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Lecciones de Vida

La más reciente entrevista de Magdalena Piñera con DF MAS: “Solita hice mi reflexión de que viene el tiempo de los cuatro Piñera Morel”

La más reciente entrevista de Magdalena Piñera con DF MAS: “Solita hice mi reflexión de que viene el tiempo de los cuatro Piñera Morel”

A propósito del repentino fallecimiento del exPresidente Piñera, compartimos esta conversación de finales de 2023 que tuvimos con Pichita, como le dicen sus cercanos, quien contó cómo fue que le comunicó a su hermano Sebastián su decisión de dejar la Fundación Futuro.

Por: María José López y Patricio De la Paz - Foto: Verónica Ortíz | Publicado: Sábado 23 de diciembre de 2023 a las 21:00
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Miren a O’Higgins, es igual a Milei”, dice Magdalena Piñera Echenique, entre risas. En una de sus manos sostiene un títere del llamado Padre de la Patria y efectivamente se parece mucho al nuevo Presidente argentino.

Pichita, como le dicen sus cercanos, está frente a una caja de plástico llena de muñecos que representan a personajes históricos. Además de O’Higgins, están Arturo Prat, la Quintrala, Inés de Suárez, Andrés Bello, Manuel Rodríguez, Eloísa Díaz, Pablo Neruda, Arturo Alessandri y el padre Hurtado, entre muchos otros.

El único vivo del grupo es Iván Zamorano. Magdalena toma luego a Violeta Parra, se la instala en la otra mano y comienza a cantar: “Gracias a la vida, que me ha dado tanto, me dio dos luceros…”.

La menor del clan Piñera Echenique (profesora, historiadora de la UC) está de buen humor. Explica que esos títeres los usan para animar los viajes en bus de escolares y profesores que participan en los programas de la Fundación Futuro, creada por su hermano Sebastián en 1993 y donde ella es la directora ejecutiva. Cargo que, en todo caso, está a punto de abandonar: sólo lo ocupará unos pocos días más, hasta fines de este año. Fue una decisión que tomó en septiembre, “una decisión reflexiva, pero introspectiva”, precisa ella.


“Cuando después lo hablé con mi jefe, mi hermano, él me oyó el cuento, me miró y me dijo: ‘Adelante, la libertad es libre, vaya con sus proyectos’”. Durante la conversación revela entusiasmada quién la reemplazará: Cecilia Morel. 

Cuenta que, después de salir de la dirección ejecutiva, se integrará al directorio de la Fundación y que seguirá por un tiempo ocupando la misma oficina, en el piso 17 del edificio en Vitacura donde trabaja su hermano, dos pisos más arriba. Allí tiene sus libros -registrados con un número que exhiben en la parte baja de la solapa-, sus lápices Bic -especialmente rojos, con los que raya y comenta todos los documentos que llegan a sus manos- y sus reglas de plástico transparente, las que tiene marcadas con un papel pegado con scotch, en el cual aparece su nombre escrito en letras grandes. Los mismos materiales de trabajo que usa el exPresidente.

La semana pasada le hicieron un almuerzo de despedida. Fue pequeño, como ella pidió: sólo estuvo la familia Piñera Morel, además de su hija Olivia (tiene dos hijos, ella y Damián). Lo hicieron en la terraza del mismo piso 17. Han sido 30 años de trabajo de Magdalena en la Fundación Futuro y ella habla con entusiasmo de todo lo que allí han hecho. De las pasantías con profesores por distintos lugares de Chile; “Marco Antonio Ávila, el ex ministro de Educación, estuvo el 2015 o 2016 en el grupo de profesores con quienes fuimos a Iquique”, cuenta.

De los más de 500.000 alumnos que han participado en recorridos culturales arriba de buses, recorriendo la ciudad. Del programa a través del cual cada fin de semana le regalan un libro a un profesor para su biblioteca personal. De los 200 números de la revista Ventanal que ella ha editado durante estas décadas. 

“Voy a echar de menos todo esto, pero en la vida hay que tomar decisiones”, dice, como repitiéndoselo a sí misma. Sentada en su escritorio, hace un balance de este momento, que sin exagerar podría calificarse como un punto de inflexión en su vida. A los 65 años.
 
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“Tomé la decisión de dejar la dirección ejecutiva de la Fundación Futuro en vísperas del 18 de septiembre pasado. Yo solita hice mi reflexión de que viene el tiempo de los cuatro Piñera Morel.

Me voy porque tengo 65 años, porque la vida es una y porque, gracias a mi trabajo y a las oportunidades que Dios me ha dado, me voy a dar el privilegio de ir avanzando hacia otros cauces. Leer lo que no he leído, acompañar a mis nietos, ayudar a mi hija en lo que no he hecho, conocer más el país, ver cine, ver documentales y apoyar como voluntaria del Hogar de Cristo. Esto último me hace mucho sentido. 

Mi papá era socio del Hogar de Cristo desde siempre y me hizo socia a mí como a los 5 años, así que le tengo mucho apego. He conversado con el capellán Pepe Yuraszeck y voy a trabajar en la residencia de Recoleta con adultos mayores que no son autovalentes y están en una etapa terminal. Ya he ido y hemos armado conversas con ellos.

“A Sebastián lo veo muy bien. Lo encuentro de una resiliencia impresionante, cómo sale a flote. Lo veo con humor, con proyectos, muy impulsador de cosas. Es tan parecido a mi mamá. (...) tenía muchas ganas de estar, de aportar, de sentirse involucrada. Y Sebastián se le parece mucho en eso”.
“Es un buen ejercicio conversar con la gente sobre qué nos pasó que estuvimos cuatro años discutiendo (el tema constitucional), calentando el agua, enfriando el agua, echándole aceite, sacándolo; y finalmente estamos en el mismo lugar”.

También seguiré como consejera en Comunidad Mujer, donde mujeres de distintos mundos nos damos cuenta de que la unidad hace la fuerza. Y seguiré como parte de la Corporación de Amigos del Patrimonio de San Francisco. Una de las pasiones de mi vida es el patrimonio, porque nos convoca, habla de quiénes somos. Lo hicimos mucho con profesores y alumnos en la Fundación Futuro, poner temas de patrimonio que hacen muy bien en tiempos de incertidumbre, de globalización, de falta de unidad en los chilenos. 

Me gustaría apoyar la creación de museos con miradas distintas y a talleres de patrimonio; yo conozco harto Chile: de las 345 comunas del país, debo haber estado comiéndome una cazuela en unas 320”.
 
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“En la dirección ejecutiva de la Fundación Futuro va a quedar Cecilia Morel, y creo que es súper bueno. Tiene todas las herramientas para hacerlo y ya ha hecho varios talleres con profesores este año, como experiencias piloto, en el tema de la salud mental. Esas son las demandas hoy de los profesores. Y es un área en que ella, que es orientadora, se maneja mucho y ha trabajado bastante. 

Creo que Cecilia llega el primero de marzo y se instalará en un piso de arriba. Habrá alguien que la apoyará en todo lo operativo; todavía no se sabe quién será.

Hay una carpetita por ahí dando vueltas que se llama Traspaso de Picha a Mane (Magdalena Piñera Morel, quien se está encargando de recabar toda la información, para después entregársela a su madre). Ha sido un traspaso muy ordenado y muy generoso también. La Mane salió como un Sebastián (Piñera) al cubo, me revisa todo, me pregunta ‘¿y a qué hora se produjo esto?, ¿y cómo se hace?’.

La Fundación Futuro y la Fundación Piñera Morel (enfocada en la educación infantil y en la inclusión) tienen un mismo origen y pueden trabajar juntas. Hay mucho nexo entre ellas y lo encuentro fantástico. La Fundación Piñera Morel es joven, está naciendo llena de energía con estos cuatro jóvenes; y la Fundación Futuro tiene más experiencia, aunque tampoco es tan vieja, no le pongamos: digamos que es treintona.

En marzo creamos un programa entre las dos fundaciones. Se llamó ‘Vivan los liceos bicentenarios’. Fuimos a Coique con 95 directores de estos liceos, con realidades muy distintas. Ahí me dio gusto ver a mi hermano Sebastián entusiasta, escuchando, aprendiendo y anotando con su lápiz Bic”. 
 
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A Sebastián lo veo muy bien. Lo encuentro de una resiliencia impresionante, cómo sale a flote. Lo veo con humor, con proyectos, muy impulsador de cosas. Es tan parecido a mi mamá. Ella tenía artritis reumatoide y se le rigidizaban mucho las articulaciones, las rodillas, pero decía ‘one, two, three’ y se paraba y partía con fuerza; tenía muchas ganas de estar, de aportar, de sentirse involucrada. Y Sebastián se le parece mucho en eso a mi mamá.
¿Vuelve o no (a una nueva aventura presidencial)? parece una pregunta entretenida, pero no más allá de eso. Cada cosa tiene su momento, su circunstancia. Él hizo su aporte. Ya fue. 

Los lunes organizamos en mi casa lo que llamamos ‘los almuerzos de los papurris’, aunque ahora están medios guateados porque el Polo (Piñera, su hermano) está viviendo fuera de Santiago. A estos almuerzos va él, Miguel (Piñera, su hermano) y yo de la generación más grande, porque también han entrado los sobrinos, que ahora son adultos y te ponen una cara y hay que buscar una corteza para protegerse. Van la Mane y el Sebita, y también mi hijo Damián. Hay un vínculo muy fuerte de ellos con sus tíos, que nosotros también lo teníamos con los hermanos de mi papá. 

Después está el chat Piñera. Ahí han entrado los más jóvenes, como el hijo de la Mane. Hay que tener 18 años, eso sí, para entrar aquí. Siempre hay mucho humor, que es muy salvífico y muy movilizador. El humor es una herramienta para la vida. No estoy hablando del humor del mono porfiado, que se mueve para adelante y para atrás, sino de un humor sutil y que colabora al bienestar.

A mi hermano Miguel lo veo muy bien también. Muy cariñoso siempre. Sabe todo lo que pasa en el país. Me dice: ‘Hermana, pone inmediatamente tal canal. ¿Supiste esto?, ¿viste esto?’. Es lo más informado y criterioso que hay”.
 
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“Con la Fundación he hecho 29 pasantías culturales con profesores a lo largo de Chile. Los invitamos a conocer distintas partes del país. Son 40 profesores cada vez, por tres días. Para explicarle a los alumnos el desierto, por ejemplo, debes conocerlo, sentir la aridez, la dispersión de la temperatura entre el día y la noche. Los profesores tenemos la obligación de conocer nuestro país en el sentido amplio de la palabra, la cultura, la naturaleza, la gastronomía, los tesoros humanos vivos. 

Hay tantos alumnos haciendo proyectos de innovación. Por ejemplo en Talca, hicieron un shower suit, un traje para que una persona pueda bañarse sin sacárselo. Como los de quienes van al espacio, pero aquí pensado para gente con limitaciones físicas agudas. Algo estupendo. Y no hay que olvidar que detrás de esos grupos de alumnos creativos, choros, con el pelo rojo, con aros colgando, hay profesores que creen, que tienen esperanza y paciencia.
 
Los profesores de Chile tenemos que subirnos al carro de la modernidad, de los cambios, de la nueva sociedad. Hablar de las personas trans, de la eutanasia, de la eugenesia, de la ética del cambio climático. No hay que rehuir a la tecnología. Yo no estoy de acuerdo con que no entre el celular a la sala de clases, porque ya es una herramienta que se usa. Debe entrar, pero medido, controlado. 

Todas esas reflexiones tienen que meterse a la sala de clases, que no puede estar encerrada: tiene que tener la ventana abierta y oír lo que pasa afuera”.
 
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“(Para el último plebiscito electoral) faltó muchísimo conversar, de lado y lado. El resultado yo me lo esperaba y creo que es un respiro para el Gobierno, sobre todo para el país. Para que nos arremanguemos las mangas. 

A Sebastián (Piñera) le encanta hablar de San Pablo, de la mitad de bondad y la mitad de maldad en el cuerpo humano. Y es cierto que llevamos las dos cosas adentro de nuestro espíritu, pero nos toca ahora ponernos las pilas en mejorar la calidad de vida de la gente, en escucharnos más, en respetarnos más, en abandonar las miradas mesiánicas.

Es un buen ejercicio conversar con la gente sobre qué nos pasó que estuvimos cuatro años discutiendo (el tema constitucional), calentando el agua, enfriando el agua, echándole aceite, sacándolo; y finalmente estamos en el mismo lugar. Aquí va a salir ‘la vieja de Historia’, pero para mí nos faltó educación cívica. 

También hay hastío. Hemos ido a votar cinco veces en el tema constitucional; ya es mucho. Entonces, creo que es una buena oportunidad para Chile de empezar un 2024 con nuevos bríos. Ahora, como más que vieja soy diabla, no creo que se acabe el tema constitucional forever and ever. Lógico que no será en este Gobierno, que ya no alcanza. Es como si yo dijera que de aquí a las 8 de la tarde estaré en París, no me da el tiempo.

Yo milité en la Democracia Cristiana y vengo de ese origen, mis padres eran fanáticos democratacristianos. Pero hoy no milito. No creo necesario en estos tiempos que haya que estar inscrito en un partido político para poder participar en el bien común y hacer aportes a la ciudadanía. Antes quizás era la única manera, pero ahora uno tiene tantas otras formas de estar, todos esos movimientos ambientales, los movimientos de comunidades, la Iglesia.

Creo que el rol que jugó Amarillos en el primer proceso constitucional fue extraordinario, porque fueron valientes, abrieron puentes, fueron avanzados, desprejuiciados. Cuesta mucho salir de la tribu; y eso yo se los reconozco”.

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