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Las secuelas de los socavones en la ruta gastronómica de Cochoa

Las secuelas de los socavones en la ruta gastronómica de Cochoa

En el sector de Cochoa en Viña del Mar, hay un conjunto de tradicionales locales gastronómicos. Uno debió cerrar, y su dueño, de 89 años y tras tres décadas con este negocio, dice abiertamente “no sé lo que va a pasar”. Otro empresario, dueño de cuatro locales, dice que las ventas han bajado 50% y cree que falta difusión de que siguen abiertos. A su parecer, el único remedio es que el MOP agilice los trabajos, 24/7 si es preciso. Si no, “vamos a tener un verano terrible”, advierte.

Por: Azucena González | Publicado: Sábado 23 de septiembre de 2023 a las 21:00
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En el sector de la playa de Cochoa, en Viña del Mar, y en sus cercanías, hay un conjunto de restaurantes. Ahí están cuatro complejos gastronómicos del empresario Claudio Jofré: el Costa Cochoa, KA Lounge (de sushi), La Isla (mediterránea), y la pizzería Mura. También el restaurant Pacífico, Siete Mares, San Marino, otro local que vende empanadas y cervezas, un minimarket, y hasta un hotel, Cocó. Y también el restaurant Stella Maris.

Ubicados en la Avenida Borgoño, los complejos se ubican en la parte baja de lo que hoy se convirtió hasta en una atracción para algunos transeúntes, e incluso dio el nombre a una fonda: los dos socavones que afectan la parte alta de dicha zona, en Reñaca Norte, crisis que ha esparcido sus esquirlas a estos comercios, que con distintos grados, se han visto afectados y con bajas en sus ventas.

Lejos el más complicado es Stella Maris, un histórico complejo fundado hace 33 años por el empresario Samuel Lizana, hoy de 89 años, y quien esta semana esperaba tomar contacto con algún profesional que le asesorara para concretar una demanda tras la crisis que vive en ese lugar. Una acción que, dice al teléfono, será contra “quien resulte responsable de este desastre. Para ver si es posible que me indemnicen, plata para poder pagarle a mi gente”, cuenta a DF MAS.

Su complejo es el más dañado, pues le escurrió agua lluvia, le cayó tierra, y hasta cedieron unos muros de contención (ver imagen), lo que hizo que ya con el primer evento, de agosto, tuviera que dejar de funcionar. Y luego, el 11 de septiembre, quedo refrendado dicho cierre dada una resolución exenta firmada por la delegada presidencial, Sofía González, que estableció un perímetro de seguridad, “por tratarse de una zona de riesgo para la vida e integridad física de las personas”.  

“No sé qué va a pasar. Estamos con la incertidumbre de si vamos a poder seguir funcionando. Yo lo veo bien difícil, porque los daños son enormes”, dice Lizana, quien hasta se enfermó esta semana. Su preocupación se extiende a las 12 familias que dependen de su negocio, a quienes quisiera poder retener.

Hasta ahora no los ha despedido y sabe que ellos están esperando que él les diga qué va a pasar. Y con total franqueza responde a este medio, “no sé lo que va a pasar”, al preguntarle el curso de acción inmediato, teniendo la sensación de que la temporada alta que se avecina para él “se vino a tierra”, dice. 

El empresario no pierde la esperanza de que pueda acceder a algún tipo de crédito para pasar esta crisis, y poder abrir su local, aunque por lo que le han dicho los ingenieros a cargo de las obras, ya sabe que los trabajos no serán de corto aliento, porque el material que cayó en su local afectó también la energía, la luz, por lo que Chilquinta tampoco puede ir a hacer los trabajos de reposición, pues quedó todo bajo tierra, se lamenta.
 

Baja de público de 50%

El empresario dueño de cuatro locales de Cochoa, Claudio Jofré, ha podido seguir funcionando con ellos, aunque reconoce que le ha bajado mucho la afluencia de comensales.

“Nosotros estamos en un 50% en merma de público”, cuenta, haciendo ver que los primeros días, de un cupo para 150 personas disponibles por local, llegaban cinco personas, luego 10 a 20, atribuyéndolo también a las noticias, que a su entender, han hecho que la gente quiera ir a mirar los socavones. Pero con el camino costero interrumpido -justo en el límite entre Viña y Concón, asegura- no se produce el tradicional paseo por el borde costero, afectando la demanda.     

“Somos una ciudad turística y yo creo que Obras Públicas y todos los demás estamentos deberían sacar un poco de plata de su bolsillo para poder arreglar un borde costero hermoso, que tenga todas las medidas de seguridad”, dice Jofré, de modo de retomar la actividad, de cara a la temporada alta que ya se avecina, y con un fin de semana largo que ya viene ahora en octubre, en Halloween.

Jofré plantea que a nivel de municipio han estado con sus equipos apoyando –“le pongo nota 10, la alcaldesa estuvo súper preocupada de todo”, opina-, pero plantea que “están de manos atadas. Estamos como en ascuas”, dice.

Señala que sin buscar culpables sino la solución, cree que es el MOP quien puede agilizar los trabajos, “que trabajen 24/7”, dice, que haya una buena difusión de que están abiertos (salvo Stella Maris), y que el problema no son los edificios, que éstos no se van a caer, opina. 

“Acá está lleno de edificios y ningún edificio, ni con el terremoto de 2010, nunca había pasado nada. Esto es problema del colector, que hizo que esto se desaguara. Los edificios están todos parados. El gran problema acá fue un problema técnico, mal diseñado”, opina el empresario gastronómico, quien cree que las ayudas económicas en forma de créditos, si bien a algunos les pueden convenir, luego hay que pagarlas, y si no se retoma el flujo de público, no tendrán ventas para hacer frente a esos nuevos compromisos.


“Que nos pasen plata para endeudarnos es súper complicado, porque al final eso hay que pagarlo. Viene el verano, y si está malo, y uno se endeudó, queda mucho más complicado”, dice, haciendo ver que también hay preocupación por retener a los trabajadores, pues si bajan sus ingresos al haber menos propinas, optarán por irse a otros restaurantes, perdiendo esa mano de obra entrenada.

“Lo que espero es que el municipio pueda tener una buena relación con el MOP para poder hacer esto lo antes posible. O si no, vamos a tener un verano terrible”, advierte Jofré. 
 

En Higuerillas hay cuentas más alegres  

“No he visto que a nosotros el socavón nos haya afectado tan directamente, porque hay otros accesos que son súper expeditos”, dice Sebastián Palacios, el dueño del restaurant Aquí Jaime, ubicado más al norte, en el sector de Higuerillas, Concón.

Si bien este empresario gastronómico reconoce que es un problema que el camino costero esté con problemas, pues “es parte de un recorrido llamativo, por la costa”, apunta a que, en términos de acceso, en su zona hay una bajada que llega a playa Los Lilenes, que une el sector costero con el camino del Alto.

“No he visto que las ventas hayan tenido una diferencia pronunciada” por los socavones, plantea, más allá de lo que ya ha sucedido con la pandemia, “en que las cosas bajaron para todos”, comenta Palacios.
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