereza. “Al morder una fruta, uno está mordiendo historias olvidadas”, insiste.
- Dices que las frutas son políticas. ¿Por qué?
- Porque condensan símbolos e ideas. Tentación, deseo, que también lleva al conflicto. Las frutas tienen un increíble poder sobre nosotros. Como si formasen parte de nuestra evolución, de nuestra forma de pensar. Permitieron la exploración. Comiendo naranjas, por ejemplo, los navegantes descubrieron que sobrevivían al escorbuto y las navegaciones pudieron ser más largas. Las frutas están en los discursos de la creación, en los mitos de origen de una cultura, en las historias religiosas y en todas las dimensiones de nuestra existencia, incluso las oscuras. La guerra. También en la diplomacia, como ocurre en la India con los mangos. Las frutas son vistas como inocentes, y de inocentes no tienen nada.
Kukso vuelve a las sandías. Además de símbolos en Ucrania, también lo son entre los palestinos: como los colores de su bandera coinciden con los de esta fruta, la usan también para manifestar su identidad, sobre todo en las pinturas. Algo similar ocurre en México, por las mismas razones. Y en Estados Unidos, dice, por muchos años se asoció con la discriminación de las personas de raza negra, que las cultivaban con frecuencia después que consiguieron su libertad. En varias caricaturas, plagadas de bromas racistas, los representaban incluso como sandías. Curiosamente, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, quienes más comen esta fruta en el país son los blancos.
“Yendo siglos atrás, no hay que olvidar que fue por los higos que Persia habría invadido a Grecia”, agrega Kukso. “O que en un tiempo la piña era una exhibición de poder; por eso Danckerts pintó (en 1675) al rey Carlos II de Inglaterra recibiendo el primer ananá cultivado en suelo inglés. Sería hoy como exhibir un Ferrari, un Lamborghini. O el caso de la banana, que en Latinoamérica está bañada en sangre. Como las masacres de los bananeros en Colombia en 1928 y que relata tan bien Gabriel García Márquez. Todas esas son historias políticas”.
"En un tiempo la piña era una exhibición de poder; por eso Danckerts pintó (en 1675) al rey Carlos II de Inglaterra recibiendo el primer ananá cultivado en suelo inglés. Sería hoy como exhibir un Ferrari, un Lamborghini"
Duraznos en la luna
Se detiene en la manzana, fruta nacida en Kazajistán hace 4.5 millones de años. “Pobre manzana, que se ha insertado en la religión como el objeto del pecado. Cuando fue todo un error de traducción”, explica. “En la Biblia no se habla de la manzana, sino del fruto. Pero en el siglo IV le pidieron a un traductor romano que la tradujera del hebreo al latín: el trabajo tomó 15 años, y ahí se comete el error por el que la manzana pasa a ser concebida como el mal”.
Dice que lo interesante, en todo caso, es la polisemia de la manzana, “como fruta prohibida, pero también como fruta del conocimiento. También como la tentación, el deseo. Blancanieves. La fruta de Newton. Ahora la manzana de los teléfonos de Apple, en los iPhone: el símbolo de esta fruta mordida está en los bolsillos de dos mil millones de personas en el mundo. ¿Qué duda cabe entonces que las frutas son más que alimento?”.
En el libro, Kukso entrega abundantes datos frutales sorpresivos. Como que en su primera cena en la luna, en julio de 1969, Armstrong y Aldrin comieron de postre trocitos de durazno. O que el kiwi es originario de China y que Nueva Zelanda, antes de convertirlo en su emblema nacional, debió robárselo a principios del siglo XX: las semillas llegaron en la maleta de una maestra de escuela que había estado en un pueblo a la orilla del río Yangzi. O que el origen de la frutilla más popular del mundo está en Chile, en tierra mapuche, y que cinco plantas de ellas llegaron por barco a Europa en 1714. O que la uva, que da tanto orgullo a las naciones productoras de vino en el sur de América, nació en Israel y la zona del Levante. O que la naranja, fruta nómade por excelencia, surgió hace 8 millones de años en algún lugar de los Himalayas, pero que hoy el mayor naranjal urbano del mundo es Sevilla.
"Ahora la manzana de los teléfonos de Apple, en los iPhone: el símbolo de esta fruta mordida está en los bolsillos de dos mil millones de personas en el mundo. ¿Qué duda cabe entonces que las frutas son más que alimento?”
“Finalmente, todas las frutas son refugiadas, inmigrantes, que han recorrido grandes distancias antes de instalarse en lugares que las sienten propias, muchas veces renombrándolas -precisa-. Ahí también hay una dimensión política. Cuando uno come una ensalada de frutas es como una reunión de la ONU”.
- A propósito de eso, ¿cuál es hoy, a tu juicio, la más política de las frutas?
- La sandía. Está en el centro de la guerra en Medio Oriente.