Punto de partida
Los chilenos que conquistaron Mountain View, el epicentro de Google
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José Tomás Eterovic, el guardián de los data centers
José Tomás Eterovic (39) llegó a Google hace diez años, pero después de tres intentos. “Me entrevisté con ellos en 2008. Era para un trabajo en Brasil y nunca estuve muy convencido de irme de Chile. En 2010 me llamaron de nuevo, pero en ese momento tenía ganas de irme a Puerto Varas, que al final nunca se dio. Fue ahí cuando me volví a contactar con el reclutador y me resultó la posibilidad”, dice el ingeniero en computación de la Universidad Católica, desde California, en una videollamada por Google Meet.
En 2011 partió a Mountain View -ciudad donde están los cuarteles generales- a participar de un equipo que monitoreaba el funcionamiento de los data centers de la firma. Desde ese momento Eterovic ha pasado por distintos proyectos. “En 2017 me metí a trabajar en los audífonos de Google (Pixel Buds). Aporté en el control del touchpad -el cual tiene menos de un centímetro de diámetro- para saber cómo identificabamos los gestos”, recuerda Joso, como le dicen al interior de la compañía.
“En abril de 2018 me cambié a mi actual proyecto. Fui el primero en esa iniciativa. La idea es cómo protegemos informáticamente a las máquinas y servidores que están funcionando dentro de nuestros data centers. Una vez que ya hay alguien dentro de estos recintos (los cuales son muy seguros, al punto de que solo un 2% de los trabajadores de Google pueden entrar, según información de algunos empleados), hay que protegerlos para que no se puedan hackear”, señala.
Respecto a Mountain View, Eterovic dice que es una experiencia única: “Las oficinas son siempre un agrado. Los fundadores querían que todos los trabajadores se sintieran como en la universidad, y lo lograron. Hay de todo lo que tú puedas llegar a necesitar”. Y agrega: “Google es grande. Es difícil cruzarse con el CEO (Sundar Pichai). Cuando partí éramos un octavo de lo que somos ahora y me topé con Larry y Sergey (los cofundadores) varias veces en el campus”.
Además, Joso es líder del departamento de trabajos manuales en madera, donde hacen muebles. “Son áreas en las cuales cualquier trabajador puede entrar. Yo me aseguro de que el taller siga funcionando. Es algo que no se espera tanto de una compañía tecnológica, pero a muchas personas el trabajo manual les ayuda para su proceso creativo. Uno puede ir a toda hora. Hay días muy estresantes donde voy y me desconecto”, confiesa.
Y a pesar de la distancia, Eterovic dice que el grupo de chilenos en Googleplex sigue manteniendo los vínculos con Chile. “Antes había pocos, pero ahora tenemos varias docenas. De hecho, teníamos almuerzos mensuales. Yo conocía a muchos chefs de Google y un año les di el desafío de preparar un menú chileno para el 18 de septiembre. Les llevé un libro de recetas en español y en inglés. Hicieron pastel de choclo y peras al vino”.
Tania Bedrax Weiss, de la NASA a Google
Se trata de una de las chilenas que más tiempo lleva en Googleplex, el famoso campus de Google construido en 1997 en Mountain View, California, que tiene más de 47 mil metros cuadrados. Tanta es la distancia entre los edificios que los empleados ocupan bicicletas (llamadas G Bikes) para movilizarse. Además, tienen gimnasios, restaurantes, consultas médicas, canchas de voleibol playa y espacios para hacer masajes. Ahora con la pandemia, eso sí, todo cambió: la mayoría trabaja desde sus casas. Y si bien corre el rumor de que la presencialidad se reactivará en septiembre, los altos ejecutivos de Google todavía lo mantienen bajo absoluta reserva.
En 1993, Tania Bedrax Weiss (51), tras estudiar una Licenciatura en Ciencias y Matemáticas en la Universidad Católica, tomó un avión hacia Estados Unidos y hasta hoy no ha vuelto a vivir en Chile. Ese año partió a la Universidad de Oregon para estudiar un Master of Science y luego se graduó de un doctorado en Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial en la misma casa de estudios.
Partió trabajando en una startup dedicada al comercio electrónico, para luego dar su gran salto: la NASA. Ahí investigó y desarrolló tecnología de alto rendimiento para resolver problemas complejos en las áreas de planificación y programación. Participó de las misiones espaciales de Spirit y Opportunity y llegó a liderar un equipo de más de cinco investigadores. “Siempre quise estudiar algo relacionado con el espacio, de hecho, la astrofísica era mi sueño. Así que cuando estuve trabajando allí estuve muy contenta de aplicar mi pasión del momento -que era la planificación para robots- a la exploración de otros planetas”, recuerda.
Pero en mayo de 2005, luego de trabajar casi cuatro años en NASA, se cambió de rubro. “Llegué a Google con más gente que vino de la NASA en un momento en que la agencia estaba pasando por un momento difícil de cambios constantes de estrategia”, afirma.
Hoy, Bedrax Weiss dirige un grupo de investigación en inteligencia artificial y lenguaje natural en el departamento de Natural Language Processing, un área que se enfoca en la utilización de algoritmos que se aplican a gran escala, en todos los idiomas y en todos los dominios.
“Es un área muy interesante porque está avanzando muy rápido con técnicas de redes neuronales a grandes escalas. Los desafíos están centrados más en la dificultad del problema. Nosotros nos comunicamos con un lenguaje muy natural, pero no siempre entendemos un 100% de lo que se nos comunica”, cuenta.
Y agrega: “Las máquinas no tienen la capacidad de compensar la deficiencia de comprensión con razonamiento común y tienden a operar en completa generalidad y algunas veces cometen errores que reflejan lo poco que comprenden”.
Sebastián Rodríguez, el cerebro de los recuerdos de Google Fotos
Cuando Sebastián Rodríguez (34) trata de recordar lo que lo llevó a trabajar a Google, se remonta a 2009, cuando hizo una pasantía en Translation, una agencia de publicidad en Nueva York, mientras estudiaba en la Universidad del Desarrollo. “Fue un año clave para la era digital: la muerte de Michael Jackson anunciada por TMZ y no por los medios masivos, y el uso de Twitter en la recesión económica global”, recuerda.
Con esa experiencia volvió a Chile. Y luego de trabajar en agencias, decidió emprender y abrir una propia. La llamó Meat y se enfocó en lo que más le apasionaba: el marketing digital. “Uno de los primeros clientes que tuvimos fue Google Chile, para desarrollar la estrategia de adquisición de nuevos clientes para el área de Google Ads. En esa época la idea era encontrar formas de llegar a la misma cantidad de personas que una empresa grande con una inversión pequeña”, afirma.
En 2013, eso sí, se cambió de bando y llegó a las oficinas de Google en Santiago como un trabajador más. “Ahí me dediqué a desarrollar nuevas áreas de negocio para los medios de comunicación, como la monetización y la automatización de ese proceso. Ahí estuve dos años”.
A finales de 2015 le surgió una nueva oportunidad, pero en Brasil, donde lideró un equipo para América Latina. Sin embargo, en 2018 dio el salto a Mountain View. “Tuve la posibilidad de trabajar, lado a lado, con el equipo de ingenieros. Para mí, estar con ellos era muy importante”, enfatiza. Pero a los seis meses cambió de área: Google Fotos, donde se mantiene hasta hoy. “Ahí ayudo a informar y a traer la voz del usuario al equipo de producto. Muchas veces existe la tecnología y la necesidad, pero el desafío es cómo conectar las dos y hacer que tengan sentido”, cuenta.
“Google Fotos te permite recordar tus memorias. Uno toma muchas imágenes pero nunca las vuelve a ver. Y gran parte de nuestra misión es ayudar a recordar ese viaje o ese asado que hiciste hace un año”, confiesa Rodríguez, quien agrega que el acierto de esta plataforma es la inteligencia artificial: permite encontrar y distinguir casi todos los elementos de una foto. “Incluso podemos diferenciar a dos gemelos usando la misma ropa”, cuenta.
La clave de Googleplex, según Rodríguez, es la diversidad. “Siendo el chileno dentro de una sala puedo decir ‘¿cómo esto va a funcionar para alguien en Chile, donde no hay una conexión muy rápida todos los días? Puedo llevar estos temas a la mesa y que se tenga una discusión sobre accesibilidad. Más allá de cómo funciona esta tecnología en San Francisco, es cómo funciona en Santiago, Buenos Aires, Sao Paulo o Nigeria”.