Punto de partida
36 horas de programación nonstop: Así fue la primera Platanus Hack
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Suena “One More Time”, del grupo Daft Punk. En el techo del Palacio Droguett, más conocido como la “Casa de Cristal” ubicada en Av. Providencia, una pantalla LED de gran tamaño indica la cuenta regresiva para que los concursantes “suelten sus teclados”.
Con la posibilidad de quedarse a dormir, ducharse, comer e incluso hacer deporte, el pasado 22, 23 y 24 de noviembre Platanus -aceleradora de startups de la que han salido empresas como Examedi, Toku, Fintoc y Shinkansen- intentó replicar en Chile la experiencia de una hackatón internacional, como las de universidades Ivy Leagues.
Entre 400 postulantes -a los que no se les exigió un grado académico o alguna experiencia laboral en concreto-, Platanus Hack seleccionó a 120 expertos en tecnología para desarrollar, en 36 horas, una aplicación disponible para el uso de cualquier persona. ¿El premio? US$ 3.000 en acciones Fintual y mentorías en Platanus, quienes actualmente invierten US$ 200.000 por un 5,5% de participación en las startups que seleccionan.
Oficinas Fintual, en el Palacio Droguett. Crédito foto: Benjamín Matte.
“Estamos buscando gente que pueda crear un producto que se convierta en algo gigante. Y eso, a través de un modelo de negocios”, explicó Rafael Fernández, ingeniero en software de Platanus, en sus palabras de bienvenida. “Pero el producto de esta hackathon, más que un negocio, debe ser una solución a un problema”. agregó.
Para eso, la aceleradora definió tracks -o temáticas- que los grupos, conformados por tres a cinco integrantes, debían atender con su producto: salud, educación, finanzas y, el más ovacionado por el público: tech.
Networking
Viernes 22. Con pizzas, música y bebidas, la azotea del Palacio Droguett es el primer punto de encuentro entre los concursantes de la hackatón. Los participantes fueron citados a las 6:30 de la tarde para dar un espacio a lo que en el mundo startup denominan: networking.
La mayoría son hombres, entre los asistentes hay jóvenes universitarios -muchos ya involucrados en proyectos paralelos a sus estudios-, emprendedores independientes y hackers de reconocidas startups. Sentados en una esquina, destaca la presencia de tres argentinos que manejaron desde Córdoba para ser parte de la experiencia.
Espacio networking. Crédito foto: Manu Ruibal.
“Simplemente por estar aquí y por exponerte a un grupo de personas, pueden salir cosas que tú no esperabas y que pueden ser muy grandes, como una empresa, un side project, un producto transformacional de alguna industria, etc”, explica Paula Enei, cofundadora y managing partner de Platanus. “En este tipo de eventos hay mucha serendipia”, agrega.
Y es cierto. Durante ese espacio dedicado al networking, previo a la hackatón, un grupo de desconocidos -Santiago Fierro, Hussam Sufan, Jaime Guzmán y Cristopher Galarce- comenzaba a conocerse sin saber que, 36 horas más tarde, serían uno de los equipos ganadores de la hackatón.
Cafeína + cafeína
Entre varias mesas con computadores de última generación, pantallas adicionales y tazas de café, en el piso abundan sacos de dormir, zapatos y mochilas. Para este momento, sábado 23 en la tarde, los equipos llevan cerca de 20 horas programando. “16 horas… suerte o muerte”, indica una pantalla ubicada en el escenario.
“Yo diría que la palabra que mejor describe lo vivido hasta ahora es intensidad. La motivación y el estar involucrados con sus ideas hizo a la mayoría quedarse anoche (...). Muchos incluso pasaron de largo”, dice Raimundo Herrera, general partner y CTO de Platanus.
A las 4 am se habilitó una pantalla en el techo de la sala para que, a través del programa Discord, los hackers pudieran poner música, compartir su código de programación, e incluso dibujar. “Se armó una atmósfera muy entretenida”, dicen Allen y Sebastián, jóvenes que prefirieron mantener cierto anonimato. Con 21 años, ambos estudiantes han estado presentes en importantes hackatones en Stanford y Berkeley. Allá, cuentan, “uno se cansa más rápido, necesita azúcar. Acá, en cambio, está lleno de bebidas energéticas”.
Sacos de dormir, bolsos y pantallas en el gimnasio de las oficinas. Crédito foto: Manu Ruibal.
Así, la mayoría se mantiene despierto en base a cafeína. En el mundo de la programación, explican algunos hackers, resulta más eficiente pasar de largo dos días completos que pasar una semana trabajando de manera interrumpida.
A modo de ejemplo, Fernando Smith, integrante de uno de los grupos ganadores, explica: “Es como si fueras un cohete. Tienes que sacar aceleración y al principio te cuesta, te cuesta, hasta que llegas a una velocidad crítica y con eso puedes salir de órbita. Pero si estás despegando y te cortan la bencina, caes”.
Horas finales
A las 8 am del domingo, los hackers sueltan sus teclados.
En las horas restantes, el foco estuvo en preparar y presentar los pitches finales, de tres minutos, al jurado compuesto por Sebastián Kreft (Topsort), Leo Soto (Shinkansen), Antonia San Martín (Plutto), Patricio López (Fraccional) y Martín Ugarte (Fintual).
Piches finales. Crédito foto: Paz Baeza.
Durante el intermedio, y sin revelar alguna pista de los cuatro ganadores (uno por cada track), Leo Soto hace énfasis en la importancia de que existan instancias tech en el país. “Ahora ya no sólo educas gente bacán que después se va al extranjero, sino que creas un ecosistema para crear productos para Chile y el mundo”.
A las 15:00, con los resultados ya entregados, las oficinas de Fintual quedaron casi vacías.
Ahora, a reponer energía y horas de sueño después de una maratón de 36 horas de programación.
Ganadores de la hackatón. Crédito foto: Manu Ruibal.
Proyectos ganadores según “tracks”
- Salud: “Vita”, plataforma centralizada para gestionar y compartir registros médicos.
- Educación: “Little Dragons”, plataforma educativa para niños de 8 a 10 años sobre hábitos de ahorro.
- Finanzas: “Kairos”, plataforma que facilita la gestión de tarjetas de crédito.
- Tech: “Anómala”, solución de ciberseguridad diseñada para detectar y neutralizar amenazas cibernéticas.