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Atentado a Cristina Fernández aviva la polarización en Argentina
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La vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, una de las políticas más conocidas de América Latina, ha sobrevivido a un intento de asesinato después de que un hombre le apuntara a la cabeza con un arma cargada, que no llegó a disparar.
"Cristina sigue viva porque, por alguna razón, el arma que estaba cargada con cinco balas no disparó, a pesar de que se apretó el gatillo", dijo el presidente Alberto Fernández en una transmisión televisiva de emergencia el jueves. "Esto es algo enormemente grave. Es lo más grave que ha ocurrido desde que recuperamos la democracia".
Las imágenes de vídeo mostraron cómo una pistola apuntaba desde una multitud a la cara de la vicepresidenta a corta distancia cuando salía de un coche frente a su residencia en el barrio de Recoleta, en Buenos Aires.
Fernández de Kirchner, que no resultó herida, intentó agacharse mientras los transeúntes empujaban al posible asesino. La policía ha detenido a un hombre brasileño de 35 años en relación con el crimen, según informaron los medios de comunicación locales. Según los medios de comunicación, sus cuentas en las redes sociales mostraban que había seguido a grupos extremistas asociados con el discurso del odio, incluido uno que denunciaba el "comunismo satánico".
El ministro de Economía, Sergio Massa, declaró tras el incidente: "Cuando el odio y la violencia prevalecen sobre el debate, destruyen las sociedades y crean situaciones como la de hoy: un intento de asesinato".
Mariano Machado, principal analista para América Latina de la empresa de inteligencia de riesgos Verisk Maplecroft, dijo que el intento de asesinato polarizaría aún más un país ya profundamente dividido y podría desencadenar más protestas y violencia.
El atentado redujo las "posibilidades de un diálogo constructivo dentro de la clase política", dijo, señalando que la presidenta Fernández había culpado a "la oposición, el poder judicial y los medios de comunicación de impulsar la polarización que culminó en los acontecimientos de anoche".
Cristina, como se la conoce universalmente en Argentina, es la figura política más reconocible del país y una de las más conflictivas. La ex presidenta de la Cámara de Senadores, una radical de izquierda del movimiento peronista gobernante, se enfrenta a múltiples procesos por corrupción en relación con supuestos hechos ocurridos durante su presidencia entre 2007 y 2015.
En uno de los casos, un fiscal federal pidió la semana pasada una condena de 12 años de cárcel para Fernández de Kirchner y la prohibición de por vida de ocupar cargos públicos, alegando fraude y una "asociación ilícita" con funcionarios y empresarios corruptos que recibieron contratos del gobierno.
La presidenta ha calificado las acusaciones contra ella como una “caza de brujas por motivos políticos” y ha llamado a sus partidarios a las calles para defenderla. Su doble condición de vicepresidenta y jefa del Senado le confiere una gran protección legal y es poco probable que se enfrente a la cárcel.
La vicepresidenta se ha enfrentado en numerosas ocasiones a Fernández, con quien no está emparentada, por cuestiones políticas. Se opone a su acuerdo de deuda de US$ 44.000 millones acordado este año con el FMI, diciendo que sus requisitos para recortar los subsidios energéticos y reducir el déficit público son inaceptables.
Su carisma y su larga trayectoria política la han convertido en una figura emblemática para la izquierda latinoamericana, y se espera que vuelva a presentarse a las elecciones nacionales del próximo año.
Tras el intento de atentado, llegaron mensajes de apoyo de aliados políticos, como el candidato a la presidencia de Brasil y ex dirigente Luiz Inácio Lula da Silva, así como el presidente de Chile, Gabriel Boric.
Fernández declaró el viernes un día de fiesta nacional para que los argentinos de todas las tendencias políticas se unieran para expresar su apoyo a "la vida, la democracia y la solidaridad con nuestro vicepresidente". Pidió que la violencia y el odio se destierren del discurso político y mediático del país.
Aunque la crisis económica y las turbulencias políticas han sacudido a Argentina en repetidas ocasiones desde el fin del régimen militar en 1983, la violencia política es poco frecuente. La tensión política ha aumentado este año mientras la inflación se dispara hacia el 90% anual y el peso se desploma en el mercado negro.