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Cultura

La historia de mujeres en Chile y Latinoamérica que domina la pluma de Patricia Cerda

La historia de mujeres en Chile y Latinoamérica que domina la pluma de Patricia Cerda

Esta semana la historiadora y escritora chilena radicada en Berlín publicó Las infames, su última novela en la cual la reivindicación histórica de las mujeres y un Chile donde la Ilustración antecedía al proceso de Independencia presenta varias semejanzas con el momento actual.

Por: Sofía García-Huidobro | Publicado: Sábado 6 de noviembre de 2021 a las 04:00
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Mabel es una mujer excepcionalmente letrada en el Reino de Chile del siglo XVIII. Santiago, una ciudad que va tomando una identidad cruzada por mixturas, mestizaje y una elite proveniente de la región de Navarra, España, que se instala en estas tierras dando origen a una descendencia con apellidos dotados de dobles erre, como los Larraín y los Errázuriz.

La Inquisición omnipresente que vigila el conocimiento y los libros como si fuesen armas de guerra. Y dos siglos más tarde, una escritora, Serena, recopila trazos de estos orígenes en la Madre Patria. Estas piezas dan cuerpo a Las infames, la última novela de la historiadora y escritora chilena, Patricia Cerda (60).

“Este libro continúa con mi proyecto literario de mostrar la participación de las mujeres en nuestra historia chilena y latinoamericana”, señala la escritora nacida en Concepción y que vive desde 1986 en Berlín.

Patricia es una autora tardía y prolífica: publicó sus primeros cuentos en 2013 y Mestiza, su primera novela y gran éxito editorial, en 2016. Luego vino Rugendas (2017), Violeta y Nicanor (2018), Luz en Berlín (2019), Bajo la cruz del sur (2020) y ahora Las infames (2021), que en total le tomó tres años interrumpidos por otros de estos títulos.

“Empecé a escribir tarde y tenía tantas cosas acumuladas que contar, que fueron saliendo rápido. Pero ahora estoy en un proceso de búsqueda de nuevos temas”, explica la doctora en Historia de la Universidad Libre de Berlín.

Comenta que ha tenido una vida estructurada en fases de 25 años. La primera, infancia y adolescencia, en Chile; la segunda, estudios y familia, en Alemania. Ya con sus hijas más grandes y recién separada entró en la tercera y se convirtió, sin proponérselo, en autora de bestsellers.

Violeta y Nicanor, Luz en Berlín y Bajo la cruz del sur suman más de 15 mil ejemplares vendidos. “Lo tomo con mucha tranquilidad, no soy una escritora que haga mucho lobby ni autopromoción”, afirma.

Efervescencia colonial


Cerda vuelve al siglo XVII, donde se sitúa Las infames, y enfatiza que se trata de un periodo relevante en nuestra historia porque ahí se genera nuestra matriz cultural, que de alguna manera permanece vigente.

“Quise dar una nueva perspectiva sobre la Colonia porque tenemos una visión muy oscura y plana, donde pareciera que no pasaba nada, y no es así. Estaba a punto de estallar la Independencia, había un par de ilustrados que viajaban a España y traían libros prohibidos. Hay una efervescencia que rescato en la novela. Eso fue así. Manuel de Salas y José Antonio Rojas contrabandearon libros y me pareció muy literario lo de tratar de engañar a la Inquisición”, relata.

Una de sus fuentes, dice, fueron los escritos de Benjamín Vicuña Mackenna, quien dedicó incluso un título al clima de la época, narrando periodos de feroz sequía seguidos de intensas lluvias e inundaciones. “Una de las salidas del río Mapocho de esos años la encontré en un poema anónimo de una monja de convento. Fui a la Colonia y encontré respuestas a preguntas muy actuales”, apunta.

La autora vive el 70% del tiempo en Alemania y su casa en Berlín, comenta, queda a media cuadra de la biblioteca del Instituto Latinoamericano, que es la más completa de Europa. Por lo que tiene acceso a vasta documentación de todo el continente, incluido Chile.

También sale a investigar a terreno, al igual que el personaje de Serena en su última novela. “Ella es un otro yo. Hago eso en otros de mis libros, pero aquí está más presente. Me gusta ese juego de crear personajes que podrían ser yo, y tomarlos para evolucionar, porque pienso que ese es el sentido de la vida y de la literatura. Los escritores buscamos evolucionar en este proceso de conocernos mejor y los lectores participan”.

Las anónimas
Sus libros tienen voz de mujer, pero es categórica al rechazar la categoría de literatura femenina, asunto que ha sido materia de controversia en el mundo literario.

“No tiene ningún sentido, tengo tantos lectores hombres como mujeres. No puede haber un término universal y neutro que represente a los hombres, y que las mujeres quedemos en una categoría subordinada, eso es inaceptable. Nos leemos mutuamente, y ahora, más que nunca, los hombres están interesados en nuestra perspectiva, como parte de una autocrítica”, asegura Cerda.

Se refiere a la deuda histórica con los incontables “anónimos” que fueron mujeres invisibilizadas. “Es un desafío escribir sobre lo que no hay nada. Pero existen algunas autoras de esa época como Sor Juana Inés de la Cruz que nos han dado luces”.


-¿Cómo concilia a la historiadora con la novelista? ¿Cuán rigurosa es con la realidad versus la ficción?
Quiero narrar historias que hayan ocurrido realmente, pero también darles libertad a mis personajes. Que les sucedan cosas que podrían haber pasado. Es un juego intuitivo y espontáneo que surge en el proceso de escribir.

Cualquier semejanza…
“Pienso que el deseo de las elites de manipular a la gran mayoría de la población no es algo que se haya acabado”, sostiene haciendo un paralelismo histórico entre la novela y el presente.

La escritora afirma que vive su chilenidad a tiempo completo, porque siempre está reflexionando sobre nuestra memoria cultural. La distancia física, dice, es un plus porque permite obtener mayor perspectiva, lo cual la enriquece. Lee autores nacionales -destaca Poeta chileno, de Alejandro Zambra- y también latinoamericanos.

Sigue de cerca el acontecer noticioso; ve los debates presidenciales y se informa sobre el proceso constituyente. “Me guardo mi derecho a ser escéptica”, declara en calidad de historiadora y escritora, porque le parece que el panorama aún está demasiado abierto.

“En Chile ha habido antes irrupciones populares seguidas de restauraciones conservadoras. Pero hay muchas fuerzas en pugna y vamos a ver cuáles se consolidan. La gran novedad es la pérdida de hegemonía de la elite ante una ciudadanía que no está dispuesta a aceptar la corrupción y que busca desprenderse de esta matriz colonial”, afirma.

La próxima semana la escritora viajará a España invitada a un certamen de novela histórica en el que también participará el autor Carlos Tromben, y luego volará a Chile para quedarse hasta marzo, fiel a su sistema de capear el invierno europeo. En 2020, cuenta, su estadía se prolongó hasta junio producto de la pandemia, pero fue un confinamiento que aprovechó para estar con sus hijas, leer, escribir y cocinar.

-¿Se siente mestiza como sus personajes?
Me siento una mestiza del Biobío. No es snob ni pose, es mi identidad. Soy de Concepción, zona de alto mestizaje. Tengo un pelo indio que me encanta. No es ni bueno ni malo: soy mujer, soy escritora y soy mestiza.

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