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Falabella: controladores bajan participación y buscan nuevos negocios
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El mercado volvió a creer en Falabella: sus acciones acumulan un alza de 24% en lo que va de 2021, lo que se compara favorablemente con la caída de 18% con que cerraron el año pasado. Así, la valorización de la firma está actualmente en los US$ 11.208 millones, casi US$ 6 mil millones más que hace un año.
Los más contentos han sido las siete familias que controlan Falabella con poco más del 70% de la propiedad: Del Río, Cuneo Solari, Solari Magnasco, Solari Heller, Solari Karlezi, Solari Cortés y los Cardone Solari.
El impulso que ha evidenciado la compañía en bolsa ha sido aprovechado -hasta ahora- por los Heller y los Del Río, que salieron a vender paquetes accionarios.
A principios de marzo, Inversiones Torca, el family office de Ignacio del Río Goudie, vendió un poco más de 4,6 millones de acciones de la compañía de retail en $ 3.070,8 cada una, con lo cual recaudó US$ 20 millones.
Luego fue el turno de Bethia, el family office de Liliana Solari (madre de Carlos Heller), que días después vendió poco más de 5 millones de acciones por un precio promedio de $ 3.126,31, embolsándose US$ 22 millones.
Sin embargo, según dos altas fuentes ligadas a las familias controladoras del grupo, en el corto plazo se verán nuevas ventas de pequeños paquetes accionarios de los controladores de Falabella. Para "no tener todos los huevos en la misma canasta", dice uno de los consultados, que pide reserva.
Pero todo tiene un límite. Salvo Sergio Cardone (que junto a su familia maneja el 2,25% de la firma), el resto de los clanes no pueden tener menos del 8,5% de la propiedad cada rama, según explica un miembro de uno de los clanes.
Los Heller tienen actualmente el 8,98% de la compañía, por lo que aún les queda un margen para vender más de sus acciones, las que actualmente valen en bolsa US$ 1.006 millones, lejos de los poco más de US$ 1.990 millones que costaban en 2013, cuando la compañía era presidida por Juan Cúneo.
La rama liderada por Liliana Solari ha sido una de las que más se ha diversificado entre los socios controladores de Falabella, pero también la que ha tenido mayor exposición ante apuestas poco satisfactorias, como Latam Airlines, actualmente en proceso de reorganización bajo la Ley de Quiebras de Estados Unidos.
Los Del Río
Los Del Río no se han quedado atrás. El clan lo lideran actualmente siete hermanos, con negocios en la agricultura, inmobiliarias, viñas, pesqueras, automotoras, el retail y la metalurgia.
El fundador y patriarca de la familia fue el empresario José Luis del Río Rondanelli, fallecido en 2003. Fue el creador de Sodimac y tuvo un activo rol en la política: fue uno de los fundadores de la Falange Nacional. Ya bajo el nombre de la DC, llegó a la vicepresidencia del partido.
En 2009, los herederos decidieron separar sus negocios en dos: el grupo Inder, administrador de las pesqueras y salmoneras de la familia, liderado por José Luis, Bárbara, Sebastián e Ignacio; y el grupo Derco, dedicado al negocio automotriz y conducido por Juan Pablo, Carolina y Felipe.
En lo que va de 2021, las acciones de Falabella acumulan un alza superior al 20%, recuperando parte de lo perdido por el impacto de la pandemia.
La familia Del Río tiene actualmente poco más del 15% de Falabella, lo que lo convierte en el clan con mayor participación en la empresa. El valor de estas acciones alcanza hoy casi los US$ 1.700 millones.
Según cercanos a la familia, varios de los hermanos que no están en el directorio quieren hacer caja, lo que conllevaría la venta de más acciones del holding.
“Los más nerviosos con el desempeño de Falabella son los Del Río; son los más preocupados y son los que más se quieren diversificar y depender cada vez menos de Falabella”, dice un miembro del directorio de una de las filiales del conglomerado.
Otro de los que ha mostrado su preocupación por el desempeño de la firma es Juan Cúneo. "Falabella se va a recuperar algún día, pero no sé cuándo", dijo a DF MAS a fines de enero pasado. "Lo único que he hecho es vender (acciones) lo que me permite el pacto de accionistas", sostuvo en aquella ocasión.
La última gran venta de acciones de Falabella que hizo el empresario fue en 2017, cuando remató el 1,5% de la compañía, con lo que recaudó nada menos que US$ 300 millones. Hoy, Cúneo junto a su familia maneja el 8,7% del conglomerado, acciones que hoy valen US$ 975 millones.
Ese mismo paquete llegó a valer más de US$ 1.930 millones en julio de 2013, cuando Cúneo aún presidía la empresa. "Mi capacidad intelectual me ayudará a recuperar lo que he perdido", dijo el empresario a este medio a principios de año.
Ese mismo 2017, María Cecilia Karlezi vendió el 0,31% de la compañía, con lo cual recaudó casi US$ 70 millones. Esta rama maneja actualmente el 12,73% de la multitienda, con un valor en bolsa de US$ 1.427 millones, US$ 1.390 millones menos que hace siete años.
Corso -el brazo de inversiones de Teresa Solari y sus hijos Juan Carlos y Francisca Cortés Solari- también vendió por última vez en 2017; aquella ocasión enajenó el 0,57% de las acciones de la empresa y recaudó más de US$ 110 millones. Tras esta operación, la familia –que opera tiendas como Sparta, Head y Trek, entre otras- concentra más del 11% de la propiedad del retailer, valorado en casi US$ 1.290 millones.
El clan liderado por Reinaldo Solari maneja el 10,77%, cuyo valor en bolsa supera los US$ 1.200 millones. Las inversiones familiares son lideradas por sus hijos Piero, Carlo y Sandro Solari. Para esto, crearon Megeve Investments, el family office con inversiones en diversos rubros, como el inmobiliario, minero y eléctrico, entre varios otros.
Al interior de todos los clanes se reconocen los altos dividendos que lograron con Falabella en el periodo pre pandemia (entre US$ 25 millones a más de US$ 30 millones todos los años para cada familia), lo que les permitió sumar nuevas inversiones en otros rubros.
Este 2021, deberán contentarse con un exiguo reparto de dividendos: el directorio propuso $ 5 por acción con cargo a las ganancias del año pasado, lejos de los $ 19 por papel que se pagaron solo en 2020 por las utilidades del ejercicio anterior.
Además, salió una nueva (y muy grande) competencia como la firma argentina Mercado Libre. Y está el rebrote de la pandemia.
Pese a todo, el mercado está creyendo en la compañía, pero miembros del pacto controlador reconocen que los grandes dividendos de Falabella son cosa del pasado. De ahí el plan de diversificación de todos y, eventualmente, nuevas ventas de acciones de la compañía.
Abril de 2020. La pandemia tenía al mundo en cuarentena. La crisis sanitaria comenzaba y, en ese entonces, no había ninguna posibilidad de tener una vacuna en el corto plazo. Los negocios no esenciales tuvieron que bajar las cortinas de sus locales obligados por las autoridades.
Falabella, la principal empresa de comercio al detalle de Chile y una de las mayores en América Latina, vio cómo la mayoría de sus tiendas iban, una a una, cerrando sus puertas. Algo que jamás había ocurrido desde su fundación en 1889.
Los efectos se evidenciaron rápidamente en bolsa, donde las acciones de la compañía se desplomaron. En enero del año pasado, los papeles de la empresa comenzaron a cotizarse sobre los $ 3.500 cada uno. De ahí, partió el desplome. A mediados de marzo habían caído hasta los $ 1.518, su menor valor en más de una década.
Falabella había pasado de valer más de US$ 24 mil millones (su peak en 2018, cuando el precio por acción superaba los $ 6.100 y era la empresa más valiosa de Chile) a apenas US$ 5.244 millones.
Como si fuera poco, luego llegó la denuncia del Servicio Nacional del Consumidor (Sernac) por múltiples problemas en las compras por internet ocurridos durante la crisis sanitaria, principalmente por el retraso en la entrega, pero también ventas sin stock y problemas con la devolución del dinero.
La administración de la empresa, presidida desde 2014 por Carlo Solari, hijo de Reinaldo, quien a su vez es primo de Juan Cúneo, tomó una serie de medidas, lo que incluyó el cambio de varios gerentes en puestos clave.
A mediados de la semana pasada, Francisco Irarrázaval, ex ejecutivo de Ripley, asumió como segundo a bordo (tras el argentino Gastón Bottazzini) en reemplazo del también trasandino Gonzalo Somoza, quien tras 21 años en Falabella dejó la gerencia general de la división enfocada en retail para la región.
Junto a esto, el conglomerado llevó adelante una serie de cambios para potenciar sus ventas por internet, las que -para suerte de la empresa- se vieron impulsadas por el retiro de parte de los fondos de pensiones y los bonos entregados por el gobierno.
Así, Falabella cerró un 2020 para el olvido: las ganancias atribuibles a los propietarios de la compañía cerraron el año en US$ 43 millones, una caída de 90% respecto al año anterior.