Punto de partida
De Puerto Varas a Palo Alto: la startup de nanoburbujas en la que Patricia Angelini invirtió
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Fue hace 25 años cuando Jaime de la Cruz (57) decidió irse a vivir a la Región de Los Lagos para desarrollar un ambicioso proyecto inmobiliario. Y a pesar de que logró levantarlo como proyectaba, “fue un desastre de negocio, perdí todo”, confiesa.
Con esto, De la Cruz decidió dejar de emprender y emplearse como dependiente. Asumió la gerencia general de una empresa proveedora de la industria salmonera que quebró después de 12 años. Fue ahí cuando su mujer le propuso volver a emprender. Aceptó.
Comenzó con un negocio basado en la fabricación de gel packs de frío y calor, productos muy usados en la industria salmonera. La empresa creció, pero -dice- llegó a un “techo” que no le permitía seguir expandiéndose.
Entonces tuvo que decidir. “O hago crecer esta empresa como sea, o desarrollo una totalmente nueva que incluya todos mis sueños”, rememora. Eligió la segunda. Para eso, decidió establecer tres pilares: high tech, que funcione “en la frontera de la ciencia” y que fuera 100% verde.
Eso sí, todavía no tenía ninguna idea concreta. Entonces contrató al ingeniero acuícola Lucas Magglio y le dio sólo una labor: presentarle potenciales negocios que incluyeran esos tres pilares. “A las pocas semanas me expuso la idea de las nanoburbujas. Le pregunté: ‘¿Cuál es el tipo más capo en esto?’. Me respondió que era un académico japonés”.
“Mañana mismo nos vamos para allá”, le dijo.
Dicho y hecho: contrataron a una traductora, tomaron un avión a Japón, llegaron a la oficina del académico, tocaron la puerta, esperaron un par de horas y se reunieron con él. “Resultó ser un soñador, hubo mucha empatía”, explica De la Cruz desde Puerto Varas.
Luego de esa reunión llegó a Chile convencido en desarrollar un negocio de nanoburbujas, que, hasta ese momento, era algo incipiente en el mercado local.
En simple, comenta de la Cruz, esta tecnología se basa en la producción de burbujas ultra pequeñas (del tamaño de un virus), imperceptibles al ojo humano, que tienen en su interior algún tipo de gas, que puede ser oxígeno, nitrógeno, ozono, entre otros. Su tamaño les permite tener comportamientos particulares, como liberar energía, siempre y cuando entre en contacto con otro elemento con carga positiva.
Algunas de sus implementaciones pueden ser en la utilización eficiente de los líquidos, la reducción de químicos y alguicidas en la agricultura, el ahorro energético en plantas de procesos industriales, mejoramiento en la producción en frutales y en los procesos de post cosecha, y mejoras en los tratamientos de aguas residuales.
Luego del viaje a Japón De la Cruz empezó a armar las bases del negocio y lo bautizó como Kran, en honor al dios del sol de los selknam. Los recursos iniciales los consiguió vendiendo propiedades, rehipotecando su casa y vendiendo sus autos. “Los primeros dos años no hicimos ninguna factura, no nos funcionaban los equipos. Pero de todas formas estaba alucinado”, comenta.
Eso, hasta que apareció Invexor, el venture capital de Cristián Undurraga que ha invertido en Phage Lab, Trainfes, Políglota y Lazarillo. “Ellos hicieron una valoración de la compañía en varios millones de dólares. Yo me reía. Al final nos propusieron adquirir el 20% de Kran. Eso nos permitió crecer muy rápido. En tres años pasamos de tres personas a 50”.
Con este empujón postularon a diversos concursos nacionales e internacionales, y comenzaron a ganar. “Cada vez fuimos profundizando el negocio”, comenta. De hecho, agrega que a finales del año pasado los premiaron como una de las tres empresas de nanoburbujas más importantes a nivel mundial.
De a poco, explica De la Cruz, fueron captando clientes del mundo acuícola, agro e industrial chileno, y después fueron llegando a distintos países. Ahora están abriendo una oficina en Guayaquil, Ecuador, para manejar todas sus operaciones en el rubro de los camarones. Aparte de esta locación tienen clientes en Tasmania, Brasil, Argentina, Guatemala, Honduras y España, entre otros.
Amarena y el salto a Palo Alto
Su expansión no es sólo a Ecuador. En tres semanas abrirán oficinas en Palo Alto, California. El encargado de manejar esa operación será Marcelo Vega, ingeniero industrial de la PUC con 18 años de experiencia en el mercado estadounidense.
Pero arribar al país del norte también los obligó a levantar recursos. Ahí encontraron a Amarena, el family office de Patricia Angelini, que también ha puesto fichas en otras startups nacionales, entre ellas Wbuild, Flöid, Zapping, Xepelin, Wild Foods, Atomic Kitchen, Betterfly y Levita Magnetics.
“Tuvimos la suerte de poder elegir al inversionista. Y dentro de ellos las personas que estaban detrás de Amarena nos generaron una empatía tremenda. No conozco a la señora Patricia (Angelini), nos dimos cuenta de que teníamos la misma visión. La semana pasada tuvimos el primer directorio con ellos (tienen un asiento), y estoy seguro de que haremos cosas muy buenas”, explica el ejecutivo, quien agrega que también recibieron un segundo cheque de Invexor.
“Esta son las empresas que Amarena buscar, quiere y empuja. Kran tiene una visión, un modelo de negocio y valores que se alinean 100% a los ideales nuestros. También nos resulta atractivo que es talento chileno, exportable y escalable en muchas industrias, procesos y usos”, explica Franco Mellafe, socio de Amarena.
Por su parte, el socio de Invexor, Joaquín Köster, agrega: "Kran es una empresa que se alinea en su totalidad con el foco de acompañamiento e inversión de Invexor Venture Partners. Una alta capacidad de innovación en un amplio espectro de industrias, el poder de potenciar procesos industriales con una fórmula 100% limpia, y un equipo de profesionales capaz de llevar esta solución no solo a Chile y Latinoamérica, sino que al mundo entero".
El potencial de las nanoburbujas, dice De la Cruz, es “gigante”. Es por eso que no le preocupa la competencia. Por ejemplo, en Chile tienen que enfrentar a firmas como ChucaoTec y Kapicua. “La industria es muy grande, es imposible que Kran se haga cargo de todo”, complementa.
El objetivo a largo plazo de la firma es seguir generando soluciones en base a esta tecnología y expandir sus operaciones en todo el globo. “Esta empresa, que nace en las puertas de la Patagonia, queremos que sea la más grande del mundo en la industria de las nanoburbujas”, concluye.