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Cultura

Jonathan Franklin, biógrafo: “Creo que el pueblo chileno todavía no entiende a Doug Tompkins”

Jonathan Franklin, biógrafo: “Creo que el pueblo chileno todavía no entiende a Doug Tompkins”

Es la historia del empresario estadounidense que quiso alejarse de la cultura de consumo para dedicarse al conservacionismo ambiental y que, junto a su mujer, decidió traspasar 400 mil hectáreas de parques nacionales al Estado de Chile, contada en detalle; con luces, sombras, y hasta imágenes.

Por: Sofía García-Huidobro | Publicado: Viernes 21 de enero de 2022 a las 12:00
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Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, además de haber sido presidentes de Chile, tienen en común aparecer en la lista de entrevistados que figura al final de Una idea salvaje, de Jonathan Franklin.

Hice unas 200 entrevistas que se tradujeron en más de 5 mil páginas de transcripción. Le puedo contar a Kristine McDivitt Tompkins cosas de su marido que ella no conoce porque hablé con un compañero de curso desde los 7 años, con un profesor, hasta con agentes de inteligencia chilenos que tenían la misión de espiarlo”, dice el periodista y autor del libro sobre la vida de Douglas Tompkins.

En el largo listado de entrevistados aparecen numerosos nombres nacionales como Juan Emilio Cheyre, excomandante en jefe del ejército, Enrique Correa, asesor comunicacional, y Pedro Pablo Gutiérrez, exabogado del ambientalista estadounidense. Y también personajes extranjeros como su íntimo amigo y fundador de Patagonia Inc., Yvon Chouinard, además de las conversaciones que sostuvo en vida con el propio Tompkins.

“Doug es como una cebolla, tiene muchas capas. El libro podría haber tenido fácilmente mil páginas, pero nadie lo iba a leer. No está pensado para ambientalistas de Greenpeace o para un MBA que quiera éxito en los negocios. Quiero que la gente pueda comprarlo en el aeropuerto de Santiago, Bogotá o Londres, y se entretenga. Es una muestra de que una sola persona puede literalmente cambiar el mundo”, dice Franklin.

En 300 páginas se cuenta la historia del niño criado en un campo cercano a Nueva York, que al terminar el colegio decide no ir a la universidad y viajar por el mundo realizando los más diversos oficios, además de escalar, esquiar y surfear.

El mismo que en 1964 instaló la tienda The North Face en San Francisco, California, y que tres años después decidió vender la marca a 50 mil dólares para partir, junto a un grupo de amigos, en un viaje en auto desde Estados Unidos hasta la Patagonia argentina con la misión de escalar el monte Fitz Roy.

El andinista que luego de esta aventura volvió a casa y se sumó al negocio de ropa de su primera mujer (Susie Buell) para dar vida a Esprit. El empresario millonario que en 1989, ya separado, vendió su parte y dedicó los próximos 25 años de su vida al ambientalismo.

El conservacionista que se instaló en el sur de Chile para crear grandes parques junto a su segunda mujer, Kristine McDivitt. El activista que el 8 de diciembre de 2015, a los 72 años, murió de hipotermia al caer de su kayak.

El libro también describe la inmensa desconfianza con la que se encontró Douglas Tompkins cuando a comienzos de los años ‘90 comenzó a comprar grandes territorios. Personeros de gobierno, miembros de las Fuerzas Armadas, y un operativo de Inteligencia, quisieron probar que al “gringo” lo movían intereses alejados del amor a la naturaleza.

“Yo creo que el pueblo chileno todavía no entiende a Doug Tompkins, tienen una imagen hecha por algunos medios que es errónea. Y él no contaba su historia porque prefería manejar la información, entonces tuvimos que esperar que muriera para entender realmente quién era”.

Legado en desarrollo
Franklin habla rápido y con un español marcado por el acento estadounidense, pero lleno de chilenismos. “No sabían con la chichita que se estaban curando”, dice para describir el carácter del empresario y conservacionista, al que describe en varios momentos de su relato como arrogante.

Esa seguridad en sí mismo u obstinación también explicaría las grandes empresas en las que Tompkins se embarcó a lo largo de su vida. “Tenía un ego grande y siempre seguro de tener razón. Si decía que hay que hacer una balsa de coirón para llegar a la Rapanui, le podías discutir, pero la iba a hacer igual”.

Cuando lo conoció, cuenta el escritor y reportero, pensó que se encontraría con un gran atleta, pero en realidad era un señor nerd rodeado de libros y dando charlas TED. Y, afirma, luego de más de cuatro años estudiando todo sobre Tompkins, sigue descubriendo muchas obras a las que el estadounidense aportó en absoluto silencio.

“Creo que su legado está todavía en desarrollo. Espero que en 50 años más la gente se pregunte quién era el gringo loco que creó estos parques. Era un tipo muy complejo, un hombre renacentista. Mi libro es solo una pauta para que una nueva generación de escritores siga cavando. Y que haya una futura repisa llena de libros sobre Doug”.

El autor también insiste en el profundo amor y conocimiento de Tompkins por la Patagonia. “Completó más de 7 mil horas de avioneta en esa zona. Amaba tres cosas: A Kristine, su avioneta y el concepto de parques nacionales como cuadros imperfectos. Él sabía que el Estado chileno jamás podría mantener los parques a su nivel, pero eso no le importaba. Hace una semana se lanzó el pasaporte para recorrer la Ruta de los Parques de la Patagonia, y Doug estaría feliz en su tumba. Esa fue su gran obra”.

Biógrafo y personaje
La propia historia de Jonathan Franklin también da para escribir un libro. El periodista de investigación estadounidense escribe regularmente para The New York Times, The Boston Globe y The Guardian, y también realiza reportajes para cadenas internacionales de televisión. Vive en Chile desde 1996, actualmente en Punta de Lobos, Pichilemu, y tiene siete hijas mujeres.

La primera vez que viajó a este país fue en 1989 encargado de cubrir la transición de dictadura a democracia, cuenta. Comenzó como fotógrafo de protestas callejeras: “Hablo pésimo español, pero soy muy bueno para patinar en rollers, entonces trabajaba con Emilio Sutherland y me pasaban la cámara porque yo podía esquivar a la gente”. Se fue quedando en Chile y entrevistó a muchos personajes de la época. “Desde frentistas hasta a Jaime Guzmán”, recuerda.

Durante 10 años reporteó temas de narcotráfico en distintos países. “Entrevisté narcos, bebí con sicarios, hice cosas muy entretenidas, pero cubriendo la guerra narco no cambias nada y para mí era importante poder compartir lo que estoy haciendo con mis hijas. Y cuando tienes siete hijas, son siete colegios, siete frenillos, siete bicicletas, entonces hay que escribir rápido”, dice riendo.

En 2011 publicó un libro sobre el rescate a los 33 mineros de la mina San José, en 2015 una crónica llamada 438 días sobre el naufragio de Salvador Alvarenga, en 2021 la biografía de Tompkins, y próximamente lanzará un libro sobre un crucero donde cunde el Covid-19 en marzo de 2020.

“Hay mucho que escribir en Chile. Este es un momento histórico. El gobierno de Boric será un experimento de movimiento social de vanguardia. Muy progresista. Yo siento que la verdadera transición comenzó con el estallido de octubre de 2019, antes Chile estaba hibernando”.

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