Lecciones de Vida
Las 10 historias del impacto que tuvo el retiro del 10% de las AFP
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Hace años que Valentina Rodríguez (32, Concepción) quería arreglar su sonrisa. Cuando vio que en el Congreso avanzaba el retiro del 10% de los fondos previsionales no lo pensó dos veces y empezó a cotizar en clínicas dentales cuánto saldría el tratamiento para ponerse frenillos. Ninguno bajaba del millón de pesos.
Entonces inició el trámite, y con sus ahorros en la AFP, que se acumulaban desde sus 18 años, logró pagarlo. "La verdad es que no me cuestioné en ese momento el efecto que podría tener en mi jubilación futura, porque me quedan muchos años más para trabajar. Me lo hubiese cuestionado si tuviera 50 años, pero ahora no", dice al otro lado del teléfono.
La otra opción que podría haber tomado era endeudarse para costear el tratamiento, pero como no sabe cuánto más deberá seguir desembolsando para terminar con el largo proceso, prefirió la inyección de liquidez del retiro de fondos.
Cuenta que también sacará el segundo retiro, esta vez para ahorrar para el pie de una vivienda propia.
A Camila, la hija de hoy siete meses de Javiera Campos (29) a los dos meses de vida le descubrieron una hernia inguinal. Fue en una consulta pediátrica de rutina tras haber descubierto algo extraño en su pequeña hija.
A su edad, era una urgencia inmediata. Por eso desde Chillán, donde viven, tuvieron que moverse a Concepción e internarla en una clínica. Un día y medio en el centro médico, con doble precaución por las medidas sanitarias para evitar un contagio de coronavirus, sin poder recibir visitas ni salir de la habitación donde estaba con Camila, la cuenta a Javiera le salió más de $2 millones.
La trabajadora social cuenta que retiró su 10% para poder costear los honorarios médicos que ascendieron a $1,2 millón, y que se supone que la isapre ahora tiene que reembolsarle, pero aún no lo hace.
Isabel Amor (36) dice al otro lado del teléfono que junto a su pareja, María Valente, con quien prontamente se unirá civilmente, le gustaría ser madre. Hace un tiempo, la licenciada en Literatura y magíster en Sociología, empezó a cotizar planes de fertilización asistida, lo que como primer paso requiere congelar óvulos. Además, inició una serie de exámenes para ver que ella y su pareja podían efectivamente ser madres.
Con el retiro del 10% pretende financiar ese tratamiento, o parte de él, cuyo desembolso inicial no baja del millón y medio de pesos.
"En Fonasa hay una discriminación contra parejas del mismo sexo: solo hay financiamiento por razones médicas, pero no para los que no logran embarazarse, lo que es nuestro caso", explica la también directora ejecutiva de Fundación Iguales.
Relata que antes de ejecutar el retiro de sus fondos, su AFP le informó cuál sería el efecto en su pensión final al sacar el 10%. "No era tan significativo, no hacía una gran diferencia al proyectar la pensión mía que de por sí iba a ser baja al jubilar. Por eso decidí sacarlo para financiar este proyecto que es muy importante para nosotras como familia", cuenta.
María Esperanza Tapia (26) es de San Fernando, es asistente social y tiene una hija. Lleva trabajando dos años contratada, así es que sus ahorros solo le permitieron realizar un retiro del 10%. Tras esto, quedó sin fondos para su jubilación.
Sin embargo, utilizó su dinero para depositarlo en una libreta de ahorros para la vivienda y así poder postular al subsidio para clase media, que da más puntaje a aquellas personas que tienen una suma de dinero superior a los $850 mil que se piden para postular.
"Yo iba a tener un puntaje bajo porque somos un grupo familiar pequeño, entonces para lograr más puntaje necesitaba otra de las condiciones, como lo que se llama el ahorro en exceso. Por eso puse todo mi retiro del 10% en la cuenta de ahorro para la vivienda", explica Tapia.
En noviembre postuló, y en enero o febrero deberían salir los resultados. Ya tiene varias casas vistas para poder comprar una vez que le lleguen los resultados.
Loreto Aguilera (30 años, Concepción) relata por escrito ella misma su experiencia con el retiro del 10%:
"Con mi primer 10%, más un gran ahorro previo y el préstamo de algunas amigas, logré juntar el dinero para el pie de mi departamento. Yo cotizo desde los 15 años, cuando trabajaba en el verano, así que tenía más dinero en el fondo de AFP que el de muchos de mis amigos de la misma edad".
Y agrega: "Pude retirar el millón de pesos y eso sirvió para juntar los 12 que necesitaba de pie. Ahora pedí el segundo retiro para cubrir los pequeños préstamos hechos por mis amigas. Ya llevo un mes viviendo en el departamento que me compré -y que pagaré por 25 años- y creo que fue una buena inversión".
"Tuve la suerte de encontrar un proyecto bien ubicado y a buen precio, pero que se vendía rápidamente. Era ahora o perdía la oportunidad. No tomé en cuenta todos los 'miedos' que metían por retirar el 10% ya que, honestamente, en estos 15 años cotizando he perdido más dinero por la administración de mis fondos por la AFP que retirando para mi uso", apunta.
A sus 26 años, Matías Rubin, amante de la nieve desde siempre, técnico en turismo aventura, vio que con el retiro de sus fondos de pensión podría cumplir uno de sus sueños: tomó el curso para capacitarse como monitor de snowboard nivel 1 en Valle Nevado.
Y aunque normalmente el curso supera los $850 mil, aprovechando el Covid-19 hacían un descuento y quedaba en $ 716 mil. Así que se inscribió en las clases. Además, tenía que costear los tickets diarios de $ 13 mil, pero que también tenían un descuento por los 15 días que duró el curso.
Como el curso es de reconocido a nivel mundial, al concluir, tomó sus maletas y partió a Andorra, España, para ser instructor ahí durante la temporada de nieve.
Si todo tiende a normalizarse, el 3 de enero del próximo año podrán abrir los centros de ski de la ciudad montañosa y Rubin podrá poner en práctica lo aprendido en Santiago, y financiado con el 10% de sus ahorros.
Tamara Jaque (38) quedó sin trabajo el 27 de diciembre del año pasado en el Gobierno. Entonces, y hasta noviembre de este año, cuando entró a trabajar en un municipio de la Región Metropolitana, tuvo que buscar la forma de llegar a fin de mes, junto a su hija de 3 años.
"Con el 10% pude pagar dividendos y gastos y un montón de deudas que tenía atrasadas. También compré cosas y empecé a venderlas por Instagram, entre mis amigas, ex compañeros del colegio, y la universidad. Vendí ropa, mascarillas, joyas, varias cosas", dice.
Ahora, con el segundo retiro, planea comprarse un vehículo para poder movilizar a su hija hasta la casa de su mamá, quien se la cuida todos los días mientras Tamara trabaja.
Tomás Bustamante (33) quedó sin trabajo en abril, luego de una década ligado al sector financiero.
Este ingeniero comercial hace 13 había comenzado con un emprendimiento secundario: Productos del Mar (@productosdelmar en Instagram) donde vendía pescados y mariscos frescos que traía desde Tongoy y Puerto Montt al Gran Santiago. Hasta entonces era algo que no ocupaba la mayor parte de su tiempo.
Este año, con pandemia y cesantía de por medio, decidió potenciar su negocio. Junto a su suegra -y tras retirar el 10% de su fondo de pensión- pudo mejorar la logística: compró un furgón para hacer delivery y los clientes se multiplicaron.
También arregló la marca y el empaque de sus productos, y está ad portas de lanzar una página web para atender de mejor manera.
Sergio Marinao (42) trabajó por muchos años ligado al sector educación superior, hasta que en 2018 decidió emprender en algo que tuviera que ver con sus raíces mapuche.
Abrió en Vega Italia, en el barrio del mismo nombre, el local Balai, donde vende todo tipo de semillas, frutos secos y alimentos saludables, muchos de ellos traídos desde su natal Puerto Saavedra. Balai, explica orgulloso, es el canasto tradicional de la cultura mapuche en el cual se avientan los cereales para eliminar lo que no sirve y que se lo lleve el viento.
Con su 10%, cuenta, pudo abrir un segundo local, esta vez en la segunda sucursal de Vega Italia en Manuel Montt 1041 en Providencia. Con el dinero mbientó la tienda y la asemejó a una ruca mapuche. Además, amplió la variedad de productos que ofrece. También, hace delivery y potenció su página web (www.balai.cl).
El periodista Carlos Carrasco (27) llegó a Chile desde su natal Caracas en abril de 2018, y en octubre de ese año logró obtener un permiso para trabajar. Hoy es el encargado de redes y comunicaciones del Observatorio Fiscal, de Jeannette Von Wolfersdorff. Además, es el secretario de la Asociación de Venezolanos en Chile.
"Cuando tuve la oportunidad de sacar el ahorro que tenía en mi AFP lo hice de inmediato. Me sirvió para poder enviar dinero a mi familia en Venezuela que lo está pasando muy mal", relata. Allá tiene a su hijo de 4 años y a sus dos padres.
"No tengo proyectado quedarme toda la vida en Chile, así que no pensé mucho en retirar el dinero. Creo que fue una muy buen política permitir que la gente lo sacara para poder costear tiempos de necesidad", dice.
En Venezuela, cuenta además, la situación es critica: el sistema público y privado de salud está colapsado y poco se sabe de las reales cifras de contagiados y muertos por el virus. "La crisis de confianza en las autoridades es gigantesca en Venezuela", apunta.