Punto de partida
El operador logístico digital chileno que sedujo a Maersk e IBM
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Era marzo de 2020. El último avión desde Dinamarca con destino final a Santiago de Chile antes de que el país cerrara las fronteras por el coronavirus. Janan Knust estaba en reunión con la plana mayor de Maersk, una de las navieras más grandes del mundo, con sede en Copenhague, contándoles sobre su emprendimiento KLog, un operador logístico totalmente virtual. La idea sorprendió tanto a los ejecutivos, que uno de ellos le pidió seguir hablando de su proyecto. El avión no esperaba, así que figuraban en un auto Knust y el ejecutivo cruzando media ciudad para llegar al terminal. “Camino al aeropuerto les vendí la idea”, dice hoy.
De esa reunión pasaron casi 18 meses, hasta que firmaron una alianza que convertirá a la plataforma de este chileno en el primer operador digital de logística en ser parte de un programa de inteligencia entre Maersk e IBM. El anuncio lo hicieron con bombos y platillos el 2 de junio en redes sociales de la danesa y la estadounidense.
Al otro lado de la pantalla, Knust gesticula explicando su emprendimiento y su historia desde su oficina en Las Condes. Para empezar: KLog es como un Expedia o un Despegar.com de los contenedores. Es decir, una empresa de cualquier tamaño que quiere importar desde China, lo que tiene que hacer es, una vez comprado su producto, ingresar a la plataforma de KLog, subir un par de datos y documentos y el sistema le lanza las mejores ofertas logísticas. Y eso lo incluye todo: qué empresa naviera, cuánto se demorará, cuál será la ruta, qué otros cargamentos vienen a bordo y hasta un seguro de la carga.
Del resto de las decenas de trámites de aduanas, impuestos, agentes y más, se encarga la inteligencia artificial que inventaron en KLog. El cliente, cual Uber Eats, solo tiene que rastrear en un mapa y en tiempo real dónde viene su cargamento.
“Por todas las trabas que existen se torna imposible para una persona común y corriente importar, por ejemplo, un contenedor de vasos para venderlos acá. Después de comprar el vaso, hay que hablar con Aduanas, transportistas, coordinadores de barcos. Eso es muy complicado de hacer. Nosotros logramos democratizarlo para que todo el mundo pueda lograrlo”, declara.
Solo para aclarar; Knust no tiene ni un solo barco o contenedor a su nombre, pero lo que sí entrega es data e inteligencia. “Es una plataforma intuitiva, desarrollada 100% por chilenos. Lo único que tenemos es información”, apunta.
El ahorro, asegura, no es solo de dinero. Un proceso análogo de importación demora alrededor de 72 horas y 50 correos electrónicos de ida y vuelta. KLog promete hacerlo en minutos y subiendo todos los documentos, y además con un sistema Blockchain para que la información confidencial viaje de manera segura. Pueden traer desde 1 pallet, o uno o varios contenedores completos.
Ya tiene 3.500 clientes, entre ellos algunos gigantes como CasaIdeas, repartidos en sus oficinas de Chile, Perú y Bolivia. Y ya están por abrir en Panamá, México y Colombia. El año pasado sus ingresos fueron de US$ 16 millones. Y este, van por los US$ 50 millones.
De fútbol y el ruso
Detrás de esta idea, está la historia de Janan, que no tiene nada de típica.
Cuenta que no le iba muy bien en el colegio, que intentó el fútbol profesional en la UC, como lateral derecho, incluso compartió en el mismo equipo de juveniles de Humberto “Chupete” Suazo. Pero tampoco era tan bueno, admite.
A los 17 años, vio un folleto donde promocionaban estudiar hotelería en Suiza. Lo que vio en realidad fue esto: una persona esquiando en Los Alpes y pensó que eso podía ser entretenido. Estuvo 14 años viviendo fuera, trabajando en cadenas de hoteles como el Four Seasons, haciendo de todo. Desde lavando vajilla hasta siendo jefe. Vivió en Rusia, Islas Maldivas, Francia, Hungría, Estados Unidos.
En Europa conoció a un magnate ruso de la banca y los licores llamado Roustam Tariko, dueño de la multinacional Russian Standard. Fue su asistente personal.
Hasta que en 2012 decidió que ya estaba bueno, que era momento de volver.
Su padre, que tiene una empresa de logística, lo invitó a comer con unos chinos que querían importar desde Chile. Ahí se metió al negocio, conoció el proceso desde cero para mover un contenedor. Le fue mal, en dos años perdió unos US$ 700 mil, casi quebró. Pero el bichito quedó y quiso hacer algo menos análogo y expedito para ambas puntas.
Y emprendió. A pulso. “Por eso esto marca un hito para nosotros. Que Maersk, el más grande del mundo, nos dé la razón, no te lo puedo llegar a explicar”, dice. Esta plataforma de Maersk e IBM llamada TradeLens no le inyecta dinero a la compañía, pero sí les da acceso a información que vale millones. Suman data de 300 empresas, 10 firmas de transporte marítimo y tiene información en línea de 600 puertos alrededor del globo.
Knust ya está pensando en el siguiente paso. Justo antes de esta entrevista conversaba con inversionistas interesados en entrar a la propiedad de la firma en una ronda de capital de serie A. Promete que no puede entregar ningún detalle, pero que la ronda será probablemente una de las más grandes de Chile, y por qué no, de Latinoamérica.
“Con esto vamos a poder hablar con Codelco, por ejemplo, y ofrecer darle visibilidad a sus envíos, pero también con la señora Juanita que está en México. Las fronteras se nos abren. Eso es lo que queremos: democratizar lo más posible el transporte internacional”, remata Knust.