Lecciones de Vida
Después de la Luna, ¿en qué piensa el astrónomo José Maza?
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
"No tengo recuerdos de la Luna cuando era niño. No tuve quién me guiara en aprender a mirar el cielo. Mi madre nunca supo lo que quedaba allá arriba y mi padre tampoco. Lo más cercano a eso es un viaje, a mis 10 años, entre Parral y Pelluhue: acostado en un colchón en la parte de atrás de la camioneta, de madrugada, y yo iba mirando las estrellas. De repente vi aparecer a Venus y le pregunté a mi padre qué era esa cuestión tan brillante. Es el lucero del alba, me dijo, y sale una hora antes de que empiece a clarear.
Sí me acuerdo bien cuando el hombre llegó a la Luna en 1969. Fui a verlo a la pensión donde vivía un amigo. Nos instalamos en el living como seis u ocho personas, frente a uno de esos televisores grandes de antes, un Westinghouse creo. La calidad de la imagen era bastante mediocre, pero igual uno veía a los astronautas moviéndose de una manera muy espectacular. Ye tenía 21 años, ya estudiaba Astronomía.
Decidí hacer un libro de la Luna porque es un tema cercano a la gente. Se va a poner de moda de nuevo, además, porque el proyecto Artemisa ya está en su segunda fase: ya tienen elegidos a los cuatro astronautas que irán para allá -entre ellos, una mujer- y se contempla también poner una estación espacial orbital alrededor de la Luna, que será como una puerta de entrada permanente.
Y hay otra cosa importante. Como Marte es hoy el objetivo, la Luna -que está aquí al lado- se presenta como el mejor laboratorio para ensayar lo que se va a usar en ese planeta que está bastante más lejos: son siete meses para llegar y otros siete para volver. En la Luna entonces se podrán probar los trajes, los cascos, los intercomunicadores, los materiales, los carritos para recorrer la superficie. Todo. En la Luna hay condiciones más extremas que en Marte, entonces todo lo que funcione bien allí, funcionará también allá.
"Sí me acuerdo bien cuando el hombre llegó a la Luna en 1969. Fui a verlo a la pensión donde vivía un amigo. Nos instalamos en el living como seis u ocho personas, frente a uno de esos televisores grandes de antes, un Westinghouse creo"
“Un libro sobre mujeres astrónomas me emociona”
Ya estoy pensando nuevos libros. Hice una lista con varias posibilidades.
Tengo a punto y casi armado un libro que cuente el nacimiento de la astrofísica, de cómo el hombre pasó de ver dónde estaban los planetas y las estrellas, a estudiarlos en detalle. Tengo ya como 80 páginas de esa historia, las acabo de mandar a la editorial (Planeta). Tengo que buscar buenas anécdotas, que alivianen la historia y humanicen el cuento. Como la de Fraunhofer, el constructor de telescopios, quien cuando joven -flaco y chiquitito- fue el único sobreviviente del desplome de un edificio en Munich, detrás de la Marienplatz. Ocurrió en 1802 o 1803.
También me gustaría un libro sobre las estrellas. Contar qué son, cómo funcionan, sus características básicas, cómo generan energía en el centro, cómo -cuando se les empieza a agotar el combustible que es el hidrógeno- empiezan a dar señales de agotamiento. Algunas se transforman en gigantes rojas, algunas explotan como supernova, otras tiran un cascarón como nebulosa planetaria. El dilema de un libro así es contar la historia lo más fidedigna posible, pero sin meter fórmulas ni gráficos.
Hay personas que me dicen que escriba sobre las principales constelaciones del hemisferio sur. Podría ser. He pensado que lo que sí me interesaría es escribir un libro sobre la docena de mujeres más influyentes en la historia de la astronomía. Partir con Hipatia y seguir con las demás, como Carolina Herschel, Henrietta Swan Leavitt y Cecilia Payne-Gaposchkin.
Ese libro de mujeres me emociona mucho porque siempre se me acercan muchas niñas, muy tímidas, y me preguntan si se pueden tomar una foto conmigo porque quieren ser astrónomas. Varias me dicen que les gustaríaque yo les enseñara, pero yo les digo que entonces tienen que apurarse porque yo no voy a durar tanto.
El otro día estaba firmando libros y se me acercó una niña de 16 años. Me dijo que ella quería ser astrónoma, pero que le habían dicho que eso no era para mujeres. Yo, con una sana indignación, le dije: ‘Eso es una mentira, ahora hay una mujer que va a ir a la Luna; tú puedes hacer lo que quieras, no hay límites’. La niña sonreía.
"Ese libro de mujeres me emociona mucho porque siempre se me acercan muchas niñas, muy tímidas, y me preguntan si se pueden tomar una foto conmigo porque quieren ser astrónomas. Varias me dicen que les gustaríaque yo les enseñara, pero yo les digo que entonces tienen que apurarse porque yo no voy a durar tanto".
“Me acabo de jubilar de la universidad”
¿Escribir de Venus? Es el único vecino cercano de la Tierra que me faltaría, ya que tengo un libro sobre Marte y ahora sobre la Luna. Podría ponerlo en cartelera.
Podría ser un libro sobre cómo Venus sufrió una catástrofe por calentamiento global y cómo evitamos eso en la Tierra. Venus se calentó, se calentó, se calentó y cuando se evaporó todo lo que se podía evaporar, quedó una atmósfera que hace una presión 90 veces más que la de nosotros. Y una temperatura en suelo de 460 grados. Un infierno.
Si lo hago, me va a tocar leer y reunir datos. Porque de Venus entiendo poco y del cambio climático menos aún.
Lo que sí está claro es que todo lo que quiero hacer, tengo que hacerlo ya. No me queda tanta cuerda en la carretilla. Me acabo de jubilar de la Universidad de Chile, después de 55 años de hacer clases. Cuando yo tenía 65 había un estímulo a la jubilación, pero yo dije: ¿qué voy a hacer jubilado a esa edad? Pero el año pasado fue distinto. Y dije: ‘Ya, renuncio a mi cargo y me dedico a nada más que promover la ciencia y tratar de contribuir con educación’. En eso estoy”