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La vida del neozelandés que tiene la llave de la transición en EE.UU.
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No aparece mucho en los titulares, pero es una pieza clave en la Casa Blanca de Donald Trump. Especialmente ahora, cuando la administración parece en stand by, ante la reticencia del mandatario a aceptar una derrota. Mientras en algunos estados todavía hay recuento de votos, a pocos metros de Trump un neozelandés prepara la transición, ya sea para un gobierno de Joe Biden o (menos probable) a una segunda administración del republicano.
Fuentes de la Casa Blanca han confiado a medios como Político o Axios que la oficina de Christopher Liddell está llena de diagramas, mapas de flujo, listas de tareas, un rígido calendario de reuniones semanales y muchos, pero muchos, memos.
No extraña, Liddell tiene fama de meticuloso, especialmente inteligente y un “solucionador de problemas”. Estas características lo convirtieron en una de las figuras más importantes en el mundo empresarial y político neozelandés. A sus 60 años, este empresario, filántropo y benefactor de la Universidad de Auckland, es considerado, o lo era hasta antes de su paso por la Casa Blanca, un modelo a seguir: el empresario kiwi más exitoso a nivel internacional. Incluso en 2016 recibió una orden al mérito real por su aporte a su país.
“Liddell dejó Nueva Zelandia hace mucho tiempo, pero mantiene vínculos con varias organizaciones, con la U. de Auckland… Era muy admirado, pero ahora enfrenta una oposición, especialmente del Partido Verde. Hay quienes lo critican por su relación con Trump y el rol en su gobierno”, explica Fran O’Sullivan, directora de Negocios del New Zealand Herald.
Liddell es incluso tema de gobierno. Trump lo propuso el mes pasado como director general de la OCDE, y Jacinta Arden y su gabinete deberán decidir si respaldarán su candidatura.
Un self-made man
Liddell nació en 1958 en Matamata, en el pueblo donde todavía se puede visitar la villa de los Hobbits, parte de la filmación de El Señor de los Anillos. Uno de los perfiles más completos que la prensa neozelandesa ha publicado de él sembró el mito de exitoso self-made man. Su padre murió en 1973, dejando a su familia apenas US$5.
Cuando llegó a la casa Blanca en 2017, Liddell reportó una fortuna personal por US$100 millones. Eso sin contar el patrimonio de su esposa, Renee Harpers, fotógrafa y también filántropa.
Pero, ¿cómo el pequeño niño de Matamata, que soñaba con ser un All Black llegó al círculo más cercano de Trump?
En una conferencia en 2016 en la U. de Auckland, su alma máter, Liddell atribuyó gran parte de su éxito a su decisión de estudiar ingeniería. No recuerda nada de lo aprendido, pero cree que fue un “gran entrenamiento para mi mente”. De ahí habría obtenido su capacidad para sintetizar problemas complejos y encontrar soluciones.
Liddell estudió Filosofía en Oxford, pero inició su carrera en Nueva Zelandia, donde destacó como Jefe Financiero (CFO) y luego CEO de la forestal Carter Holt Harvey, empresa donde se topó con Máximo Pacheco, ex vicepresidente para América Latina, a mediados de los ´90 (ver al final).
En 2002 Liddell se mudó a EE.UU. donde cimentó su fama de exitoso CFO, primero con International Paper, luego con Microsoft y, finalmente General Motors. En esta última, Liddell estuvo a cargo de su exitosa IPO por US$23 mil millones. Cuando no obtuvo el cargo de CEO renunció.
¿Tecnócrata o aliado?
En 2012 Liddell ansiaba tomar un nuevo reto y fue entonces que un amigo en común lo presentó al entonces candidato presidencial republicano Mitt Romney. Liddell llegó a ser parte esencial del equipo del republicano, y se convirtió en el director ejecutivo de su plan de transición.
Ahí desplegó toda su experiencia ejecutiva en diseñar un manual de transición y plan de gobierno, que fue recogido en el libro Romney Readiness Project.
Romney perdió la carrera frente a Obama y Liddell volvió a Nueva York. Cuatro años después, su esposa, de amplios lazos republicanos, le presentó a Ivanka Trump y Jared Kushner.
Desde entonces, Liddell forma parte del círculo de confianza de Kushner y, ahora también, de Trump. Llegó a la Casa Blanca en enero del 2017, primero como parte del equipo de “innovación y temas estratégicos” bajo el liderazgo de Kushner. Al año asumió como subjefe de gabinete.
Ivanka Trump ha aplaudido públicamente, a través de su cuenta de Twitter, el aporte de Liddell en los planes de modernización del gobierno, incluyendo HealthEData, para digitalizar el servicio de salud. Quienes lo conocen aseguran que ha volcado su interés al desafío de diseñar un gobierno más eficiente.
“Él es un CFO, eso es lo que él hace”, recuerda O’Sullivan, pero reconoce que incluso dentro de NZ hay dudas sobre si su rol ha sido solamente el de un tecnócrata. “Ha estado en la Casa Blanca desde el principio y es muy cercano a Kushner”, insiste en O’Sullivan en tono crítico.
Esa es la gran duda en torno a Liddell en Auckland, y en Washington. ¿Qué rol ha tenido en la Casa Blanca? Algunos acusan que fue parte del grupo de asesores que votó a favor de separar a menores inmigrantes de sus padres en la frontera. Otros creen que es “la voz de la razón” en una administración que ha sido acusada muchas veces como disfuncional.
Una duda aún mayor es qué llevó a alguien cercano al moderado Romney, a estar en el círculo de fuego de Trump. Consultado por qué aceptó trabajar para Romney, Liddell contestó: “Es una persona de primera, muy inteligente, con una maravillosa moral y vida familiar. Un hombre de principios y un ego humilde… No necesita demostrar que es el más inteligente, escucha a otros y acepta opiniones”.
Cuán cercano y leal a Trump es el neozelandés lo veremos en los próximos días. The New York Times asegura que Liddell comenzó a trabajar en la transición ya en septiembre, y no necesariamente con la bendición de Trump. ¿Sucumbirá a la presión y paralizará de todo el proceso? O, pesará más su visión de ejecutivo, y aceptará reunirse con Ted Kaufman, el hombre que Joe Biden ha escogido para liderar su instalación en la sala oval. 
Sus lazos con Chile
"Chris fue mi jefe directo. Hicimos muy buenas migas y cuando cerramos el acuerdo con Angelini (CHH era socio de Copec) cumplió su compromiso de mandarme a mi casa una caja de 12 botellas de vino neozelandés Sauvignon Blanc Cloudy Bay (uno de los mejores del mundo)", recuerda Máximo Pacheco, quien trabajó con Liddell.
"Nuestra hija Catalina en un intercambio estudiantil que hicimos se quedó 3 meses en su casa en Auckland, y su hija Amanda se quedó un par de meses en nuestra casa en Santiago donde además visitamos juntos San Pedro de Atacama. Muy buenos amigos y colegas", recuerda Pacheco. Ha venido varias veces a Chile, y en el grupo Angelini lo conocieron José Tomás Guzmán y Manuel Bezanilla".