Glocal
Crónica desde UCLA, el epicentro de la violencia universitaria en EEUU
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
En Beverly Hills, al pie de las montañas de Santa Mónica, en la ciudad de Los Ángeles, hay un parque rodeado de 1.400 banderas de Israel que flamean con el viento. Cada una representa a víctimas de más de 30 países cuyas vidas se perdieron en el atentado del 7 de octubre de 2023, el cual gatilló la actual guerra entre este país y fuerzas militares de Palestina, y de la cual ya existen más de 35.000 víctimas.
A sólo nueve minutos en auto de ese lugar, el escenario es muy distinto: el Royce Hall, el edificio más icónico de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) -estrenado en 1929-, está rodeado de dibujos alusivos a la nación árabe: hay graffitis, stickers y consignas, como “Free Gaza”, “Blood on your hands” (Sangre en sus manos) y “Cease Fire Now” (Alto al fuego ahora). También hay basureros industriales vandalizados, escombros y carteles.
Es jueves 2 de mayo y el reloj marca las 9:30 am. Hace sólo unas cinco horas, en plena madrugada, decenas de oficiales del Departamento de Policía de los Ángeles (LAPD) -vistiendo chalecos antibalas, cascos y protectores faciales- entraron al edificio que estudiantes de UCLA tenían tomado desde el fin de semana. Dispararon balines, tiraron bombas de humo y metódicamente fueron recuperando el lugar. Algunos lograron escapar y otros 209 fueron detenidos.
Ya durante la mañana, trabajadores y voluntarios barrieron los últimos vestigios del campamento y barricadas, también recogieron la basura esparcida por el pasto frente al inmueble. Había carpas volcadas y en los edificios cercanos se habían pintado con spray palabras en apoyo de Gaza. Las excavadoras entraron en el campus para limpiar los escombros, y los equipos colocaron las carpas, sillas, comida y otros suministros en grandes contenedores de basura.
Cada cinco minutos sobrevolaba el lugar un helicóptero de la policía para evitar nuevos puntos de violencia.
Cientos de estudiantes miraban la escena desde lejos apoyados en kilométricas vallas papales. Otros, estaban dedicados a retirar de las paredes una serie de stickers que decían: “Desde el río, hasta el mar” (ver foto), que es un eslogan político asociado con el nacionalismo palestino. El lema se refiere al área entre el río Jordán y el mar Mediterráneo que incluye Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza.
Un problema en ascenso
UCLA fue el epicentro de las protestas en universidades de Estados Unidos que comenzaron a finales de abril con estudiantes exigiendo la desinversión en empresas vinculadas a Israel y el fin de las acciones militares del país en Gaza. En muchos casos las manifestaciones han incluido retórica antisemita y acoso a estudiantes judíos.
Este es un tema que se ha tomado la agenda en Estados Unidos en las últimas semanas, un país que tiene relaciones diplomáticas, económicas y militares muy estrechas con Israel. Y las razones para esto son múltiples, pero la más importante es numérica: EEUU es, por lejos, el país con más judíos fuera de Israel, con cerca de 6.3 millones de personas (en Israel son cerca de 7 millones). Lo sigue muy de lejos Francia, con 400 mil personas.
Había carpas volcadas y en los edificios cercanos se habían pintado con spray palabras en apoyo de Gaza. Las excavadoras entraron en el campus para limpiar los escombros, y los equipos colocaron las carpas, sillas, comida y otros suministros en grandes contenedores de basura. Cada cinco minutos sobrevolaba el lugar un helicóptero de la policía para evitar nuevos puntos de violencia.
En UCLA las protestas comenzaron pacíficas, pero con los días las tensiones aumentaron, principalmente por el enfrentamiento entre los bandos pro-Palestina y pro-Israel. En paralelo, se sumaron otras instituciones en California, como UC Irvine, UC Riverside, Occidental College, Sacramento State, San Francisco State, Cal Poly Humboldt.
Y también existieron incidentes en otros estados norteamericanos: el jueves, agentes desalojaron a los manifestantes que ocupaban una biblioteca en la Universidad Estatal de Portland, en Oregón, mientras que policías efectuaron detenciones en el campus de Manhattan de la Universidad Fordham, en la Universidad de Texas en Dallas, en el Dartmouth College de New Hampshire y en la Universidad Tulane de Nueva Orleans.
Tema aparte es la Universidad de Columbia, en Nueva York, que, junto a UCLA, ha copado los titulares de los noticiarios y periódicos estadounidenses. El jueves, la Asociación Estadounidense de Profesores de aquella institución pidió la condena de Nemat Shafik, presidenta de la universidad, tras la operación policial que desalojó a los estudiantes que ocupaban Hamilton Hall y se saldó con más de 100 detenciones.
“La policía antiterrorista armada en el campus, las detenciones de estudiantes y la dura disciplina no fueron el único camino para superar esta crisis”, afirmó el grupo. A tanto ha llegado la tensión ahí, que la institución ha amenazado con expulsar a los alumnos que participen activamente de las ocupaciones de los edificios de administración.
La escalada a Washington
“Existe el derecho a protestar, pero no el derecho a provocar el caos. La gente tiene derecho a recibir una educación, derecho a obtener un título, derecho a caminar por el campus con seguridad sin miedo a ser atacados”, dijo el jueves el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. El antisemitismo, agregó, “no tiene cabida” en los Estados Unidos.
“Vandalismo, allanamiento de morada, rotura de ventanas, cierre de campus, cancelación de clases y graduaciones: nada de esto es una protesta pacífica. Amenazar a la gente, intimidarla, infundir miedo no es una protesta pacífica. Va contra la ley. La disidencia es esencial para la democracia, pero la disidencia nunca debe conducir al desorden o negar los derechos de los demás para que los estudiantes puedan terminar el semestre y su educación universitaria”, agregó el mandatario.
Y es que las protestas ya empezaron a dominar el debate político en Washington. Por un lado, los republicanos intentan posicionarse como defensores de los estudiantes judíos y retratar a los demócratas y a los líderes universitarios como blandos con el antisemitismo.
Sin embargo, distintos representantes del partido oficialista salieron a criticar los distintos episodios de violencia. El gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom, declaró que “el derecho a la libertad de expresión no se extiende a la incitación a la violencia, el vandalismo o la anarquía en el campus”.
Esta semana la Cámara de Representantes aprobó una medida bipartidista que pretende codificar una definición más amplia de antisemitismo en la política educativa federal. Si se convierte en ley, algunas de las medidas que podrá tomar el Departamento de Educación serán, por ejemplo, revocar las becas federales de investigación y otros fondos a las universidades que no tomen acciones contra ciertos cánticos que se consideren antisemitas.
Esta iniciativa generó una serie de críticos. Uno de ellos fue Jerry Nadler, el miembro judío del Congreso estadounidense que lleva más tiempo en el cargo y un fuerte defensor de Israel. “Este proyecto de ley amenaza con coartar la libertad de expresión protegida por la Constitución. El discurso crítico hacia Israel por sí solo no constituye discriminación. El proyecto de ley es demasiado amplio”, afirmó.
Por su parte, el senador Tim Scott indicó: “El antisemitismo está asomando su fea cabeza en los campus universitarios de toda nuestra nación. Los estudiantes judíos están siendo objeto de violencia y acoso, y los presidentes y administradores de las universidades, que deberían defenderlos, están cediendo ante la turba radical y permitiendo que se extienda el caos”.
Donald Trump también salió al ruedo: “Esto es una revolución de la izquierda radical que está teniendo lugar en nuestro país”, escribió en mayúsculas en sus redes sociales mientras crecía el enfrentamiento en UCLA. “¿Dónde está el corrupto Joe Biden? ¿Dónde está el gobernador Newscum? El peligro para nuestro país viene de la izquierda, no de la derecha”.
Mientras todos comentan, este jueves 2 de mayo en UCLA algunos seguían gritando eslóganes pro-Palestina; otros, grababan videos en vivo que transmitían a través de sus redes sociales. Al mismo tiempo, diversos universitarios recibían la última copia del Daily Bruin, el periódico de UCLA que distribuye más de 6 mil copias de lunes a viernes.
Muy cerca de ahí, estudiantes alzaban carteles que decían: “Queremos graduarnos”. Esto último es una preocupación de diversos alumnos que están ad-portas de titularse, ya que algunas universidades han puesto en duda la celebración de este tipo de ceremonias por el aumento de las protestas en los campus.
Aparte de los voluntarios, policías, trabajadores y seguridad privada, UCLA estaba vacía, ya que la universidad decidió suspender toda actividad presencial en el campus durante la semana, hasta que la situación no se solucione. “La violencia que se está produciendo en UCLA es absolutamente aborrecible e inexcusable”, declaró la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass.