Punto de partida
Mizos tiene todo listo para llevar sus snacks saludables al mercado internacional
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Hasta el 16 de marzo de 2020, las ventas de la empresa de alimentos saludables Mizos estaban batiendo récord: en 15 días ya habían superado con creces las de ese mismo mes del año anterior.
Y llegó la cuarentena. Y cerraron los colegios.
Hasta entonces, la compañía fundada en 2012 por el ingeniero comercial Gonzalo Aspillaga, estaba casi 100% enfocada en la fabricación de snacks saludables, principalmente a través de mini galletas de arroz integral saborizadas. El cierre de los establecimientos educacionales los hizo bajar las ventas a la mitad en abril, cuando sus proyecciones estimaban un crecimiento superior al 40% respecto al mismo mes de 2019. La bodega en Lampa -donde está ubicada la planta productiva- se llenó hasta el techo.
Con su socio, Cristóbal Yuraszeck -Master of Science en la U. de Sidney- suspendieron casi a los 50 trabajadores: sólo quedaron ellos dos operativos, dos personas de logística y una del área administrativa. Pusieron en pausa la producción y se dedicaron ellos mismos a despachar lo que estaba acumulado. Ya en mayo, cuando se hicieron conscientes de que la pandemia podía ser larga citaron a una reunión al directorio, compuesto por familiares -entre ellos el periodista Matías Del Río, cuñado de Aspillaga- para idear una salida.
Habían pedido créditos Fogape y bancarios, que les permitirían aguantar hasta diciembre. “Tenemos que diversificarnos en productos, en formatos y en países”, les plantearon. “Es el momento de que Mizos sea parte de la despensa, no solo de colaciones de las casas. Y no solo de Chile”, añadieron. Para eso estructuraron un plan: a las galletas y barritas de cereales sumarían chips salados en base a papas y lentejas, granolas; desarrollarían envases familiares, y los exportarían a México y Estados Unidos.
A los tres meses, el paquete familiar pasó a ser el cuarto SKU más vendido. Y por estos días se preparan para hacer su estreno en Amazon, eBay y las grandes cadenas de supermercado mexicanas.
Mis Os
Gonzalo Aspillaga (40) después de trabajar dos años en Inglaterra en Nestlé -tras estudiar un MBA en Warwick y con su hijo mayor de un año- regresó a Chile con ganas de emprender en “algo” relacionado a la alimentación saludable. “Como papás primerizos toda la comida la preparábamos nosotros, sin sal, sin azúcar”, recuerda.
Para partir transformó en cocina una pieza que no se utilizaba de la casa de sus padres. Y ahí empezó a probar -básicamente copiando videos de Youtube- cómo fabricar galletas de arroz en un sartén. No le resultaba, hasta que descubrió que en Asia existían unas máquinas que las producían. Le presentó una propuesta a sus familiares, y con ellos levantó $50 millones para importar la herramienta que le permitiría fabricar mini galletas -y agregarles sabores- algo que no existía en Chile.
Cuando a los tres meses le llegó la máquina y la enchufó en la casa, ésta se apagó en segundos. ¡Me van a matar, la quemé!, pensó...Tenía que cambiar la capacidad eléctrica de la casa. Una vez que logró que funcionara comenzó a testear diferentes sabores con sus sobrinos. Así llegó a las tres favoritas: jugo de manzana, de arándano y rayitas de chocolate bitter.
Aspillaga sabía que la enfermedad celíaca era un tema que estaba cobrando importancia, entonces se enfocó en certificarse libre de gluten. Con la ayuda de amigos diseñó el packaging y empezó a ofrecer los snacks en los almacenes del barrio y afuera de los colegios. Faltaba el nombre. “Quiero mis ‘Os’ (por la forma redonda)”, es lo que se imaginó que diría su hijo cuando le pidiera galletas. Y así nació la marca Mizos.
El socio
De la cocina familiar pasó a una planta compartida con la marca Buka que al poco andar les quedó chica. De las tres variedades de galletas, la empresa había crecido a otros dos sabores; había desarrollado bolitas de manzana deshidratadas y barritas de dátiles que se vendían en el retail. “Yo estaba en esta etapa de ser psicólogo, recursos humanos, gasfiter, logística, producción... estaba vuelto loco. Necesitaba un socio con quien conversar las cosas, y capital para crecer porque no daba abasto en la planta”, relata.
En una comida de bienvenida para su amigo Cristóbal Yuraszeck (41), que venía llegando de estudiar un master en sustentabilidad de dos años en Australia -antes había trabajado en el municipio de Alto Hospicio, el banco BBVA, el family office de su padre (el empresario José Yuraszeck), y había sido director de Azul Azul, la Viña Undurraga y CIC (este puesto lo mantiene)- se pusieron a conversar sobre los proyectos que cada uno tenía.
Yuraszeck quería hacer algo con la alimentación saludable también. “Mientras”, le dijo, “te puedo ayudar”.
Armaron un plan estratégico y se dieron un plazo de un año para ver si congeniaban. Cuando se cumplió el plazo coincidieron en que no solo lo habían pasado bien trabajando juntos, sino que la empresa había crecido mucho, que habían desarrollado nuevos productos. Y que Yuraszeck estaba dispuesto a poner el capital que necesitaban para la construcción de una planta propia.
A fines de 2018 se asociaron. Gonzalo Aspillaga quedó como gerente general, a cargo de la producción y logística; y Cristóbal Yuraszeck de gerente comercial, a cargo de las ventas, marketing y administración del negocio.
Salto estocástico
20 toneladas de productos se fabrican al mes en la planta de 500 m2 que inauguraron en 2019 en Lampa. “Vamos a vender este año US$4 millones (en Chile), y el próximo deberíamos crecer 50% si todo anda bien”, asegura Yuraszeck.
Junto a Corfo y Prochile están presentando sus productos a distintos distribuidores y cadenas de supermercados en México (Walmart, Oxxo y Soriana) y a fines de año harán la primera exportación. Eso en una primera etapa. “Si en el mercado mexicano nuestros productos tienen aceptación, nos vamos a instalar allá con posibilidades de levantar capital para abrir una planta y entrar con todo”, agrega.
En paralelo, y a través de la plataforma Lap-Market entrarán a Estados Unidos vía Amazon. Para eso ya registraron la planta en la FDA, están en proceso de obtener las certificaciones internacionales de Non GMO, y tienen lista la página en el marketplace para ofrecer los tres productos iniciales y un pack de colaciones. Una vez instalados pretenden tener sus propias bodegas en ese país para distribuir.
Para satisfacer -por ahora- la demanda internacional aumentaron en 50% la capacidad productiva, mientras que en Chile proyectan crecer sobre 90% este año. “Vendemos de Arica a Punta Arenas, incluso en Isla de Pascua o lugares como Alto Hospicio”, dice el gerente comercial. “Queremos llegar hasta el kiosko de la esquina. Mizos en todos lados, es nuestro proyecto a largo plazo”, agrega. Para eso tienen un portafolio de lanzamiento de nuevos productos hasta 2025, en nuevas categorías como desayuno y líquidos.
-Estamos en un momento donde los emprendimientos chilenos están levantando mucho capital, lo hizo NotCo en el área de alimentos, ¿por qué ustedes no lo han hecho?
GA: Eso es para dar el salto estocástico.
CY: Por ahora el flujo propio de la empresa nos está permitiendo solventar el crecimiento, pero no lo descartamos porque en algún momento nos vamos a querer convertir en la mayor empresa de alimentos saludables de Chile.