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Lecciones de Vida

Raúl Figueroa, ministro de Educación: “No existe la posibilidad de que este año haya un cierre total de los colegios"

Raúl Figueroa, ministro de Educación: “No existe la posibilidad de que este año haya un cierre total de los colegios"

El titular de educación conversó con DF MAS sobre algunas de las decisiones que ha tenido que tomar producto de la pandemia y sobre lo que espera una vez que acabe su periodo como ministro. "En 2020 se perdieron muchas cosas, pero eso no significa que haya sido un año perdido", reflexiona.

Por: María José Gutiérrez | Publicado: Domingo 21 de marzo de 2021 a las 04:00
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El día que anunciamos la suspensión de clases en todo el país, ese domingo 15 de marzo de 2020, es un día difícil de olvidar porque era evidente que lo que se venía en adelante iba a ser tremendamente complejo.

Cuando anunciamos la suspensión de clases sabíamos que era una decisión que iba a tener efectos inmediatos y que iba a ser tremendamente difícil volver a abrir. Y sabíamos también que al mismo tiempo teníamos que desarrollar muy rápidamente un mecanismo de apoyo a la educación a distancia.

El 16 de marzo ya teníamos disponible una plataforma de aprendizaje remoto y a la semana cambiamos todo el sistema de distribución de alimentos en el sistema escolar. Ambas iniciativas fueron usadas de ejemplo para el resto de Latinoamérica.

Tuvimos que enfrentar las deficiencias estructurales que existen en Chile y en el resto del mundo: la falta de conectividad de algunos territorios, de acceso a computadores... pero a Ángela Merkel se le hizo la misma crítica. El mundo entero se encontró con un problema para el que no estaba preparado. Por eso el desempeño tiene que medirse sobre la capacidad de reacción.

No haber hecho el esfuerzo por retomar las clases presenciales, que es la medida más efectiva para terminar con el aumento de las brechas, habría implicado abandonar el cargo.

En 2020 se perdieron muchas cosas, pero eso no significa que haya sido un año perdido.

Hay que tener cuidado con juicios muy absolutos: decir que todo se perdió el año pasado es un error, pero decir que el año pasado fue fabuloso porque los niños pudieron reencontrarse con la naturaleza, también es un error.

Me impresionó mucho cómo algunas personas decían que era el momento para reencontrarse consigo mismo, para que los niños jugaran con tierra y aprendieran de la biblioteca que tenían en su casa. Perfecto, pero el grueso de las familias no tiene una biblioteca en su casa, ni padres que les puedan transmitir un capital cultural.

Para las familias vulnerables la escuela es -en muchos casos- el lugar donde reciben cuidado, alimentación, donde aprenden cosas que, lamentablemente, en sus hogares no podrían.

Eché de menos la presión para reabrir los colegios. Me habría encantado tenerla. La pandemia nos mostró varias crisis, la principal fue de carácter.

De cómo el grueso de las personas y en particular aquellos que tenían posiciones de mayor responsabilidad no fueron capaces de asumirlas, y dejaron de tomar decisiones. Estoy pensando, por ejemplo, en los alcaldes que se resistieron, y aún se resisten a reabrir colegios.

El ministro Delgado, si bien estuvo en el grupo inicial de presión, no mantuvo esa postura después. Hay que hacer una distinción entre lo que fue marzo 2020, agosto 2020 y marzo 2021. En marzo pasado no se sabía nada y para controlar la pandemia se tomaban medidas extremas: cierres de colegios, cuarentenas. Yo era partidario de un cierre gradual. Pero se instaló un temor muy fuerte basado en lo que veíamos en Europa.

Tempranamente iniciamos un plan para que en la medida que las condiciones sanitarias lo permitieran, poder regresar a las salas. Esto fue en julio. Y en Santiago ningún establecimiento abrió hasta noviembre.

Lamentablemente nos encontramos con una resistencia muy fuerte el año pasado, que este año se ordenó, dejando al margen al Colegio de Profesores. Ellos insisten en que no hay que volver y no se hacen responsables del efecto negativo que eso produce en los niños. La politización del sistema educativo ha sido un problema siempre, ha llevado a que medidas de mejora de la calidad no se tomen o demoren muchísimo.

Acá hay que querer escuchar, y eso le falta al Colegio de Profesores: el hecho de que no se hayan incorporado al consejo asesor es una buena muestra.

El saldo de estas dos semanas de reapertura ha sido positivo. Han abierto 3.090 establecimientos, de ellos 300 cerraron por una primera cuarentena y el jueves cerraron otros 300. Por casos de covid-19 han cerrado cerca de 40. En general los niños se enferman y contagian poco.

No existe ninguna posibilidad de que este año haya un cierre completo como en 2020. Este año la presencialidad tiene que ser importante y las medidas restrictivas van a depender de la fase de cada lugar. Tenemos la urgencia de recuperar los aprendizajes.

Lo planteaba el Secretario General de la ONU el año pasado: si no se toman las medidas puede ser una catástrofe generacional. Se estima que 80 mil niños salieron de la escolaridad consecuencia de la pandemia, eso es el doble de las que tuvimos en 2010 después del terremoto.

A ningún Presidente le ha tocado gobernar en un contexto tan difícil, tanto por la pandemia como por los hechos de octubre de 2019. Y si algo me impresiona del Presidente Piñera es su dedicación al trabajo.

Decepciona ver la pérdida de apoyo que ha tenido en las encuestas, teniendo tanta claridad de la entrega y dedicación que tiene en su responsabilidad. Salvo ciertas excepciones veo un compromiso total en el equipo de gobierno por culminar el trabajo, aprovechar al máximo el año que queda y entregar un país mejor.

Qué haré después del ministerio es algo que no he pensado, pero seguiré ligado a las políticas públicas. Nunca he militado en un partido, efectivamente con parlamentarios de la UDI tengo mayor cercanía.

Me eduqué en un colegio del Opus Dei y le tengo aprecio a la formación que entregan, pero no soy miembro del movimiento.

Me gusta navegar -tengo una especie de Laser chico que uso en los veranos, y en mis tiempos universitarios participé en varias regatas- y me gusta también leer, sobre todo novelas con un trasfondo filosófico. Recién terminé Sumisión, de Houellebecq, y La carretera, de Cormac McCarthy.

Soy malo para las series, trato de hacer deporte -en pandemia he optado por la bicicleta estática-; me encanta la música, pero desafortunadamente no tengo oído musical. Traté de tocar piano en algún minuto con resultados poco exitosos. Me gusta el jazz. Soy malo para bailar.

Hoy cumplo 46, voy a estar en cuarentena por lo que celebraremos con un asado familiar probablemente, con mi mujer y mis cinco hijos.

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