Punto de partida
Amit Sodani, CEO de Kupos: “Las startups tienen que mostrar los números”
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“Las startups tienen que mostrar los números”. Eso repite en reiteradas ocasiones el CEO y fundador de Kupos, Amit Sodani, desde su oficina recién inaugurada en el décimo piso de un edificio en Andrés Bello, Providencia. “La mejor manera de motivar a futuros emprendedores es diciéndoles: ‘Miren, esto hemos hecho y estas son nuestras cifras’”, agrega el ejecutivo indio radicado en Chile.
Amit Sodani no esconde sus críticas a las valorizaciones de las startups. Y para hacerlo, ejemplifica con Transbank. “El valor de esa empresa creo que está en US$ 500 millones y partió en US$ 700 millones. Es una firma que tiene el 70% de monopolio (de la industria de medios de pago) y que nadie duda sobre su existencia”.
También nombra a Cementos BíoBío e Iansa y las compara con los unicornios chilenos y firmas como BUK, esta última valorizada en más de US$ 700 millones. Simplemente, según el indio, el cálculo no da: hay empresas con activos y ganancias millonarias que valen menos que startups con sólo cinco años de trayectoria.
Confiesa que admira a Horst Paulmann y lo que construyó con Cencosud, pero también tiene buenas palabras para los fundadores de Cornershop y para negocios tradicionales como el restaurant Tiramisú. “No todas las empresas tienen que ser necesariamente unicornios”, destaca.
- ¿No cree que no hay que comparar estos tipos de empresas? Porque son muy diferentes... en los inicios de Apple y Facebook se decía lo mismo...
- Yo no pienso así. Tienes razón en Facebook y en Apple, pero ¿cuántas de esas empresas hemos creado? Y es exactamente por eso que todas las startups que nacieron al menos hace siete años deberían hablar de números. Sólo así se puede saber si serán el futuro Apple o si irán a la quiebra.
La firma que vende pasajes de bus y tiene el liderazgo en el mercado chileno, fue fundada por Sodani en 2014 con inversión inicial propia y US$ 21 mil de su ex jefe en el Deutsche Bank. El año pasado vendió US$ 190 millones en GMV (gross merchandise value, métrica que mide el valor de los productos o servicios transados en una plataforma dentro de un período determinado) en un mercado de US$ 700 millones. Como cobran aproximadamente un 5% de comisión, facturaron cerca de US$ 10 millones.
De esos US$ 190 millones, US$ 110 millones fueron online y el resto en ventas presenciales. Además, crecieron más de 100% año contra año. ¿La receta? “Una mente muy comercial”, dice Sodani. Recalca que no ha inventado absolutamente nada, ni menos innovado. Solamente, asegura, copió lo que funcionaba en la India. “Construir un castillo en el aire es súper innovador, pero si no te da dinero, ¿que haces con esa mierda?”, critica. “Si no hay plata, no hay innovación para nosotros. No deberíamos hacer nada que no acabe convirtiéndose en números comerciales”.
“La gente acaba inventándose un problema cuando no lo hay”
Sodani viene de una familia empresarial: su abuelo y su padre fueron hombres de negocios. Han donado a colegios, hospitales y otros inmuebles en su país natal. Por eso, dice, él emprende desde que tenía 7 años. Cursó un MBA en el Instituto indio de administración y planificación y luego, trabajando en Evaluaserve -compañía india que presta servicios de análisis de mercado-, pasó por los fondos de venture capital TCV y Sequoia Capital. Luego cambió al área de investing banking, donde participó de Wachovia Corp y el Deutsche Bank.
En estos trabajos confiesa que aprendió a evaluar los fundamentos de un negocio, y por eso siempre comprueba el TAM (mercado total) antes de crear algo. Por esto, tiene críticas a cómo nacen muchas startups en Chile. “La gente acaba inventándose un problema cuando no lo hay”, plantea.
Y entrega un ejemplo extremo: “Muchas startups tratan de construir una hermosa represa en medio del desierto de Atacama esperando que un día el río fluya. Y la realidad es que el río nunca surgirá de allí. Pero ese río existe, y es el Mapocho. Está aquí y hay que construir una represa aquí”.
Y agrega: “Conceptualmente están intentando construir una represa en Atacama donde no hay nada. Y cuando no funciona, en vez de moverla al Mapocho, tratan de poner cosas fancy, tipo inteligencia artificial”.
US$ 9,5 millones de inversión
A los casi US$ 50 mil que levantaron en un comienzo, se sumó la inversión de José Patricio Daire, dueño de ChileFilms y ex propietario de Cine Hoyts. Dos años después llegó el brazo de corporate venture capital de Kaufmann, compañía que comercializa Mercedes Benz en Chile. También son parte de MakeMyTrip, una multinacional de origen indio que cotiza en Nasdaq. Ellos son los dueños de RedBus y el CEO de esta última, Prakash Sangam, es parte del directorio de Kupos.
Hasta 2023 habían recaudado US$ 2,5 millones con estos inversionistas. El año pasado dieron un gran salto y levantaron US$ 7 millones, donde, entre otros inversionistas, ingresó el fundador de Komax, Arístides Benavente. Pero este hito nunca quisieron anunciarlo: “La gente debe celebrar las ventas reales y luego la valorización”, asevera.
Con esto, Sodani asegura que Kupos fue valorizada en US$ 110 millones y añade que la empresa tiene un Ebitda positivo, pero flujo de caja negativo. “Esto, porque estamos autofinanciando nuestra nueva línea de negocio”.
Rutina de trabajo y sueldo en UF
Dice trabajar entre 14 y 16 horas de lunes a domingo y los fines de semana lleva a su hija a la oficina para que tenga cursos de matemáticas y de desarrollo de habilidades blandas.
“Kupos corre en mis venas”, afirma, y subraya que este negocio no lo hace por dinero. “En lo personal, pienso que financieramente ya estoy listo. No tengo la aspiración de comprarme un helicóptero. Lo que estoy haciendo es por mi hija y para que India se sienta orgulloso de mí”.
Sodani no sólo se interesa en los negocios, también en políticas públicas. Por ejemplo, tiene propuestas para el mercado laboral local: está en contra de la ley de las 40 horas y cree que debiera existir la libertad de elegir cuánto tiempo trabajamos. Y para eso, propone que se pague en UF por hora.
“Todos tenemos exactamente 24 horas y deberíamos dejar que la gente decida libremente cómo quieren invertirlo. Con esto, nadie envidiará el éxito de los demás porque las personas serían conscientes de su decisión de trabajar más o menos horas. La fuerza laboral se auto motivaría para mejorar sus habilidades y comenzaría a invertir de manera proactiva en experiencia”, concluye.