Lecciones de Vida
Emilia Aramburo, tras su debut en los juegos olímpicos de Beijing: “Disfruté cada segundo, sin presión”
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Nos dieron la bienvenida a Beijing overoles blancos, mascarillas y calles vacías. A diferencia de cualquier competición mundial, no hay ambiente de fiesta, calles repletas de turistas ni mucha interacción entre los deportistas porque alojamos en tres villas distintas alejadas de la población china.
Hay un ambiente raro, de mucha concentración y protocolos; menos vínculo entre los competidores que lo usual y miles de trabajadores vestidos como en los peores momentos del virus, que solucionan todos los problemas y que nos hace dudar si nosotros somos unos despreocupados o ellos son unos exagerados.
Los tres edificios separados entre sí albergan a distintas categorías de deportistas, en mi caso comparto con todos los esquiadores alpinos y con las delegaciones de Bobsleigh (el deporte tipo trineo que inspiró la película Jamaica bajo cero). Mi alojamiento es en un departamento con dos piezas, en una está mi entrenador, el italiano Francisco Veluscek, y en otra yo.
Hay un buffet que funciona 24 horas con comida disponible para todas las dietas, pensando en las distintas alimentaciones y horarios de cada competidor. Los puestos están separados por micas de plástico y hay poca interacción, sin embargo, una de las dinámicas que se generan es el intercambio de pines de cada delegación.
En ese momento se me acercó un entrenador de Bolivia, y al intercambiar pines, me dijo: “ ¿Y si me lo cambias por un poco de mar?”. Eso terminó entre risas y demuestra el buen ambiente que existe entre los competidores, que deja la política de lado y encarna el espíritu de los Juegos Olímpicos.
...
Tengo 19 años, soy la más joven de la delegación chilena. En 2021 decidí dedicarme a los estudios y entré a ingeniería comercial en la Universidad Católica. Sabía que no tendría las mismas facilidades que me entregaba mi colegio para entrenar, pero estaba dispuesta a bajar el ritmo con tal de sacar la carrera. Por primera vez en muchos años no fui a entrenar a Europa, y dos lesiones, más una temporada con poca nieve en Chile, me tenían relativamente fuera de las pistas.
En mi cabeza la opción de ir a los Juegos Olímpicos había sido desechada. Ya recuperada y volviendo a competir, el 3 de septiembre tuve un accidente en una carrera, soy muy poco exagerada, evito la clínica y los doctores, pero justo estaba ahí el kinesiólogo, me revisó y me dijo: mejor baja a la clínica. Era un desgarro en el trícep que terminaba la temporada 2021.
La idea de seguir compitiendo seguía rondando en mi cabeza, cada vez que me pongo los esquís me reencanto con el deporte. Por eso decidí hacer todas las sesiones de kinesiología necesarias para llegar a las últimas carreras en Corralco y competir en el slalom gigante. Logré llegar, pero el mal tiempo suspendió la carrera para la que me había preparado.
En vez de desmotivarme, quedé con más ánimo de competencia.
Había tomado la decisión de no entrenar este verano, quería dar exámenes y estar el verano en Chile. Sin embargo, entre Navidad y Año Nuevo recibí un llamado que cambió mis planes: me avisaron de la lesión de Matilde Schwencke, número uno de Chile, y esto hizo que la lista corriera. Tuve que decidir si quería representar a Chile en los Juegos Olímpicos.
Me cambió el esquema de un dia para el otro. En mi cabeza pensaba, ‘es una oportunidad única, pero no me preparé ni física ni mentalmente y me toma desprevenida y con planes totalmente distintos’.
Tomé la decisión de aceptar el cupo, y el plan era irme a entrenar a Pozza di Fassa, localidad al norte de Italia, para luego viajar a China. Al igual que en septiembre, este plan cambió. Mi hermano dio positivo de Covid 19, y después me contagié yo y mi papá. Tenía que esperar a tener un PCR negativo para poder viajar a Italia, y cada día había menos tiempo para entrenar. Estaba atrapada en Estados Unidos.
Logré viajar a Europa y conseguir una entrenadora, pero fue todo muy duro. Estaba acostumbrada a practicar en equipo y con días de descanso, aquí entrené ocho días de corrido, descansé uno y volví a entrenamiento otros ocho. Además, estaba concentrada 24/7 con la preparadora y con una temporada de esquí distinta a otros años. El 2 de febrero viajé de Milán a China, y ahí pude entrenar tres días más.
A pesar de los pormenores, tuve un buen resultado, mucho mejor de lo que esperaba, y terminé el slalom gigante entre las 50 mejores del mundo. Creo que este tiempo se debe al trabajo de toda mi vida, pero además, por la mentalidad que he tenido. Me dije a mí misma: tengo una temporada cortísima y poco entrenamiento los últimos días, así que solo queda aprovechar esta experiencia única, no estar nerviosa ni esperar ningún resultado. Disfruté cada segundo de la bajada, sin presión, y cuando vi el tiempo me sorprendí.
Para mi representar a Chile ha sido un orgullo, me ha traído alegría constante y ha sido una experiencia llena de emociones, además, me hace sentirme muy orgullosa de nuestro país. Estoy muy feliz.
No sé si mi futuro será en el alto nivel de competición, pero el buen resultado con poco entrenamiento me dejó entusiasmada. Ahora me pregunto, ¿que hubiera pasado si de verdad me hubiera preparado bien y con tiempo?
Por el momento quiero terminar los estudios y trabajar, mi principal objetivo son los estudios. no sé si estoy dispuesta a sacrificar todo o paralizar mi vida por seguir una carrera deportista, donde además no hay mucho apoyo, menos en deportes como este, en que todo tiene que ser autofinanciado, es poco visible y conocido. No sé si voy a vivir del esquí, pero no descarto hacer los cursos de entrenadora y mantenerlo como un hobbie.