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Punto de partida

Cuidapet: antiguos Examedi crean startup de veterinarios a domicilio

Cuidapet: antiguos Examedi crean startup de veterinarios a domicilio

Uno de ellos fue el empleado número cuatro de la empresa fundada por Ian Lee y el otro llegó cuando eran seis personas. Tras más de dos años en la firma, y -en parte- porque ésta dejó de ser tan dinámica como era cuando entraron, renunciaron para hacer un negocio similar al que ya conocían, pero centrado en mascotas: CuidaPet. Salieron al mercado en abril y su primer inversionista ángel fue Lee, con US$ 25 mil.

Por: Juan Pablo Silva | Publicado: Sábado 8 de junio de 2024 a las 21:00
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Soy ingeniero comercial de profesión, estudié en Vancouver cuatro años y al titularme volví a Chile. Ian Lee estaba en mi colegio, lo seguía en redes sociales y estaba atento a sus movimientos. Anecdóticamente mientras hacía una práctica en un banco de inversión (Moonvalley Capital), parte de mi trabajo era leer las noticias todos los días. Un día leyendo el diario, vi que Ian había sido seleccionado en Y Combinator. Como buen banquero le pedí un call para ver en qué estaban y cómo podíamos entrar”, cuenta Rafael Toro, fundador de CuidaPet.

Pero la escena no termina ahí. “Esa llamada rápidamente se convirtió en una entrevista para mí; sin tener nada planeado ni practicado me bombardearon de preguntas”, recuerda. Dos meses después (agosto de 2021), Toro se convirtió en el empleado número cuatro de Examedi. Dice que le tocó hacer de todo: fue el primer vendedor, luego pasó al equipo de operaciones, lideró esa área y fue el responsable de abrir la startup en México. Entró con 22 años.


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En un camino paralelo, el ingeniero civil Francisco Suárez pasó por la startup de educación Gamelab y luego trabajó en una oficina de consultoría para el sector público de la Universidad de Chile. Hacía trabajos de tecnología y proyectos de transformación digital cuando lo pilló la pandemia, “entonces, hicimos un robot digital con el Servicio de Salud Oriente que llamaba a las personas para preguntarles por sus síntomas. Me encantaba la salud y quería seguir en esa área”, dice.

En 2021, al igual que su actual socio, Suárez vio una noticia de Examedi en el diario. “Tengo que trabajar ahí”, pensó. Postuló pero sólo había un puesto de vendedor, cuando siempre su rol ha estado más enfocado en el producto. A pesar de eso, aceptó la oferta, se bajó el sueldo y, tres meses después que Toro, se convirtió en el empleado número siete de la startup.

Diego Solari llegó casi un año después. Vio un cartel de Examedi en la Costanera Norte y se metió a la página web. Trabajaba en Abstract, un software factory, pero quedó con el bicho en la cabeza. Unas semanas más tarde estuvo con un amigo que trabajaba en la firma de salud y lo convenció de postular. Toro fue quien le hizo la última entrevista antes de ser aceptado.

Renuncia
El trabajo era duro, confiesan. Pasaron a ser una startup con cientos de empleados, operaciones en dos países, dos rondas levantadas por US$ 20 millones y el desafío de dejar de ser una startup de PCR a domicilio. Con el tiempo, a Toro y Suárez les tocó estar en posiciones de liderazgo y trabajaron juntos en distintos proyectos, uno de ellos fue la integración con Fonasa.


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Pasaron los meses y la pasión dejó de ser la misma. “Extraño los primeros días, estoy chato de reuniones largas y quiero meter las manos en la masa de nuevo”, le dijo Suárez a su compañero de trabajo. Confiesa que “al principio partió como talla, pero con el tiempo se empezó a poner más real”. En enero de este año tomó la decisión de tomarse unos meses sabáticos y a su salida Toro le preguntó: “¿Si renuncio, emprendemos juntos?”. “Sí, pero hablemos en marzo”, respondió el ingeniero civil.

Querían ser una startup tecnológica y necesitaban un CTO (Chief Technology Officer). En uno de sus últimos días en Examedi, le pidieron a Solari que bajaran a tomarse un café al Starbucks. Este tomó su computador pensando que era una reunión de trabajo. “Le dijimos que lo deje en el escritorio”, recuerda Toro. Le propusieron ser el tercer socio de una startup que aún no sabía de qué sería, y el programador aceptó.

De alopecia a veterinarios
La idea en un principio era crear una startup enfocada en salud masculina, dice Suárez, quien hace tiempo está inserto en el mundo de la longevidad y parece el menor del equipo, “pero tengo 30, soy el vejete de los tres”, dice, entre risas. Tenían referentes en Estados Unidos de startups de salud que se especializan en alopecia y disfunción eréctil. Mientras tanto estuvieron todo el verano compartiendo qué les gustaría hacer.

En febrero, empezaron a salir ideas con mascotas. Ese mes la startup norteamericana de paseos de perros, Rover, se vendió por US$ 2,3 mil millones. Suárez recién había adoptado un perro y los otros dos socios tenían mascota hace un tiempo. Probaron la idea de pasear perros, “pero nos dimos cuenta de que era un mercado muy saturado y lleno de informalidad”, confiesa Toro. La decisión fue: “Hagámoslo igual, pero partamos por otra cosa, con veterinarios a domicilio. Encontramos que la oferta que había era muy mala, no había actores tratando de hacerlo con tecnología, a diferencia del modelo de paseo, y además era copiar y pegar lo que hacíamos en Examedi”, agrega Suárez.

Con esta idea, Toro le pidió una reunión a su entonces jefe, Ian Lee. El fundador de Examedi por esos días se encontraba en Roatán, Honduras, haciéndose un tratamiento de longevidad. “Se escuchaba medio cortado, había mala señal, pero le conté que renunciaba y que con Diego y Francisco haríamos una startup de veterinarios a domicilio”, recuerda Toro. En esa misma llamada Lee pidió ser el primer ticket de inversión y aportó US$ 25 mil para empezar la operación; coincidía en que esta industria aún era arcaica.


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Salieron al mercado oficialmente en abril, ese mes atendieron 55 mascotas y facturaron cerca de US$ 2.000. En mayo multiplicaron por tres los servicios y la facturación. Sus referentes son Thevets.com (levantó US$ 40 millones en enero de 2022) y la alemana Felmo (ha recaudado US$ 15 millones). Por ahora, trabajan con 10 veterinarias y se puede agendar online. Además, han ido agregando servicios como vacunación, desparasitación, exámenes de sangre, ecografías a domicilio, peluquería y últimamente muerte asistida.

En Chile -aseguran- su competencia es el canal tradicional, es decir llevar a las mascotas al veterinario y profesionales que ofrecen sus servicios mediante Instagram.

En el futuro, “tenemos una visión súper clara”, dice Suárez, mientras se asoma su perro salchicha llamado Luca. “Todos los documentos hoy están en papel, los carnet de vacunación siguen siendo físicos, vamos a hacer una ficha médica digital desarrollada por nosotros”, adelanta.

Los tres emprendedores esperan que el servicio que necesitaron para sus mascotas Buddy, Luca, Cuchita y Pulga sea también necesario para un gran mercado en Latinoamérica.

El turbulento recorrido de Shipit

La startup pasó de emplear 110 personas, vender US$ 13 millones anuales y tener un acuerdo firmado con inversionistas por una ronda de US$ 10 millones, a tener 20 empleados, facturar la mitad y que el directorio recomendara la quiebra. Tras dos años de ese “valle de la muerte”, su CEO Allan Guiloff dice que la empresa tiene Ebitda positivo y acuerdos con acreedores para repactar el 85% de la deuda.

La ruta de Imagine: de aceleradora a fondo de venture capital de US$ 4 millones

Tras un viaje a Silicon Valley con el exPresidente Piñera surgió una idea de Microsoft de hacer un centro de innovación en Chile. Al mismo tiempo, cuatro empresarios buscaban crear una incubadora de negocios fuera del mundo académico. Los caminos se cruzaron y en 2014 nació Imagine Lab, que ha financiado 120 startups en la región. En abril de este año iniciaron una nueva etapa y ya están invirtiendo como fondo de capital de riesgo.

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