Punto de partida
Fundadores de Betterfly y Xepelin invierten en proptech enfocada en compra de segunda vivienda
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Lo que Ignacio del Río (40) hizo fue cruzar las estadísticas con una necesidad personal. El ingeniero civil UC, MBA en MIT, trabajó los últimos 11 años como socio en Activa, la gestora de inversiones de capital privado de LarrainVial.
Durante ese mismo período, cuenta, siempre tuvo la necesidad de salir con su familia fuera de Santiago. No tenía una segunda vivienda, así que durante los veranos arrendaba una casa en la playa por poco más de una semana. Cuando llegó la pandemia en 2020 y comenzó a trabajar de manera remota, quiso salir de Santiago con más frecuencia. “Hice lo posible por escapar”, relata.
En marzo de 2021, empezó a gestar la idea de crear un modelo de copropiedad de segunda vivienda basado en tecnología. Como buen ingeniero estudió las cifras y se dio cuenta de que en Chile esas propiedades se ocupan solo 12% del tiempo. “En un mundo cada vez más eficiente no tiene sentido que las segundas casas sean un activo que se use de manera tan ineficiente”, pensó.
Hizo el cálculo de lo que gastaba en arrendar esos 10 días en los veranos: era lo mismo que tendría que desembolsar para tener 1/8 de una casa (y por lo tanto, poder usarla 6 semanas al año).
En enero renunció a su trabajo en Activa, y creó Legria. “Hay minutos en que te dan unas ganas increíbles de hacer las cosas, y las tienes que hacer no más”, asegura vía Zoom el CEO, a días de cerrar el primer levantamiento de capital de la startup por US$ 6 millones.
Casa Legría
El logo de Legria es una casa en forma de A fragmentada. El nombre tiene relación con que en las segundas viviendas es donde se generan los mejores recuerdos de la vida, dice Del Río: “Estamos generando alegría en las familias”.
El concepto detrás de la startup, explica, es el mismo de comprar una casa entre amigos o familiares, cuestión que en la realidad “es muy difícil que funcione bien”. Es común que se generen problemas si se echa algo a perder y quién lo arregla, quién usa la vivienda en qué fecha, etc. “Legria se hace cargo de todo eso”, señala.
Cómo funciona el modelo: lo primero que hacen es convertir una propiedad en una “casa Legria” y luego la venden en fracciones de no más de 8 propietarios. Por ejemplo, una vivienda de 20 mil UF, al dividirla en 8, el usuario pagaría 2.500 UF. Como la persona pasa a ser dueña, puede después vender su parte, y ganar esa plusvalía, agrega.
Legria se encarga de la administración del lugar, de dejar la casa impecable para el propietario que viene, y de hacerle mantención, todo esto con el pago de un fee mensual. “La plataforma tiene cierta inteligencia que permite agendar las fechas de manera equitativa y flexible, tiene un mercado interno para canjear semanas y todo el property management, donde ver lo que se le está haciendo a la casa, en qué está el fondo de reserva, etc”.
Sale al mercado
En enero, Del Río contactó a Pedro Pablo Mir (33), también MBA de MIT, con quien había trabajado entre 2012 y 2016 en Activa. Mir se había dedicado los últimos años al área proptech. Lo sumó como co-funder y desde febrero es CFO/CPO de la empresa. Tanteó el mercado por el lado de la demanda, había compradores interesados, y luego fue por el financiamiento.
La semana pasada cerró la primera ronda de inversión por US$ 6 millones, de los cuales US$ 2 millones son equity y los otros US$ 4 millones, deuda. Los inversionistas se dividen en tres grupos: los “ángeles estratégicos”, ahí están los fundadores de startups como Eduardo Della Maggiora, de Betterfly; Ignacio Canals, de Migrante; Nicolás de Camino, de Xepelin; Alejandro Ponce, de Favo; Alfredo Alcaíno, de Assetplan y Paulo Larraín, socio de P&G.
Luego hay institucionales como Ameris; Amarena, el brazo de venture capital del family office de Patricia Angelini, y Chile Ventures. Y un tercer grupo de “family office de confianza, que conozco bien”, explica. Entre ellos, el de Juan Cristóbal Pavez y de Jorge Selume.
“Tenemos suscrita la ronda, por lo que estamos viendo si extenderla dado el interés que ha generado”, dice.
Con la ronda lista, comienzan las compras: se adquiere una propiedad, y cuando se vende una fracción, se libera capital para comprar otra, y así. La idea es tener 20 casas Legria este año, partiendo por la V Región.
En paralelo, hay un equipo que se está conformando en Brasil, porque la startup tiene foco en Latinoamérica: “Está pensado para ser masivo en volumen. Tiene un mandato de largo plazo de llegar a distintos tipos de casas, distintos públicos, en distintos lugares. No tiene un objetivo de ser solo boutique”.
Añade: “La oportunidad que vemos en Latinoamérica es que estamos democratizando el acceso a la segunda casa. Porque el precio se volvió inasequible. Y con las tasas de interés más aún en Chile. Pero esto viene de antes: el metro cuadrado de playa cerca de una ciudad siempre ha sido finito”.
Para quién NO es
“Para que se entienda, esto no es para todos”, explica Del Río.
“Si eres una persona que le gusta ir a la playa todos los fines de semana y ocupa la casa más de la mitad del tiempo, tienes que comprarte tu segunda vivienda. Si eres una persona que a un lugar quiere ir una semana al año y además le gusta ir cambiando de destino, tienes que arrendar. Esto es justamente para todo el mundo entremedio, que en la era post pandemia es grande: el que quiere ser dueño de una casa pero reconoce que no va a ocuparla más de la mitad del tiempo”.
El referente
En Estados Unidos, donde vive Ignacio Del Río, está Pacaso, una plataforma de copropiedad similar, pero con un foco más en el mercado del lujo. La startup basada en San Francisco y fundada por Austin Allison, se convirtió en cinco meses desde su nacimiento en unicornio: está evaluada en US$ 1.500 millones.
“Eso te valida que el modelo de negocio hace sentido porque ha tenido una tracción y crecimiento impresionante en todos los lugares que ha ido. Si bien en cada lugar tiene su idiosincrasia y nunca puedes importar recetas, te ayuda a dar certezas de que el concepto de que eres dueño solo de lo que usas es demasiado más eficiente que otras cosas”, señala Del Río.