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Michael Reid: “En España los partidos tradicionales han resistido mejor que en Chile”

Michael Reid: “En España los partidos tradicionales han resistido mejor que en Chile”

El editor y corresponsal senior de The Economist, que vivió siete años en España y publicó en marzo un libro sobre este país, mira las elecciones de este domingo. Habla del PSOE, del PP, de Vox, de los independentismos regionales. Sobre el presidente Pedro Sánchez, dice que estos comicios los ve como un “referéndum a su gestión económica, que considera buena”.

Por: Marcela Vélez-Plickert Desde Londres | Publicado: Sábado 22 de julio de 2023 a las 04:00
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En la España que describe Michael Reid conviven una sociedad avanzada, una de las más liberales de Europa, y un alma rural con valores conservadores arraigados; empresas innovadoras con otras familiares pequeñas y medianas luchando por sobrevivir; el segundo mayor exportador de autos de Europa y uno de los países con mayor desempleo juvenil de la región (35%); una infraestructura envidiable con montañas de burocracia y un servicio público que recuerda más a Latinoamérica que a un país nórdico.

La España que describe Michael Reid escogerá un nuevo gobierno este 23 de julio, y podría llevar al poder central a la derecha dura por primera vez desde el fin de su dictadura.

Tras siete años de vivir en España, cinco de ellos como corresponsal senior de The Economist, el periodista, columnista y escritor inglés ha vuelto a Londres. Su regalo de despedida se plasmó en el libro Spain. The Trials and Triumphs of a Modern European Country, publicado oportunamente antes de las elecciones.

De vacaciones en Italia, Reid conversa con DF MAS sobre lo que considera es un momento crucial en la vida de España.

-La elección del 23 de julio, ¿es sobre temas valóricos o temas económicos?
-Pienso que tiene un poco de los dos. Las fuerzas de derecha lo plantean como un referéndum sobre (Pedro) Sánchez y lo que ellos llaman El Sanchismo. Con eso quieren decir la coalición del Partido Socialista con Podemos, que ahora es Sumar, con ciertas diferencias; y la alianza parlamentaria con fuerzas radicales independentistas en Cataluña y El País Vasco. Pero Sánchez, por otro lado, quiere plantearlo como un referéndum sobre su gestión económica, que él considera ha sido buena.
Por otro lado, hay una batalla valórica, entre lo que Sánchez denomina progreso, y algo como una vuelta al pasado con Vox (derecha), sobre todo.

-Esta es una discusión que ya vimos en otros países europeos. ¿Estamos frente a un fenómeno europeo, global o particular de España?
-No, efectivamente. En el libro intento explicar que España, después de Franco y la transición a la democracia, tuvo ese período casi modelo, exitoso, por unos 25 años. Pero en los últimos 15 ha sufrido dificultades políticas de diversa índole, la crisis financiera y depresión económica, el descontento frente a la austeridad y la corrupción. Tenemos la fragmentación política de lo que había sido un sistema básicamente de dos partidos. Vemos populismo de distinto tipo. En la izquierda, la mutación del nacionalismo catalán; y el nacimiento de la derecha de Vox. Mi argumento en el libro es que, con excepción de los nacionalismos periféricos en Cataluña y el País Vasco, esos fenómenos son muy semejantes a los que han sufrido en muchos países en Europa. La diferencia con Italia o incluso con Francia es que los dos partidos tradicionales se han debilitado, pero no se han desmoronado. Todo apunta a que Vox tiene un techo electoral de más o menos 15%, mientras en Italia son la fuerza principal del gobierno. Si Vox entra al gobierno en España sería como socio del PP. Ya veremos.

-Vemos un fenómeno similar en Chile. Ese bipartidismo que se rompe, una mayor fragmentación política después de lo que había sido un período de centroizquierda. ¿No será que la socialdemocracia se desconectó de sus bases y no hizo las reformas que debía?
-Es muy interesante lo que plantea de esos paralelos entre España y Chile, sólo que con unos años de diferencia. Ambos tuvieron dictaduras largas, una oposición democrática bastante pragmática tras su experiencia en la dictadura; una transición pactada; un gobierno de bloque mayoritario de centroizquierda en el que hubo crecimiento económico acompañado con más previsión social… La diferencia es que hasta ahora el sistema de los partidos tradicionales ha resistido mejor que en Chile. En Chile hubo ese sorpasso (toma), por usar un término italiano, de la izquierda radical…

-Ese es otro paralelo. El pacto de esa centroizquierda con la izquierda más extrema. En Chile fue la alianza de la Concertación con el Partido Comunista, y luego con el Frente Amplio…
-En los dos países también se da el fenómeno del resurgimiento de una derecha dura. Este es el primer gobierno de coalición (en España) y es la lógica de coaliciones la que hace posible que, en un país donde hay un 60 por ciento de votos moderados, Vox (derecha dura) pueda entrar al gobierno.

-Y esa política de coaliciones obliga a negociar. En el libro plantea la urgencia de que los políticos se abran a ceder, a pactar, como condición para evitar que se agote la paciencia de la sociedad española…
-El problema con este fenómeno de los dos bloques, uno de izquierda, uno de derecha, es cuáles son las perspectivas del gobierno que se puede vislumbrar en España.

Un paréntesis. Esta será una elección extraña, porque es la primera vez que hay una elección el 23 de julio cuando normalmente 30 por ciento de los españoles estaría de vacaciones. No sabemos cómo va a afectar la participación. Pero la derecha parece más movilizada. No es imposible que el PP pueda obtener un resultado mejor al que indican las encuestas, y pueda gobernar sin Vox. Aunque lo más probable es un gobierno PP-Vox.

La otra posibilidad, dado que es un sistema parlamentario y no presidencial, diferencia importante con Chile y América Latina, es que quien gobernará será el que pueda reunir 176 votos de los 350 escaños en el Congreso, y no es imposible que Pedro Sánchez (PSOE) lo logre. Sería un gobierno con un Partido Socialista más débil que hace cuatro años, Sumar (ex Podemos) más débil y un nacionalismo catalán que -han advertido- exigirán más a Sánchez.
Así que la estrategia de Sánchez ha sido llevar el discurso de la política más a los extremos, y el funcionamiento de la democracia está comenzando a sufrir por ello.
 

 Nacionalismo y progresismo

 Reid explica que la Constitución española se hizo pensando en que los dos grandes partidos colaborarían entre ellos. Es la polarización política la que ha impedido, afirma, que en los últimos cuatro años no haya renovado el gobierno del poder judicial.

Sería la pertenencia a la Unión Europea, lo que habría creado una especie de “corset institucional” que habría impedido una crisis mayor producto de la polarización política. Pero este “efecto UE” tiene un límite. Con el paso del tiempo, si no hay acuerdos sobre algunas cosas básicas -el gobierno del poder judicial, el sistema territorial, las regiones y sus poderes, las pensiones- va a ser complicado para el país. (Lo mismo) si no hay un acuerdo sobre política exterior, sobre todo alrededor de Magreb, Marruecos y Argelia (debido a la crisis migratoria).

-Pero en un país con un 60% de voto moderado, y esto es algo que vemos en otros países, ¿por qué es tan difícil que surja una fuerza de centro?
-Efectivamente, y es llamativo lo que pasó con Ciudadanos (centro-liberal, derrotado en las últimas elecciones regionales). Se presentó por un tiempo como un partido bisagra, pero fracasó en parte porque sus líderes se negaron a jugar ese papel. Yo pienso que este es el legado político más fuerte de la Guerra Civil (1936-1939): la zanja entre la izquierda y derecha. Es más profunda que en otros países. Por ejemplo, en Alemania ha habido gobiernos de coalición entre los grandes partidos.

-¿Qué factor juega el regionalismo o, por el contrario, el centralismo en las dificultades de crear esa bisagra de centro?
-Efectivamente es un tema que fue materia de conflicto político por un siglo y medio, desde la Constitución de Cádiz y el surgimiento del liberalismo en el siglo XIX, que era centralizante, hasta la Constitución de 1978, que aparentemente había solucionado esas tensiones. La derecha aceptó un grado de descentralización y la izquierda aceptó una monarquía parlamentaria y una constitución copiada de la de Alemania Occidental que resalta la unidad indisoluble de la nación. Pero hay un problema: que es un sistema federal informal y asimétrico. Fue un intento de incorporar las preocupaciones del nacionalismo catalán y vasco, sin asustar al resto del país. 

El independentismo catalán y el regionalismo ocupan gran parte del libro de Reid. Uno de sus capítulos, “Por qué España no es Francia”, explora cómo a diferencia de su vecino, España no ha logrado unificar a todas sus regiones en un sentimiento de nación. Es consecuencia de su geografía, del ritmo distinto de desarrollo, de la migración interna, y de un Estado que no fue lo suficientemente fuerte para promover dicha unidad.

Una de las propuestas de Reid es adoptar, formalmente, un sistema federal, como el alemán. “Sería la mejor solución. Reconocería formal y políticamente la realidad de descentralizar. Pienso que muchos catalanes estarían más contentos de ser Bavaria que Marsella, por ejemplo. También se crearía un senado que represente fielmente en las regiones”, afirma.
Sin embargo, una mala experiencia con el federalismo en 1873-1874 ha dejado una huella profunda en la clase política. “Es muy difícil ahora cambiar lo que se acordó en la transición cuando la situación era más fluida. Se necesitarían nuevas mayorías políticas… Y no se ve posible en este momento”.

-No sólo el nacionalismo está en la agenda. Tanto el bloque de gobierno (PSOE) como en la prensa se destaca que un triunfo del PP llevaría al gobierno a VOX y esto significaría la pérdida de lo que consideran avances en lo valórico. ¿Se podría leer ese escenario como el resultado de que lo valórico no basta y debe ir acompañado con lo económico?
-Hay dos temas ahí. Uno es regional y el otro es de valores. Si hay un gobierno PP-VOX, va a depender mucho del tamaño de la representación política de cada fuerza. Una cosa sería un gobierno con un PP con 150 y Vox con 30; otra sería un PP con 130 y Vox con 50.

Alberto Núñez Feijoó, el líder del PP, es una figura bastante moderada, bastante centrista, que gobernó Galicia, que es una nacionalidad histórica con idioma propio, así que entiende esas sensibilidades. Él no buscaría pleito ahí. Tampoco en lo valórico. El PP tiene una historia, hasta hace poco, de oponerse en temas culturales, el aborto, el divorcio, etc…, pero aceptarlos en la práctica. Ahora Vox no quiere eso, quiere revertirlos.  Algunos de esos temas están en manos de gobiernos regionales; y hemos visto que en dos o tres regiones el PP ha cedido a Vox la responsabilidad en temas culturales.

Pero creo que es importante tener en cuenta que España, junto a Irlanda, es el país de Europa que ha visto los cambios más rápidos y radicales en temas de vida personal, de sexualidad, etc. España ha ido, en cuestión décadas, de ser un país bajo la sombra o el control moral de la Iglesia Católica a ser un país muy liberal en estos temas. Eso genera cierta resistencia, que es natural, y que Vox capitaliza. En España no hay una mayoría en la sociedad contra el matrimonio gay, contra los derechos LGTB+, y creo que Núñez Feijóo lo sabe.

-Pensando a futuro y después de tantos años viviendo ahí, ¿usted es optimista respecto a España?
-Pienso que España tiene fortalezas importantes, y una es que la sociedad española es menos polarizada que la política. Es menos polarizada que la sociedad británica en épocas del Brexit, que la sociedad de EEUU hoy o que la sociedad brasileña en este momento. Entonces, creo que es posible que haya una evolución política más positiva.

Su apego a la UE es importante. Tiene esa infraestructura de comunicación de alto nivel. Pero tiene déficits importantes en la educación y el sistema de formación profesional, que yo había pensado que un gobierno que se llama progresista habría puesto más énfasis en mejorarlo, pero eso exige consenso. Creo que si hay muchos años más de esta política polarizada, con el tiempo veríamos más deterioro institucional.

A la política se suma el cambio climático. La entrevista con Reid se da cuando se cumplen más de 10 días de la ola de calor más reciente, aunque en realidad ya son más de ocho semanas de ver los termómetros superar los 40 grados. Según Reid, recién ahora los españoles están tomando conciencia de la amenaza que supone el cambio climático, de cómo podría afectar la agricultura e incluso el turismo. Todo eso está en juego en esta elección.

“Vox no es negacionista, pero no le da la importancia necesaria al cambio climático”, apunta Reid.
-¿Qué lecciones podrían sacar otros países, especialmente en Latinoamérica, de estas elecciones en España?
-Creo que tanto para las democracias en América Latina como en Europa es muy importante intentar reconstruir un centro político amplio. El centro es muy importante para dar estabilidad. Pienso que ése es el punto más importante.

 

 

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