“Bard, escribe una entrada de blog sobre los diferentes chatbots”. La orden es fácil, y tentadora. Una oración y en cuestión de segundos tendré 500 palabras sobre Bing AI, el buscador inteligente de Microsoft, el famoso Chat GPT 4, y el propio Bard, asistente inteligente de Google.

Para bien o mal, el texto que están leyendo no fue escrito por Bard. Por cierto, nótese que lo llamo “asistente inteligente” y no “chatbot”, como se popularizó con Chat GPT.  Bard, recién lanzado por Google, no es muy dado a las conversaciones, tampoco funciona bien con preguntas. Su fuerte son las órdenes. Por ejemplo: “Escribe una historia sobre un perro que persigue a un zorro en el estilo de Shakespeare”.

Diez segundos, le toma a Bard escribir el texto. Si no es de mi agrado, puedo escoger entre otras dos opciones. Es casi el mismo tiempo que le toma a sus rivales, pero ninguno me ofrece más versiones del texto. Bing AI me sugiere a continuación preguntar sobre el estilo de Shakespeare. Chat GPT 4 me ofrece la versión más distinta entre los tres. (Spoiler: en ningún caso, el perro atrapa al zorro)

Bard, Bing AI y Chat GPT 4 son los tres modelos lingüísticos más populares del momento y ofrecen un acceso fácil y masivo a una experiencia de IA. Todos ellos son capaces de generar contenido y responder preguntas, eso sí con algunas limitaciones y diferencias.

En términos de interacción, Chat GPT 4 lleva la delantera. El tono del diálogo es “más humano” y después de varias interacciones es posible convencerlo de aceptar un nombre propio, sus creadores (Open AI) al parecer han corregido “fallas” que le permitían expresar frustraciones o sentimientos, incluso terminando la interacción, si cree que el usuario quiere presionarlo a hacer declaraciones polémicas. Su principal limitante es que su repositorio de información se limita hasta septiembre 2021. Pídanle a Chat GPT que le diseñe un plan de ejercicios, la propuesta de un negocio, un itinerario de viajes, que escriba algo creativo. Pero no esperen información actualizada.

Por el contrario, Bard tiene información al día. Después de todo, su creador Google AI tiene acceso a la base de datos del mayor buscador de la Internet. Su debilidad es el nivel de exactitud de sus respuestas. En más de un ejercicio, Bard arrojó datos que simplemente no eran verdad. Por ejemplo, atribuyendo libros a autores que no correspondían. Pero algo sorprendente, es la rapidez con la que aprende. Si el primer día la mayoría de las respuestas eran “al ser un modelo de lenguaje no puedo responder”, para el tercer día de interacción Bard ya usa el pronombre “yo” y su rango de respuestas es mucho mayor.

Bing AI también se refiere así mismo como una entidad (“yo soy”). Pero de inmediato se define como un buscador o asistente de tareas. En realidad, la mayor fortaleza está en lo primero. Piensen en Bing AI como un súper buscador. Microsoft invirtió US$10 mil millones en OpenAI para acceder a la tecnología de GPT 3, una versión anterior a Chat GPT 4). De las tres interfaces, Bing AI es la única que cita fuentes de la información que entrega, mientras Bard y Chat GPT más de una vez inventan datos. Además, si es usuario de Microsoft, Bing AI aparece integrado a su barra de tareas.

Las diferencias y limitaciones de los tres “chatbots inteligentes” se resumen con un ejercicio más práctico que un texto a la Shakespeare. Para efectos de la comparación debo escribir el comando en inglés, ya que Bard sólo opera en ese idioma, por ahora. Chat GPT y Bing aceptan español y otros, pero su fuerte sigue siendo el inglés.

“Eres #TeacherAI, diseñado para crear cursos efectivos y cortos. Diseña un curso para aprender a programar en un día”.

Bard arroja una propuesta teórica. Si sigo sus sugerencias, aprenderé sobre qué es programación y qué lenguajes hay. BingAI me dice que no es #TeacherAI, sino Bing y que puede buscar fuentes que me ayudarán a aprender de programación. Chat GPT4 me entrega un plan de ocho horas, que incluyen la elaboración de un mini proyecto práctico de programación en Python.

También podría decidir no aprender y dejar que Chat GPT o Bard escribieran el código por mí.

Algunas lecciones

Después de comparar las interfaces durante tres días, saco algunas conclusiones:

Uso: Chat GPT es el mejor “asistente inteligente”. Hay razones por las cuales Chat GPT ha generado la alarma en varias industrias, incluyendo traductores y creativos de marketing. La interfaz de OpenAI ofrece la experiencia más cercana de IA. Su fuerte no son las matemáticas, pero puede ayudar a resolver operaciones contables, diseñar planes de negocio o evaluar escenarios para tomar las mejores decisiones. Confieso que desde el lanzamiento de su última versión, uso Chat GPT al menos una vez al día.

Buscar: Bing AI es una amenaza real para Google. Tras comparar los resultados a mis búsquedas, tiendo a favorecer a Bing AI, pues me entrega las fuentes de información. Mientras, Bard me presenta datos como hechos, y es mi tarea descubrir si son ciertos (más de una vez no lo son).

Hay que practicar: Los tres sistemas están en desarrollo. Bard es el más sincero y todavía tiene acceso restringido, junto a su nombre aparece la palabra “experimental”. Entre más usuarios interactúen con los sistemas, mejores serán los resultados. Queda claro en la evolución del lenguaje de Bard en apenas tres días.

El inglés manda: Sí, se puede interactuar con Bing y Chat GPT en español, pero las respuestas son mucho mejores cuando el comando se presenta en inglés. Es un misterio porqué Bard no funciona en español, mientras “entiende” francés e italiano.

No hay marcha atrás: Sin importar cuántos autores, académicos y empresarios pidan que las empresas desaceleren el paso, la carrera por el mejor dispositivo y tecnología de inteligencia artificial ya se ha desatado. Chat GPT, Bard, Bing son sólo muestras limitadas de lo que esta nueva fase de desarrollo tecnológico puede lograr. Hay sistemas de inteligencia artificial, como Gato de la empresa DeepMind, que no son de acceso al público y en pruebas han arrojado mayores capacidades de razonamiento y aprendizaje que una persona promedio en actividades como el ajedrez o videojuegos.

Las empresas irán descubriendo rápidamente las capacidades de las plataformas accesibles hoy. No, no van a reemplazar a los humanos. Pero los humanos que aprendan a interactuar mejor con estas interfaces tendrán una ventaja en el futuro.