Punto de partida
Levantamiento de capital, inversionistas y socios: los aprendizajes y recomendaciones de Mario Mora de FirstJob
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¿Cómo nace Firstjob? La idea se gestó años antes de su fundación, cuando en 2009, en medio de su época universitaria, Mario Mora creó y coordinó la primera feria laboral en el campus de Santiago de la Universidad Técnica Santa María, misma casa de estudios donde cursaba la carrera de ingeniería comercial. Ese mismo año, colaboró en un proyecto de Endeavor y Fundación Chile, que buscaba orientar a jóvenes estudiantes en el desarrollo de emprendimientos.
Eran los tiempos de Facebook. “Uno veía una empresa tecnológica liderada por un pendejo, igual que yo, que tenía mí misma edad, que se convirtió en pocos años dentro de los más ricos del mundo”. Ahí, dice, se encontró con la posibilidad de hacer algo siendo joven y desarrollar una idea. Eso lo motivó y decidió emprender al terminar sus estudios, pero no le resultó.
Tras su primer fracaso, entró a trabajar al centro de innovación de una compañía de telecomunicaciones. Fue durante esa experiencia laboral, donde tuvo otro acercamiento con el mundo del emprendimiento. “El punto fundamental fue cuando llevaba seis meses en esa empresa y nos fueron a presentar un proyecto de Start-Up Chile. Nos mostraron estos tres proyectos. Y yo los vi y dije: ‘esto es basura’”. Sin embargo, en ese momento también se planteó de nuevo la idea de hacer su propio negocio.
Tres rechazos
Mora dejó su trabajo en la empresa de telecomunicaciones tras 10 meses y surgió FirstJob. El mismo proyecto que había ideado como alumno universitario, lo llevó al mundo corporativo en 2012 y exploró una industria que hasta ese momento no estaba identificada: la de los jóvenes profesionales desempleados. “Lo que nosotros queríamos era generar un cambio en una industria que estaba paralizada en casi todo el mundo”.
Lo primero que hizo el fundador de FirstJob fue mandar a hacer una landing page a Argentina. El costo total fue de $80.000 pesos chilenos. Y con eso, salió a buscar clientes. El primer acuerdo que cerró fue con Arauco y luego siguieron, Caja Los Héroes y Cencosud.
Tras el primer punto de partida, todo se complicó más y a la empresa le costó cerrar nuevos acuerdos con clientes. “Yo tenía 24 años cuando comencé, entonces, eran errores de chicos, errores de principiante y empezamos a postular a fondos”. En ese intento, FirstJob fue rechazado tres veces por Start-Up Chile, la CORFO y Fundación Chile.
La segunda convocatoria de Wayra se abrió entre noviembre y diciembre de 2012. “La inversión era aceleración de nuestra meta, no era el objetivo de conseguir para sobrevivir, porque en realidad, en ese entonces, uno no tenía grandes espejos de levantamiento de capital de empresa”. Entonces, explica, el foco estaba en las ventas. Finalmente, en 2013, Wayra invirtió en FirstJob y tiempo después, también lo hizo 500 Startups. Ese mismo año, tras ganar este último fondo, Mario Mora estaba aterrizando en México.
Mora recuerda que, en esa época, en Chile, el venture capital “era bien precario”. En el país azteca la realidad era distinta. “Los fondos chicos de México de 10 millones de dólares eran el fondo más grande que había en Chile. Ahí uno también va viendo otras cosas, otras realidades, y dijimos bueno, en realidad enfoquémonos en crecer, que el inversionista sea nuestro cliente y tratemos de ser una empresa atractiva sin necesidad de ser un unicornio”.
“Estoy muy contento de cómo ha evolucionado el ecosistema en Chile, pero creo que estamos cayendo en un problema que es el seco amigo/amiga y siendo poco críticos y muy suaves a veces con decirnos las cosas”
Un doble click al ecosistema
Desde 2017 que Mario Mora es mentor en Start-Up Chile y de otras aceleradoras. Durante los últimos años, explica, ha observado un fenómeno en el ecosistema de startups en Chile: la obsesión por levantar capital. Es por esto, que hace una distinción entre los dos tipos de emprendedores: el primero, cuya decisión de crear una empresa es solo para este tipo de levantamientos, aparecer en los medios, dar un par de charlas y esperar a que eso sea una aceleradora para la carrera profesional; el segundo tipo, en cambio, independiente de si logran el financiamiento de terceros o no, fundan startups para generar industrias nuevas. “Yo me considero de esta línea”, menciona.
“Estoy muy contento de cómo ha evolucionado el ecosistema en Chile, pero creo que estamos cayendo en un problema que es el seco amigo/amiga y siendo poco críticos, muy suaves a veces con decirnos las cosas”. Mora reconoce que aún hay prácticas, “que a veces no son tan limpias”, por mejorar dentro del mundo de las startups.
Un inversionista, un socio y un aprendizaje
Los socios son fundamentales, reconoce el ingeniero comercial, y uno de los problemas para Mora al quinto año de haber lanzado FirstJob al mercado, tuvo que ver precisamente con un socio que abandonó la empresa para irse a Tailandia. Mora sincera que se enteró por Facebook. Tiempo después también supo que estaba trabajando para otra empresa y era CTO de dos startups más.
El socio que desertó no fue la única historia que rememora Mora. Antes de aterrizar en México, un inversionista, a quien conoció en un ascensor, se comprometió a invertir en la empresa. Meses después, ya en tierra azteca, en una de las juntas de accionistas, ese mismo inversionista dijo que no iba a poner el capital estipulado. Todo había quedado en palabras. El CEO de la startup recuerda que lo más complicado fue que rechazaron una oferta de inversión de US 300.000 por ese mismo porcentaje.
“El aprendizaje ahí es que a pesar de que yo soy muy de la estructura de la palabra y de hacer negocios con eso, no todo el mundo es así. Hay que firmar las cosas”.
“Creo que estos temas que tuvimos con el socio y con el inversionista, fueron solucionados porque teníamos una espalda financiera que eran nuestras ventas. Nosotros éramos financiables por los bancos y eso ha sido parte del crecimiento que nosotros hemos ido desarrollando”, concluye.
El futuro
¿Qué viene ahora? Mora espera que en un par de años puedan llegar a facturar entre 5 y 20 millones de dólares de la misma forma que están ahora, es decir, sin inversión externa. Además, dentro de las opciones que no descarta, está vender, como también es seguir creciendo con la empresa.
“Hoy día somos líderes de la industria, nos queda mucho por crecer y seguir arriesgándonos en este proceso. Creo que ahí hay un aprendizaje porque cuando comencé la empresa a los 24 años la quería vender a los cinco y eso es raro. Eso no se da casi y menos hace diez años atrás”.