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Punto de partida

El nuevo camino de Pablo Zegers: “Soy un dinosaurio que sabe de inteligencia artificial”

El nuevo camino de Pablo Zegers: “Soy un dinosaurio que sabe de inteligencia artificial”

“Si ves el universo, el fenómeno más interesante es la vida, y la vida más interesante es la del ser humano, y resulta que de las habilidades del ser humano más distintivas, está la inteligencia”, pensó hace años Zegers, y eso lo guió a estudiar Ingeniería y luego a dedicar su vida a la inteligencia artificial. Se doctoró en Arizona, impartió clases en la Universidad de los Andes y ahora es emprendedor en Anastasia.

Por: Juan Pablo Silva | Publicado: Sábado 15 de junio de 2024 a las 21:00
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Tengo 56 años, soy un dinosaurio que sabe de inteligencia artificial, lo cual es como una contradicción. Y la razón es muy sencilla: el año 84, cuando yo estaba en tercero medio, se me ocurrió que la inteligencia artificial tenía que ser el camino. Y me he dedicado a eso desde entonces”.

Así se presenta Pablo Zegers, ingeniero civil de la Universidad Católica, PhD de la Universidad de Arizona y hoy fundador y CEO de Anastasia, startup que busca ayudar a las pymes a vender más, a estimar sus ventas, adelantar los inventarios y entregar un resumen del negocio.

Zegers destaca que le gusta mucho el mundo natural, soñaba con ser arqueólogo, luego quiso ser astrónomo o físico y terminó en Ingeniería. Leyendo la revista Scientific American vio por primera vez el concepto inteligencia artificial. Estaba en el colegio, ¿qué le llamó la atención?

“Si ves el universo, el fenómeno más interesante es la vida, y la vida más interesante es la del ser humano, y resulta que de las habilidades del ser humano más distintivas, está la inteligencia”, dice. Fue ahí que el entonces adolescente pensó “¿cómo puede ser que estudie otra cosa, si esto es lo más interesante que hay en el universo?”

Al salir de la universidad, Zegers emprendió “para ser millonario y tener tiempo libre”, confiesa; “perdí hasta la camisa y me dediqué 24 horas a perseguir facturas”. Pero quedó con ganas. Era una startup llamada Open Mind y junto a un par de socios crearon kioscos de autoatención táctiles. Era 1992 y los probaron en los Almac de la época (hoy Walmart). Después de dos años cerraron la empresa y trabajó en Redbanc.

Tras ese paso corporativo, Zegers emprendió rumbo a Arizona, donde hizo un master of science y luego un doctorado. Se especializó en inteligencia artificial, específicamente en redes neuronales. A principios de los 2000 aterrizó en la Universidad de los Andes, donde fue uno de los encargados de crear la carrera de Ingeniería, e incluso fue decano un breve tiempo.

En 2011 sucedió un cambió abismal, afirma: hasta ese año “salía un paper choro cada cuatro meses, pero ese año, es como que se hubiera abierto un dique y empezaron a salir 50 al mes. Fue porque hubo un descubrimiento específico en un laboratorio en Toronto, guiado por Geoffrey Hinton (el llamado padrino de la IA). En meses se resolvieron problemas de ciencia ficción y se desató una locura que rápidamente captaron todos los grandes tecnológicos, Machine Learning se empezó a propagar”.

Así, en 2016 Zegers partió con su familia a hacer una estadía en investigación en la Universidad de Florida, a trabajar con José Príncipe, uno de los expertos mundiales en Machine Learning. Pero esa experiencia lo cambió, “este profesor llegaba en su Porsche descapotable y tenía un sueldo de miles de dólares. Durante 40 años continuos había tenido al menos un millón de dólares anuales para financiar su investigación. Ahí dije, yo que llevaba 15 años en el sistema universitario chileno, ‘da lo mismo la universidad, no conozco a nadie en ninguna universidad de México hacia el sur en Latinoamérica que ni siquiera se haya acercado a una fracción de esas condiciones. Si sigo en la universidad, estoy liquidado. Me salgo para surfear la ola de lo que viene’”.

US$ 3,6 millones de inversión
Al año siguiente, Zegers se asoció con Andrés Valdivieso, a quien conoce desde que nació, y crearon Anastasia. Sumaron también al mexicano Ermilio Vázquez. En un principio eran una consultora que metía inteligencia artificial en distintos proyectos para grandes empresas y alcanzaron a facturar cerca de US$ 600 mil al año, pero en 2022 cambiaron la estrategia en un 100%:  “Decidimos crear un producto masivo”, dice el ingeniero.

Desarrollaron un motor de inteligencia artificial para ayudar a los dueños de negocios a ahorrar tiempo y manejar inventarios, con proyecciones de ventas y de quiebres de stock. Para eso, levantaron US$ 1,2 millones con inversionistas ángeles como Cristóbal Undurraga, Alfonso Márquez de la Plata, Javier Bitar, Nicolas Shea y Luis Hernán Paul. Luego, a principios del año pasado, levantaron US$ 2,4 millones más y en mayo del 2023 lanzaron su primer producto, enfocado en pymes con al menos US$ 200 mil de facturación anual. Este año lanzaron la segunda aplicación de este motor, esta vez enfocado en generar portafolios de commodities para fondos de inversión.

“Nos dimos cuenta de que conseguir clientes uno a uno no valía la pena porque era muy caro, pero había sistemas de ERP con los que podíamos hacer alianzas”, cuenta Zegers, y dice que en el mundo hay 170 millones de pymes que podrían usar su software. Desde enero trabajan con dos empresas chilenas de ERP.

Están sumando cerca de 15 clientes mensuales y actualmente están ajustando los equipos comerciales para hacer despegar la facturación. Están piloteando con Farmacias San Jorge y Office Depot en México. El CEO asegura que “la estimación más rasca que hemos hecho es que hay por lo menos un millón de pymes que nos podrían estar usando hoy. El problema es llegar a ellos. Ahora hay que hacer un gran esfuerzo comercial, que puede ser imposible y puede que estas aplicaciones sólo se queden en estos niveles. Nosotros pensamos que no, que es posible masificar esta aplicación”.

“La expresión de tu personalidad no puede ser reemplazada por ChatGPT”
El emprendedor ha estudiado la inteligencia artificial desde hace más de dos décadas e insiste que lo que está pasando en este momento es único.

“En mil años, cuando se escriban los libros de historia, se va a dedicar un capítulo completo a la expansión de esta materia durante estos meses y una nota en el pie de página al Renacimiento, ya que en esa época se produjo una explosión del conocimiento del ser humano que fue decisivo para nosotros. Ahora estamos viendo la coronación de esto, porque hemos logrado crear un sistema que es finalmente inteligente”, declara. “Esta es la primera vez que el ser humano crea algo que no va a morir nunca”

¿Le tiene fe a Anastasia? “No sé si lo que hemos construido va a ser la forma final o no, pero no tengo duda de que estamos cerca y que en 10 años más vas a tener un ChatGPT en el celular que resolverá todos los problemas de la empresa.

A pesar de esto, el doctor en redes neuronales hace énfasis en que “la máquina no resuelve todo. Y para lo que no resuelva, se necesita al hombre; esto es lo que se llama el escenario centauro: el ser mítico, híbrido de persona y caballo. Además, las personas tienen distintas maneras de ver el mundo y la expresión de tu personalidad no puede ser reemplazada por ChatGPT. Cómo te vistes, qué comes, cómo adornar lo que te rodea, cómo te entretienes es único, y tienes que hacerlo tú, fuera del alcance de una máquina. Y entonces hay espacios enormes en tu vida que nunca van a ser invadidos por la inteligencia artificial”.

El turbulento recorrido de Shipit

La startup pasó de emplear 110 personas, vender US$ 13 millones anuales y tener un acuerdo firmado con inversionistas por una ronda de US$ 10 millones, a tener 20 empleados, facturar la mitad y que el directorio recomendara la quiebra. Tras dos años de ese “valle de la muerte”, su CEO Allan Guiloff dice que la empresa tiene Ebitda positivo y acuerdos con acreedores para repactar el 85% de la deuda.

La ruta de Imagine: de aceleradora a fondo de venture capital de US$ 4 millones

Tras un viaje a Silicon Valley con el exPresidente Piñera surgió una idea de Microsoft de hacer un centro de innovación en Chile. Al mismo tiempo, cuatro empresarios buscaban crear una incubadora de negocios fuera del mundo académico. Los caminos se cruzaron y en 2014 nació Imagine Lab, que ha financiado 120 startups en la región. En abril de este año iniciaron una nueva etapa y ya están invirtiendo como fondo de capital de riesgo.

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