Click acá para ir directamente al contenido

Lecciones de Vida

Mauricio Zamorano, último jefe de turno de la Unidad 1 Ventanas

Mauricio Zamorano, último jefe de turno de la Unidad 1 Ventanas

“Siento que contribuimos al desarrollo de la economía del país”, cuenta en primera persona.

Por: Isabel Ovalle | Publicado: Domingo 3 de enero de 2021 a las 04:00
  • T+
  • T-

"Fueron treinta y siete años en Ventanas. Más de la mitad de mi vida, si yo apenas tengo sesenta y un años. Aunque para mí fue como una vida entera. Ingresé a la compañía como operador mecánico de la sala de control justamente en la central a carbón Ventanas 1, que cesó sus operaciones tras 56 años de funcionamiento.

Pasé por todos los cargos operativos de la sala hasta que la compañía me dio la oportunidad de seguir estudiando y sacar la ingeniería industrial en la Universidad Federico Santa María. Así me fui abriendo camino y llegué a ser jefe de turno de la Unidad 1.

En esa sala repleta de medidores, palancas y botones hice mi carrera. Allí adentro uno dimensiona que está a cargo de un suministro eléctrico vital para las familias y para el país entero. Los tres compañeros que trabajamos en la sala teníamos la responsabilidad de mantener funcionando el país. Por años, siento que contribuimos al desarrollo de la economía, incluso cuando la base energética era el carbón.

Para un cargo de este tipo, necesitas tener un temple y una personalidad tranquila, porque vives lleno de presiones y alerta frente a cualquier desperfecto.

Los terremotos definitivamente eran los eventos más complejos. No me voy a olvidar nunca del sismo de Coquimbo el año 2015. Como la central está emplazada sobre arena, era tanto lo que se movía que no podíamos mantenernos de pie y nos tuvimos que echar al piso. Cuando paró, dijimos ¡Adelante chiquillos! ¡No dejemos que se nos apague el país!

Para el del 27 F yo estaba en mi casa, pero me tuve que ir de turno en la mañana y mantener la unidad funcionando y hacer revisiones de grietas, desperfectos y daños en los sistemas.

En esos momentos nuestros jefes siempre estuvieron con nosotros. Para el tsunami de Japón, el SHOA nos avisó que la ola llegaría en la mitad de la noche a nuestras costas. En esa oportunidad el gerente general, don Ricardo Falú, nos acompañó hasta que la ola llegó. El problema fue que al momento de recogerse el mar debíamos lograr seguir manteniendo en funcionamiento las turbinas que operan ciento por ciento con agua. Si no nos entraba se nos podía producir un black out. Pero entre los tres logramos alcanzar a recoger agua y mantener las turbinas al cien. De hecho, fuimos reconocidos con un diploma por parte del ministro de Energía de ese entonces, don Laurence Golborne por nuestra heroica labor.

Me acostumbré fácil al sistema de turnos. Trabajé en turnos de 08:00 a 20:00 horas, dos días en la mañana y dos en la noche y luego tenía tres días libres. Ahí me iba a mi casa en Quilpué a descansar con mi pareja y visitaba a mis dos hijas que viven en Viña del Mar.

A pesar de que la central pasará a estado de reserva estratégica (ERE), lo que permitirá que esté disponible como respaldo, en caso de que exista alguna situación excepcional, la noche del 30 de diciembre habré sido el último en operar la sala. Mi último turno después de más de 37 años. Todavía no me cae la teja. Se filtró que los chiquillos me tendrían un ágape de agradecimiento y que iba ser una jornada de trabajo diferente, muy emotiva. En definitiva, cerraré por fuera un espacio que por años mantuvo iluminado el país.

Pese al cierre, no hubo despidos. Algunos los recolocaron, otros postularon a otros cargos dentro de la empresa y varios, como yo, optamos por la jubilación adelantada. A mi me quedaban poquitos años y quiero volver a mi casa, estar más con mi familia, andar en bicicleta para volver a estar en forma y poder visitar a mis niñas y pasar más tiempo en un departamentito bien lindo que tengo en La Serena donde aprovecharé de visitar más a mi mamá.

Todos estos días han sido de pura emotividad. Me he sentido muy regaloneado. Yo pensaba que como estaba encerrado en mi oficina, la gente no me conocía mucho, pero las muestras de cariño han sido muy sorpresivas. Personas de todas las áreas me han agradecido el trabajo. Al final uno no se da cuenta que el trabajo en equipo no necesariamente tiene que ver con trabajar en la misma oficina.

El día de la ceremonia cuando vino el ministro de Energía Juan Carlos Jobet, hicimos un recorrido por la sala. Fue muy amable, pero con el distanciamiento social no pudimos conversar mucho. En la foto que me tomaron salgo algo gordito al lado de él, pero la noticia la guardaré para la historia.

Después del evento nos llamó don Ricardo Falú y nos dijo que las puertas siempre estarán abiertas para mí. “Esta es tu casa Mauricio”, me señaló. Fue bien emocionante, porque uno trabaja tan solo, que se emociona más con estas muestras de cariño.

Soy un convencido de que las energías verdes y más limpias son el camino natural que AES Gener debe seguir. Ellos siempre han sido pioneros en esto y nos transmitieron en todo momento los pasos que iríamos teniendo como empresa. Las energías no convencionales de todo tipo es lo que viene y uno se tiene que sumar a eso.

Me costará un tiempecito acostumbrarme a tanto tiempo libre, pero soy re creativo así que no dudo que me armaré una nueva vida. Quiero viajar con mi pareja cuando todo esto de la pandemia se acabe. Todavía tengo pendiente cobrar un premio que la empresa me dio cuando cumplí 35 años de servicio. Es un viaje para dos personas por cualquier país de Sudamérica. A mi me fascinan los cruceros así que espero poder hacer uno y conocer lugares bonitos.

Yo no sé si usted cree en Dios, pero yo sí. Para mí, tener la oportunidad de cerrar la sala de control de Ventanas 1, la noche del 30 de diciembre fue una coincidencia divina. Bonita coincidencia.

La noche de año nuevo la pasé en mi casa tranquilo, con mi familia, sin mayor boche".

Katherinne Wollermann, oro paraolímpico: “No estoy hecha para cosas pequeñas”

Una catástrofe. Así describe la deportista los siete meses que estuvo en el hospital esperando un diagnóstico. Hoy, a 12 años de que le dijeran que una mielitis transversa no le permitiría volver a caminar nunca más, Wollermann es la única chilena que ganó medalla de Oro en los Juegos Paraolímpicos de Paris. Esta es su historia.

SIGUIENTE »
« ANTERIOR