Punto de partida
Fundadores de Xepelin, Migrante y Buk invierten en primer fondo chileno de deuda para venture capital
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De un encuentro en Chicago entre José Miguel Correa, director ejecutivo de Activos Alternativos de BTG Pactual, y su compañero de colegio Jaime Arrieta, fundador de BUK; un café en Providencia entre Nicolás de Camino, cofundador de Xepelin, y Eduardo Gomien, director de la misma área del banco de inversión; o una conversación entre éste y el socio de Migrante Diego Fleischmann.
El origen de la idea de lanzar el primer fondo de Venture Debt (deuda de riesgo) de Chile es difícil de rastrear a una sola interacción. “No hubo un momento único de epifanía. Más bien se dio un efecto bola de nieve: partió como una pequeña idea que creció a gran velocidad a medida que escuchábamos la realidad de más y más fundadores”, explica Gomien.
Lo que el CEO de BUK le planteó a José Miguel Correa fue que “a pesar de ser una empresa con una valorización que más que duplica la de muchas empresas listadas en bolsa en Chile (US$ 417 millones), las puertas de la banca están cerradas”, recuerda el socio de la compañía de recursos humanos. Esto porque la startup no tenía activos reales que dejar en garantía.
Ese factor -que solía repetirse en emprendimientos tecnológicos- se sumaba a la inquietud de otros fundadores que no querían diluirse tan fuertemente en las primeras rondas de capital (se estima que en cada serie se disuelven cerca de 20%, dice Gomien).
Con esos “problemas” en la mira, en marzo -cuando comenzaba el boom de startups que querían levantar plata, y muchas se acercaban al banco para buscar una fórmula-, los ejecutivos comenzaron a cranear el modelo. “Las mismas empresas nos están pidiendo, el producto (deuda) es el mismo que hacemos, nosotros conocemos las estructuras… hagamos un fondo dedicado a deuda”, dijeron.
Tomaron de referencia varios venture debt que existen en EEUU, y sobre todo, se basaron en la experiencia del banco de inversión en Brasil, donde a través de BoostLAB financia este tipo de compañías. En el caso brasileño se hace a través de capital propietario del banco. Los chilenos hicieron una primera modificación: la versión local se abriría a clientes, con BTG como coinversionista.
En paralelo tantearon el mercado. Vieron que había suficientes empresas para poner capital en un fondo.
“Una de las dudas de los inversionistas es que no hay suficientes buenas startups en Chile. Quizá no hay suficientes startups que vayan a ser unicornio en el futuro, pero hay más que suficientes que son buenos sujeto de crédito y que este fondo les puede prestar plata con buenas garantías. Nosotros somos del área de deuda privada”, explica José Miguel Correa.
Con Migrante, a quien BTG ha financiado con deuda desde 2019, se dieron cuenta -“por la fuerza”, dicen- de que si bien gracias a eso la compañía se había pegado un salto, el aumento de valor de las acciones “se lo llevaron terceros”. Entonces dijeron: “Si les vamos a pasar deuda, tratemos de participar en parte de esa alza”.
Estructuraron entonces un fondo donde entre 85% y 95% va a deuda y entre 5% y 15% se reserva para invertir en equity. Con eso, en caso de que la empresa dé un salto, éste pueda capturar ese éxito ejerciendo la opción de compra de acciones que quedan fijadas en un valor anterior y luego vendiéndolas en la ronda serie B o C.
“No es un fondo que le arma la fiesta a otro, sino que puede participar de ella con porcentajes menores”, dice Eduardo Gomien.
Expansión regional
En enero cerrará el fondo Venture Debt 1. El objetivo es levantar US$ 30 millones para invertir en entre 8 y 12 compañías. Entre los inversionistas están los cofundadores de Xepelin Nicolás de Camino y Sebastián Kreis; el de Migrante Diego Fleischmann y el de Buk Jaime Arrieta.
“Hoy se da una paradoja en Chile: existe un exceso de capital persiguiendo invertir en startups por el lado del equity, pero poco capital dispuesto a financiarlas vía deuda, a pesar de que la deuda es a lo menos igual de importante que el equity y puede ofrecer retornos atractivos, contando además con buenas estructuras y buenas garantías. La oportunidad era gigante y nadie la estaba capturando”, dice De Camino.
“Si hubiera existido un vehículo así hace unos meses, donde además un institucional como BTG está dispuesto a ayudar a abrir mercados en otras economías de Latam, nuestro crecimiento habría sido aún más acelerado”, agrega su socio en la fintech.
Desde Migrante, Fleischmann señala: “Para modelos disruptivos como el nuestro es fundamental contar con el apoyo de vehículos alternativos”.
El foco del fondo está en startups que no están en una etapa temprana sino modelos de negocios ya probados que requieren expansión regional. Por lo mismo existe una ventana de entrada y salida acotada: desde que despega en Chile hasta que ya está en un segundo o tercer país.
“Se ha visto que los inversionistas han sacado bastante capital desde Chile, están yendo a otro tipo de economías donde sienten que su capital está más seguro. Pero aun así, uno siempre sigue invirtiendo en el país de origen, la diferencia es que ha habido un reportafoleo. Y en Chile la inversión en startups -sea vía equity o deuda- es súper contracíclica: está descalzada del ciclo político y económico”, dice Gomien.
Y agrega: “Chile como ecosistema se ha posicionado bien y no debiera verse afectado por el nuevo gobierno, sea como sea”.