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Mazzucato dispara contra las grandes consultoras

Mazzucato dispara contra las grandes consultoras

En el último libro de la líder intelectual de la nueva izquierda se cuestiona la dependencia de gobiernos y empresas a los asesores externos.

Por: Marcela Vélez-Plickert | Publicado: Sábado 25 de febrero de 2023 a las 04:00
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El tercer capítulo del último libro de Mariana Mazzucato, The Big Con (La gran estafa), publicado esta semana, abre con una historia poco conocida para las generaciones más jóvenes de Chile: el Proyecto Cybersyn.

En julio de 1971, a pedido de Fernando Flores, entonces director de la Corporación Chilena de Producción y Desarrollo, el consultor inglés Stafford Beer instaló en La Moneda un cuarto de operaciones para el que sería el primer programa de gobierno cibernético. Cybersyn buscaba ser un sistema computarizado que permitiría al gobierno de Allende tomar decisiones económicas a través de simulación de escenarios.

La economista ítalo-estadounidense y su coautora, Rosie Collington, citan este curioso episodio de la historia chilena como un ejemplo positivo de un consultor externo a un gobierno. Que el proyecto no cumplió con las expectativas debido a problemas técnicos no se explica en el libro, que liga el fin de Cybesyn solo al golpe de Estado.

“Aunque de corta vida, la relación fue útil para todos los participantes: el Estado chileno aprendió nuevas habilidades y Stafford Beer pudo desarrollar su teoría de administración cibernética”, concluyen.

El caso de Cybersyn, entonces, sería un contraste con lo que Mazzucato y Collington denuncian como una gran estafa. Mazzucato, líder intelectual de la generación más joven y académica de la izquierda progresista -referente y cercana al gobierno de Gabriel Boric, con quien se reunió a fines de 2022 en Chile-, promueve la idea de que el Estado debe recuperar un rol protagónico y más activo en el diseño y funcionamiento de la economía.

La inglesa Collington, estudiante de doctorado bajo la tutela de Mazzucato en el Instituto de Innovación y Propósito Público de la UCL (University College London), ha explicado que el libro surgió de una conversación entre ambas sobre el amplio rol que tuvieron consultoras externas en el manejo de la pandemia de parte del gobierno británico.

Ambas concluyen que la cada vez mayor dependencia de gobiernos, y también empresas, está vaciando a las organizaciones de conocimiento y capacidades para cumplir con sus funciones, y más aún para innovar.

“Muchos gobiernos han dejado de invertir en su propia capacidad y aptitudes y, por miedo al fracaso, no asumen riesgos. Muchas empresas han eludido la responsabilidad del cambio y se centran en obtener beneficios a corto plazo… Y un grupo de actores se ha subido a la ola de esta forma de capitalismo, y al agotamiento subyacente de las capacidades, ganando enormes sumas de dinero en el proceso”, afirman las autoras.
 

Big Four

El libro acusa que las firmas como Deloitte, EY, KPMG y PwC (“Big Four”) utilizan sus auditorías para identificar áreas en las que pueden ofrecer otros servicios, usualmente mucho más lucrativos que la contabilidad. Otras consultoras estratégicas como Boston Consulting Group, McKinsey y Bain & Co (“Big Three”) aparecen también con ejemplos de contratos millonarios por servicios no prestados o conflictos de intereses.

Citan el caso de McKinsey y su rol en el diseño de plan de reestructuración de deuda, que acusan es responsable de un plan de austeridad que debilitó el sistema de salud. Al mismo tiempo, una administradora de fondos ligada a la consultora habría transado con bonos puertorriqueños. Durante la investigación regulatoria se determinó que la administradora realizaba operaciones con activos de empresas clientes de McKinsey.

Lo que es peor, sostienen Mazzucato y Collington, pocas veces los consultores tienen realmente experiencia en las áreas en que asesoran. El fallido plan de reorganización diseñado por una de las “Big Four” para un fabricante de aviones europeo es citado como ejemplo de las principales teorías del libro: las consultoras no generan una “transferencia de conocimiento” y “creación de valor” real. En su lugar, los consultores “se enfocan en crear la impresión de valor”.

A partir de entrevistas con empleados de la industria, el libro relata que el mantra entre los consultores no es qué tan acertado o seguro se está del plan o propuesta que se ofrece al cliente, sino en presentarla en un tono asertivo y sin dudas.

“Consecuentemente, la contribución productiva de las consultoras a la economía y la sociedad es mucho más modesta que lo sugerido por el valor de mercado de estas empresas”, concluyen.

Ninguna de las “Big Four” ha respondido a las acusaciones, tampoco McKinsey, que es citada en extenso en casos que demostrarían conflictos de intereses u otros roles cuestionables. Tampoco ha habido un pronunciamiento de Boston Consulting Group, Capitalia u otras de las consultoras nombradas frecuentemente. Quizás, las firmas esperan que otro tema desplace pronto de los titulares el libro de Mazzucato y Collington.
 

US$ 700 mil millones

Tamzen Isacsson, directora general de la Asociación de Consultoras de Gestión británicas, acusa a Mazzucato de no entender la industria y sus funciones. “El trabajo del consultor consiste en ser un asesor de confianza. Analizar rigurosamente los mejores datos posibles. Aportar conocimientos especializados y experiencia en múltiples sectores para dar al cliente una nueva perspectiva sobre cómo alcanzar sus objetivos”, escribió Isacsson en un comunicado.

Leyendo The Big Con no se puede llegar a dicha conclusión. Pero sí que la aproximación de Mazzucato y Collington hacia el rol de las consultoras, especialmente como asesores de gobiernos, parte de la premisa de que éstas son producto del neoliberalismo que condenan.

El argumento es que la industria de la consultoría, que se calcula genera entre US$ 700 mil millones y US$ 1 billones al año, tuvo un crecimiento explosivo de mano de las políticas que buscaron achicar los estados.

“La historia de la consultoría moderna refleja la historia del capitalismo actual: cada tendencia ha sido surfeada por esta gran estafa. En el gobierno, las grandes consultoras han promovido y se han beneficiado de las tendencias de privatización, reforma de la gestión pública, externalización de servicios públicos, digitalización y austeridad. En las empresas, han contribuido a afianzar nuevos modelos y formas de gestión empresarial enfocados en el auge de la maximización del valor para el accionista en todo el mundo”, plantean.

Gobiernos y empresas deben volver a fomentar, invertir y ampliar el desarrollo de conocimiento interno. En los pocos ejemplos que se citan, Chile destaca nuevamente. El “Laboratorio de Gobierno”, instaurado en 2015, es presentado como un caso de unidad pública que cumple con funciones que tradicionalmente se atribuyen a consultoras de gestión externas.

El modelo de capitalismo promovido por Mazzucato contempla un rol activo del Estado no solo como prestador de servicios, también director de la economía y la distribución de recursos. Para cumplir con este objetivo, el Estado necesita “músculos”, necesita experiencia; en lenguaje de consultores, necesita “know how”. 

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